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Encaran alumnas de FCPyS a Seymur Espinoza, por acoso sexual

Por la Redacción
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Ante la omisión de las autoridades de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) de la UNAM para responder a denuncias públicas que han hecho personal docente, alumnas y ex alumnas de esa institución en contra del profesor Seymur Espinoza Camacho por acoso sexual, este fue increpado públicamente ayer en esa institución.    
 
A mediodía, una decena de alumnas y ex alumnas atravesaron en grupo la explanada más amplia de la FCPyS, en Ciudad Universitaria. Iban con los rostros cubiertos, con pelucas o máscaras, tocando tambores que llamaron la atención de la comunidad de esa escuela. 
 
En silencio, las universitarias se dirigieron directamente al nuevo edificio de esta Facultad, ubicado en la zona baja. Al principio eran 6 jóvenes, luego 8, 10, 11, la cifra siguió creciendo.
 
Al menos cinco de las mujeres que integraban este grupo –pertenecientes a generaciones distintas- aseguraron haber sido violentadas sexualmente por Seymur Espinoza Camacho cuando fueron sus alumnas, sus adjuntas o sus empleadas. Otras tres conocían a una amiga o compañera que había sido agredida por él. Y el resto estaba furiosa por lo que pasaron las otras y por la impunidad que ha imperado en el caso.
 
Las jóvenes atravesaron un pasillo. La puerta gris del salón 203 se abrió completa. En el centro, Espinoza Camacho quedó descubierto de frente al contingente, a sus estudiantes, a su adjunta, a sus colegas profesores y a más alumnas y alumnos que interrumpieron sus clases para mirar la protesta: un acto de denuncia pública por acoso sexual, denuncia a gritos, en una facultad acostumbrada a callar otras violencias.
 
“Seymur Espinoza Camacho, Seymur Espinoza Camacho, mi cuerpo es mío, yo decido, tengo autonomía…”. Empezaron las consignas contra un profesor de tiempo completo que, de acuerdo con diferentes acusaciones públicas dadas a conocer en meses pasados en el  medio digital La que Arde, lleva años ejerciendo el mismo mecanismo de enganchamiento, abuso de poder, acoso y hostigamiento para violentar a sus alumnas.
 
“No, que te dije que no. Pendejo, no”, le dijeron de frente las jóvenes, varias de ellas víctimas de su acoso, mediante invitaciones constantes a salir o colaborar con él, luego mensajes de texto con insinuaciones o solicitudes sexuales, toqueteos no consensuados, así como otras formas de agresión sexual.
 
El catedrático, con al menos una década dando clases en esa Facultad, estaba siendo increpado por las mismas universitarias que en años atrás lo admiraron y respetaron, y que estuvieron animadas a participar con él en proyectos de investigación dentro y fuera de la escuela.  
 
Ayer, ante las acusaciones que le lanzaron las estudiantes, Espinoza Camacho miró a su grupo dentro del salón y bajó la cabeza. Primero se quedó inmóvil un largo tiempo. Mal parado. Vientre fuera. Después de los primeros minutos, se replegó a una esquina de su salón y se sentó en su escritorio: pedazo de madera y metal que, pese a los señalamientos públicos, lo sigue encumbrando como figura de autoridad, al menos en ese salón de clases.
 
¡Fuera Seymur de la UNAM, fuera Seymur de la UNAM!, decían las jóvenes y el grupo que las acompañaba
 
Esa exigencia se sumó al pronunciamiento público que hizo el  Colectivo Universitarias Libres de Acoso, formado por víctimas de Espinoza, acerca de la violencia institucional y del mal diseño del Protocolo para la Atención de Casos de Violencia de Género en la UNAM, que impide, dicen, que estos casos se denuncien en instancias formales.
 
Al fondo del pasillo, afuera del salón, había decenas de alumnas, alumnos y profesores que miraban la escena y tomaban videos, fotos, comentaban entre sí, sin que nadie mostrara apoyo al catedrático. En el salón, dos de sus alumnos intentaron sin éxito cerrar la puerta, mientras Espinoza Camacho, nervioso, hizo comentarios a su adjunta, quien tenía el celular dispuesto.
 
Luego de al menos 15 minutos de consignas enérgicas, personal de Seguridad UNAM hizo presencia, tomó fotos de las activistas y permaneció pasivo. Por su lado, el contingente no paró las consignas e hicieron sonar un tambor de fondo, mientras las jóvenes gritaron: “acosador”, “violador”, “acosador”.
 
El contingente también habló a las y los estudiantes sentados frente al profesor: su maestro es un acosador, actúen. Dos jóvenes activistas entraron al salón y pegaron hojas con testimonios y denuncias contra este profesor.
 
Espinoza Camacho -que se anuncia como experto en comunicación e imagen política y que incluso lleva a cabo proyectos de intervención para prevenir la violencia en municipios- sudó copiosamente, se frotó la cabeza, dio pasos sueltos, pero no actuó. No hizo preguntas.
 
Dado el mensaje, las activistas salieron por el mismo pasillo por el que llegaron. Las y los alumnos expectantes las siguieron con la mirada, impávidos, cámara en mano. Nuevamente en la explanada, y antes de perderse entre las escaleras, el contingente sólo su último eco: ¡Qué tiemblen, que tiemblen los machistas, que la Universidad será toda feminista!”.
 
17/RED/RED

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