Por primera vez, representantes de gobierno, sindicatos e iniciativa privada se reunieron para firmar el convenio de Colaboración para Promover la Seguridad e Higiene en el Trabajo y la Protección del Medio Ambiente, sin reconocer protección especial a las mujeres trabajadoras.
Al finalizar en la Secretaría de Salud (SS), la presentación salpicada de referencias generales a la población trabajadora y beneficios para las empresas, José Peña Alvarez, representante legal del Sindicato de la Industria Química, Petroquímica, Carboquímica, Similares y Conexos de la República Mexicana dijo a Cimacnoticias que el mayor riesgo es masculino.
Lo anterior porque las dos mil mujeres afiliadas al sindicato (ocho por ciento de un total de 25 mil) «realmente no tienen labores de mucho riesgo, manejan las máquinas en las líneas de producción, donde no hay sustancias tóxicas salvo en casos de derrame».
Al asegurar que nunca han tenido una denuncia de despido por embarazo, Peña Alvarez consideró que su sindicato previene problemas mediante seminarios y acuerdos con el gobierno y las empresas.
Mientras que la gerente general de la Asociación Mexicana de la Industria Fitosanitaria, Mónica Olvera Ramírez, explicó que su organización –que participó en la discusión sobre las normas de salud y plaguicidas– ha resuelto sus problemas etiquetando y sosteniendo pláticas con agricultores.
«Las mujeres presentan el mismo riesgo que los hombres. Nuestros productos en la etiqueta señalan que cuando están embarazadas no deben aplicar este tipo de productos», respondió la ingeniera Olvera al referirse a los posibles riesgos que tienen las campesinas.
En tanto que el procurador federal de Protección al Ambiente, José Luis Luege, señaló: «yo creo que el daño es igual para hombres que para mujeres», pero luego matizó que cada vez hay más población femenina en la industria química y de la transformación, lo que «tiene altos riesgos para la salud que hay que supervisar y revisar desde este convenio».
Sin embargo, organizaciones internacionales como Greenpeace y la Organización Mundial de la Salud (OMS) advierten que las mujeres embarazadas y su leche materna registran las tasas más altas de pesticidas, concretamente DDT, el cual persiste durante más de una década en cultivos de café, jitomate, tabaco, y en productos lácteos, peces y carne de res, sin reconocer fronteras nacionales o regionales.
Disminución de la fertilidad, aumento de abortos y cáncer de mama, son reconocidos por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) como efectos del uso de pesticidas. Al transferir la carga de contaminantes de madre a hijo se ha comprobado que pueden producir alteraciones en el desarrollo psicomotriz, y déficit de atención.
A ello se suma que en América Latina sólo se reportan entre uno y cuatro por ciento de todas las enfermedades relacionadas con el trabajo, destacó la OMS.
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