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Con Rocío, Big Brother refuerza el estereotipo femenino

Por Erika Cervantes

El triunfo de la regiomontana Rocío en «el fenómeno de Big Brother» es el éxito de la tendencia conservadora que impulsa Televisa para mantener la imagen tradicional de la mujer: sumisa, enamorada y entregada; asegura Olga Bustos, especialista en análisis de imagen en medios de comunicación, de la Universidad Nacional Autónoma de México.

A decir de la investigadora el triunfo de Rocío –tras 106 días de encierro– refleja lo que la sociedad está dispuesta aceptar: mujeres vulnerables que lloran pero no claudican, que por amor están dispuestas incluso a perder los 2.5 millones de pesos que estaban en juego y ganó, que no importa qué suceda porque siempre podrán verse bien, coquetas y seductoras pero al mismo tiempo recatadas.

Como en una telenovela, Rocío fue siempre la protagonista buena, la que nominación tras nominación iba acabando con sus antagonistas, Paola, La China, y Azalea, La Negra, que a toda costa querían deshacerse de ella.

Al igual que en los cuentos de hadas, Rocío fue la mujer que todos los hombres quieren: primero Gabriel, El Rasta, el galán que dejó con ganas a todas las demás; luego Patricio, El Pato, «el que mejor besa» según las malas del cuento; también quiso con ella Ness, el español invitado, y hasta Brozo, quien cuando fue a la casa dijo que ella era la que lo había cautivado.

El triunfo de Rocío refuerza el estereotipo femenino que los medios de comunicación quieren impulsar; no en balde ella mismo se autodenominó como representante de la mujer mexicana.

Con Big Brother el mensaje es directo para las adolescentes: todas deben ser como Rocío, no importa que cada tres palabras diga güey si al fin y al cabo no hay tema de conversación: lo único auténtico es ser buena con todos y querer incluso a quienes te traten mal.

A decir de la especialista, con Big Brother se estrena en México una nueva programación televisiva, otro tipo de Reality Show o televisión real, nuevo experimento que obedece a metas económicas de mercadotecnia, rating y ganancias.

Salvo esa novedad, todo lo demás continúa igual: para Televisa no existen los jodidos, salvo para dar raiting o pagar por llamada telefónica: parte importante del negocio Big Brother.

La discriminación clasista y racista del emporio quedó de manifiesto desde la selección de los participantes: de mil 800 que aspiraron encerrarse, los doce elegidos pertenecían a la clase alta y muy alta (salvo Denyse, la primera expulsada que trabajaba como secretaria del IMSS en Guadalajara y Eduardo, El Doc, también de La Perla Tapatía), casi todos con antecedentes en el medio artístico.

Al final, Denyse se convirtió en «actriz» y ya hasta posó desnuda en una revista, Diego es modelo de pasarela y será realizador cinematográfico, La Negra ya sacó un disco y dice querer ser la competencia de Alicia Villarreal, La China es conductora de televisión, El Lic hace anuncios comerciales y El Doc, para todo pregunta si hay lana.

Verónica también grabará un disco, Eric pondrá un restaurante y seguramente será socio de la cadena Anderson´s «que son los que me ayudaron», Carla seguramente se volverá a casar, ahora con Eric y regresará a ser «la empresaria triunfadora que ya era». El Pato –ay, El Pato, todo un caso– se dedicará a la vaca Chenta y sus demás animalitos en la casa de sus papás, adonde tendrá que ir la mujer con la que se case.

El Rasta, hijo de German Dehesa por cierto, hizo realidad su sueño y parte de los 40 mil mensuales que recibirá por el contrato de exclusividad que todos tienen con Televisa, aseguró un año de trabajo «en la mejor empresa de publicidad». Esto sin contar el auto, los viajes y demás regalos que como en los mejores cuentos de Perrault recibieron los little brother.

Pero el triunfo de Rocío y sus demás hermanos no fue sólo para ellos, la empresa consolidó un éxito que se ha vendido en 20 países más, entre ellos Alemania, Brasil, Argentina, España y ahora México.

La idea de que la intimidad de las personas es negociable y producto de consumo nace el 16 de septiembre de 1999 en Holanda, cuando sale al aire el primer programa de Big Brother.

       
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