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Defienden derechos de mujeres dominicanas

Por la Redacción

«Me ha costado 13 años sentirme integrada», confiesa Ana María Céspedes. Esta trabajadora social llegó con una beca de estudios a España hace 15 años y descubrió las dificultades que sus compatriotas dominicanas encontraban aquí: «Los primeros años ni siquiera nos alquilaban pisos, teníamos que buscarlos en la periferia».

Ana María forma parte del Voluntariado de Madres Dominicanas en España (Vomade), una de las primeras asociaciones de inmigrantes en Madrid que se esfuerza por defender los derechos de las inmigrantes en España, asesorarles en materia de extranjería, aportar soluciones de inserción sociolaboral y cursos de formación, de acuerdo con información proporcionada por Canal Solidario.

Son muchas las actividades que organizan; sin embargo -al observar la decoración reivindicativa de su sede o leer su apasionada revista- se aprecia que tienen una causa principal entre todas: romper con la violencia hacia las mujeres.

LA AUTONOMIA COMO META

El colectivo dominicano es uno de los primeros que llegó a España en la década de los 80. Llegó en femenino, porque las primeras que viajaron hacia Europa fueron mujeres de mediana edad, es decir, madres. En Vomade aseguran que su llegada se debió a su fama de dóciles y cariñosas, lo que las hace especialistas en el cuidado de niños y ancianos.

Tradicionalmente, la mujer dominicana se ha ocupado del cuidado del hogar y de los hijos junto con las demás mujeres de la familia, mientras que los hombres suelen evadir sus responsabilidades como padres y, en algunos casos, abusar de ellas.

Para la organización, es importante cambiar esa mentalidad con educación antes que curar las heridas: «Como colectivo tratamos de apoyar a la mujer maltratada, pero trabajamos más en la prevención», aclara Ana María. Así, ofrecen formación en hostelería, peluquería, estética e informática y formas de inserción laboral, como una bolsa de empleo y un vivero de microempresas.

Sobre todo en el caso de las mujeres víctimas de la violencia la independencia económica es crucial, ya que si las mantiene su pareja es posible que no se separen ni lo denuncien.

Andrés León también es dominicano y trabaja como voluntario en la organización, informando a las beneficiarias y apoyando los actos. Tiene amigos que han maltratado alguna vez a sus mujeres y su misma hermana recibía golpes del marido: «Las mujeres no lo denuncian porque no quieren perder su matrimonio, por sus hijos y porque los maridos las amenazan con matarlas».

Cuando atiende a una mujer, el primer consejo de Andrés se refiere a la educación: «Les digo ‘estúdiame mucho’ para que cuando algún día se casen nadie las humille y sean independientes».

LA VIOLENCIA TAMBIEN IMMIGRA

Según Vomade, las desigualdades para la mujer dominicana son más evidentes que las de la mujer española pues, además de que el hombre no suele involucrarse en las tareas, si lo hace suele ser objeto de burlas por parte de los demás hombres.

Es una situación que no tiene nada que ver con las clases sociales o la formación: menos de 2 por ciento de los cargos públicos de la República Dominicana corresponden a mujeres y sólo dos de los 152 diputados de su congreso son mujeres.

«Nosotras les explicamos que el maltrato no sólo se produce en casa, sino también en el trabajo, y que puede ser psicológico y sexual, no sólo físico», puntualiza Susana Prieto. Susana es la psicóloga de la asociación y se encarga de informarles de la ley y de su derecho a denunciar. Según ella, muchas temen denunciar por encontrarse en situación irregular.

Así, la inmigración femenina no está marcada sólo por la invisibilidad, la inseguridad económica o la explotación laboral, sino también por la violencia. Para ellas, como afirma Ana María, «todos los días hay un examen y cada día hay que aprender algo nuevo».

«Los regímenes de internas o jornadas largas de trabajo hacen que nos contentemos con ir cumpliendo metas para satisfacer los problemas de la familia, relegando nuestros propios sueños», admite esta trabajadora social. Y añade: «El proyecto migratorio nos come nuestro proyecto vital; sin embargo, ya he vuelto a sentirme ciudadana, con derechos y deberes».

De este modo, las madres dominicanas le declaran la guerra a la violencia de género. Estas mujeres radicadas en España han hecho de esta lucha su principal causa y ofrecen a las demás inmigrantes de su país apoyo psicológico y medios para la inserción sociolaboral en su nuevo hogar.

05/YT

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