En el 2003, un total de 17 infantes de comunidades indígenas colombianas se han suicidado por lo que la oficina en Colombia del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), puso en marcha un proyecto para reducir esa cifra.
Muchas de las comunidades indígenas no tenían contacto con la civilización occidental y ahora la consideran «una gran bestia» que ha venido a devorar a sus hijas e hijos que, en algunos casos, apenas tenían 12 años, indica el servicio de noticias de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
William Spindler jefe de información regional del ACNUR, destacó que los indígenas atribuyen los suicidios a la alta concentración de muertos en la zona, debido a los enfrentamientos entre guerrilleros y paramilitares. «Sus espíritus no tienen paz», resalta.
En los últimos meses miles de indígenas han sido desplazados por masacres y muchos de sus líderes han sido asesinados o han desaparecido. Las partes del conflicto han mantenido sitiadas a muchas de esas comunidades para evitar que sus enemigos obtengan de ellas alimentos, combustibles y medicinas.
ACNUR firmó un convenio con la principal organización indígena de esa zona, CAMIZBA, para que los jaibanás visiten las poblaciones afectadas, evalúen las causas del alto índice de suicidio juvenil, brinden apoyo psicosocial en el idioma local y traten de fortalecer los valores tradicionales.
2004/BJ/GV/SM