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La guerra y la paz

Por Sara Lovera

Hoy comenzó en esta ciudad multiforme y multicultural una fiesta. Así la llaman. Es de literatura y de ciencia. Es de esperanza crítica, donde, idealmente pudiera alzarse una voz diversa en la que el deseo de la no violencia se extenderá por el mundo. Y una de las estrellas de este escenario es el controvertido escritor Amos Oz, quien ha invertido sus últimos 42 años, dijo, en hacer acuerdos para vivir en paz en su propia casa, desde donde, dice, se originan todos los enfrentamientos que luego se convierten en odio y guerra.

La fiesta se llama Kosmópolis, durará tres días intensos y se desarrollará en las instalaciones del Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB), donde convive la arquitectura del medioevo y la cristalería fantástica del siglo XXI.

El patio se ha convertido desde esta mañana en un ágora de intercambio de lectura, cuentos e ideas. Ahí será donde el señor Mario Vargas Llosa hable también de la guerra y la paz .

Y es que el tema de la guerra y la paz empieza a calar hondo en todas las sociedades del mundo. Esa que dice Amos Oz se origina en la cocina de la casa. Entre Teo y Noa, los personajes centrales de su novela «No digas Noche». Es este escritor judío el que ha dicho en todos los tonos que la guerra en Palestina puede resolverse si se respeta el derecho de judíos y palestinos de dividirse su casa. Es lo que pasa dentro, quien ocupa la cocina y quien el cuarto de estar, cómo se reparte la tarea doméstica y cómo se respetan los derechos.

Su propuesta es casi infantil para algunos críticos. Sus reflexiones lo llevan a sus días de infancia en Israel cuando, dice que en 1948 todo parecía que iba a solucionarse el viejo diferendo que ha mantenido enfrentados a dos pueblos, ambos hijos de Abraham.

Amos Oz abrirá el debate esta noche. Habrá unos 50 invitados, todos escritores y escritoras, de las zonas de la guerra contemporánea. Donde es el Islam un punto de reflexión.

Mientras se disipa el verano. Quedan solo 10 días de sol intenso, de la tibia humedad que se cuela por el Mediterráneo. Por eso el patio de la Kosmópolis reunirá a las mujeres de negro en la persona de Jasmina Tesanovic quien ha llegado desde Belgrado en Servia. Ella fue una de las tres organizadoras de la primera conferencia Feminista en Europa del Este y ha sido una activista permanente desde la mitad de los años 70. Junto a Jasmina Uha Al-Radi de Bagdag Irak, son las dos mujeres, entre apenas media docena, que compartirán el escenario de la discusión con más de medio centenar de varones de tres continentes.

Llama la atención que solo el señor Vargas Llosa simbolice la presencia latinoamericana. Hay dos asistentes de Estados Unidos y el resto se lo llevarán España y Medio Oriente.

Esto probablemente corresponde a la nueva demografía europea. Pakistaníes, marroquíes, búlgaros, rusos, polacos, ecuatorianos, caribeños y serbios deambulan por las calles de Barcelona que suelen poblarse intensamente durante las primeras horas de la tarde, abarrotan cafés, librerías, los múltiples museos y zonas comerciales de una ciudad que rebasa los tres millones de habitantes y que no se cansa de consumir cultura. Sólo esta semana en forma paralela se han abierto tres exposiciones sobre la guerra y la paz.

Pero será Kosmóplis, por su diseño y lo que ofrece de su tono de debate en fiesta, por las ventiscas plagadas de ideas y por esa que será una fiesta incesante de cuentos e historias basadas en eso, que Amos Oz dice que es la vida, o bien que afirma que las palabras son la vida y es que eso es la literatura.

Amos Oz ha escrito para los participantes un pequeño libro amarillo y verde dedicado a analizar el fanatismo. Un verdadero manual para evitar que sigamos pensando cada quien que nuestra idea principal debe instalarse en la creencia de todos, porque es nuestra. El dice que mientras exista quien quiera cambiar a su semejante, sólo porque piensa que sus ideas son mejores, no habrá paz posible.

Y es que el trasfondo de la guerra esta en el fanatismo que surge por doquier. Con modales silenciosos, como en la casa, mas o menos civilizados a veces, con golpes frecuentes, y esta presente en nuestro entorno. El fanatismo puede conducir a que algunas personas no fumadoras estén dispuestas a quemarte vivo por encender un cigarro.

Y también conoce a muchos vegetarianos que te comerían vivo por comer carne. Existen algunos pacifistas deseosos de dispararle a alguien a la cabeza por defender una estrategia ligeramente diferente a la suya para lograr la paz. Y agrega, la semilla del fanatismo siempre brota al adoptar una actitud de superioridad moral. Se llama autoritarismo en castellano de México.

Leer a Amos Oz en estos términos no puede dejar de referirnos a la violencia que se ejerce contra las mujeres; a la discusión sobre el mejor método para resolverla y lo que significa que yo fui primero en cualquier construcción social, comercial, imaginativa o creadora, y lo demás no vale.

2004/SL/SM

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