La participación femenina en el mercado laboral mundial aumentó en forma considerable de 1990 al año 2000, aunque persisten prácticas discriminatorias como salarios menores respecto a los otorgados a los hombres y falta de acceso a puestos directivos, señaló la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Según el informe La Hora de la Igualdad en el Trabajo, la participación de las mujeres en el mercado laboral asalariado no agrícola ha aumentado en casi todo el mundo (excepto algunos países árabes).
El documento, difundido desde la sede de la OIT en Ginebra, Suiza, señala aumentos importantes en el trabajo femenino en América Latina.
De 1990 al 2000, Brasil registró un aumento de 8.8 en la tasa de participación femenina en la fuerza de trabajo al pasar de 44.0 a 52.8; en Chile el incremento fue de 4.7; en Costa rica de 6.0; Ecuador 24.0; Guatemala 17.6; México 16.9; Perú 28.8 y Uruguay 6.4, informó la OIT en el cuadro estadístico.
Países desarrollados como Francia registraron un aumento de 4.5; Irlanda 10.3; Grecia 3.5; Italia -0,5; Gran Bretaña 1.4 y Suecia –4.6.
En Medio Oriente la mayoría de los países analizados registró descensos en la tasa de participación femenina en el mercado laboral. Así en Iran este parámetro pasó de 21.4 en 1990 a 10.6 en 2000, una reducción de 10.8; en Jordania la disminución fue de 5.7; en Líbano de 5.5 y en Siria de 6.9.
El documento, de más de 100 páginas, establece que desde mediados del siglo pasado la forma de discriminación más importante es la de género, en particular contra las mujeres, que se manifiesta principalmente en salarios menores por trabajo igual al de los varones.
«La discriminación ligada al género se observa en los índices de participación en la fuerza de trabajo, en las tasas de desempleo, la remuneración y en los empleos que suelen asignarse en forma mayoritaria a uno u otro sexo» señaló la OIT.
Sin proporcionar cifras, el estudio establece que las diferencias salariales entre hombres y mujeres han disminuido lentamente en Latinoamérica y los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico.
Sin embargo, aspectos como la segregación profesional, estructuras salariales arbitrarias, sistemas de clasificación de empleos y negociación colectiva descentralizada o débil son los factores que determinan las desigualdades en el ingreso entre hombres y mujeres.
Agrega que sea cual sea el tipo de discriminación, por raza, sexo, edad, enfermedad o incapacidad, su eliminación requiere la combinación de normatividad y políticas de formación y creación de empleos, además de leyes ad hoc para sancionar esa práctica.
2003/MES/MEL
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