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En papel mejoran las condiciones laborales de las trabajadoras

Por Juana María Nava

El pasado 8 de abril Carlos Abascal, secretario del Trabajo, y Rolando González Barrón, presidente de la Cámara Nacional de la Industria Maquiladora (Canim), teniendo como testigo al propio Vicente Fox, firmaron un convenio para mejorar las condiciones laborales de las trabajadoras de la maquila.

Con el convenio, firmado en la maquiladora Delphi Rimir, de Matamoros, Tamaulipas, tanto el representante gubernamental como el de los empresarios se comprometieron a eliminar la exigencia de los exámenes de ingravidez; aunque se olvidaron de las precarias condiciones de vida, producto de los bajos salarios que reciben las 500 mil obreras de ese sector.

Asimismo, en el convenio prometieron integrar un comité técnico para que ejecute y vigile el cumplimiento de los compromisos adquiridos entre las más de tres mil maquiladoras instaladas en el territorio, cuyo personal es mayoritariamente (60 por ciento) femenino.

Sin embargo, a más de dos meses de la firma aún no se ha conformado el equipo de trabajo donde, por cierto, tendrá participación el Instituto Nacional de las Mujeres por parte de la dependencia federal.

El documento, que consta de cuatro páginas con siete cláusulas, deja fuera el aspecto salarial, la capacitación y el aumento de prestaciones reales; cuestiones de fundamental importancia si consideramos que los salarios en este sector han disminuido 17 por ciento en los últimos diez años, según informes del INEGI.

Aunque también no cabe duda que el convenio pone énfasis en la mujer-trabajadora-madre, ya que considera aspectos como los periodos de lactancia, la generación de guarderías, la flexibilización de horarios, el apoyo a la mujer que adopta a un menor y hasta el fortalecimiento de la familia.

Igualmente no falta el apartado con el que se pretende «promover una cultura laboral basada en el respeto a la dignidad de la persona humana».

*Sí, el dinero no es la vida, pero…

Pese a todos los buenos deseos, aún queda esperar que se implementen las acciones acordadas para que las trabajadoras –que además son madres– disfruten de mayores beneficios.

Es indispensable también agregar las mejoras salariales, tanto para hombres como para mujeres de la maquila, ya que son deplorables las condiciones en las que viven; principalmente en las zonas fronterizas, cuyo crecimiento poblacional no va a la par con el desarrollo de infraestructura y servicios básicos de subsistencia.

No hay que olvidar que el 77 por ciento de la industria maquiladora está ubicada en las ciudades fronterizas, cuya población aumentó 22 por ciento de 1990 a 1995.

Con esta situación, si las trabajadoras no tienen los ingresos necesarios para alimentarse adecuadamente o para cubrir los gastos necesarios de vestido, transporte, higiene y salud –pues en promedio ganan entre 50 y 60 pesos diarios, según estudios del Colegio de la Frontera Norte– mucho menos pueden tener acceso a una vivienda digna: de ahí que lo común sea que habiten en chozas de lámina y de cartón.

De acuerdo con información de la propia Canim, dos meses después sigue sin saberse cómo se harán efectivos los compromisos firmados, cuyo interés fundamental –dijeron-busca mejorar la vida de 500 mil trabajadoras de la maquila; por mencionar sólo a las obreras, que es donde se concentra el mayor número de mujeres, pues los cargos de mando y los técnicos calificados siguen siendo varones en su mayoría.

Muy a su estilo, el secretario del Trabajo reconoció en su discurso que en las inspecciones que efectúa la dependencia a su cargo han detectado, por desgracia, casos en los que la industria maquiladora viola los derechos de las mujeres.

Razón por la cual el convenio suscrito deberá «promover y difundir el valor de la confianza en la palabra de la mujer al momento de su contratación sobre su estado o no de gravidez, el compromiso con la vida que ello significa, es un compromiso importantísimo, propio del humanismo que el presidente Fox ha impulsado en su gobierno».

Nada que objetar a las palabras, pero habría que ver si se le dan seguimiento; habría que ver si realmente las maquiladoras del país se suman a ese pregonado humanismo, que debería incluir la no explotación de las trabajadoras.

Bajo el argumento de que las mujeres son más delicadas para el manejo de ciertas piezas y componentes industriales, las empresas han implementado jornadas y cuotas de producción exorbitantes con pagos irrisorios que impide vivir humana y dignamente.

Sí hay firma de convenios, pero ¿dónde queda la seguridad para las jóvenes de las maquilas que salen a horarios en los que su integridad corre serio peligro? No olvidemos Ciudad Juárez.

       
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