Mayor representación en todos los niveles políticos y poner un alto a la privatización de servicios básicos y a los efectos negativos de la globalización son algunas de las propuestas que hicieron las asistentes a la reunión preparatoria de la Cumbre de Desarrollo Sostenible que habrá de celebrarse próximamente en Johannesburgo, Sudáfrica.
Tras dos semanas de negociaciones, el fin de semana pasado concluyó sin éxito en la isla de Bali, Indonesia, la reunión preparatoria donde las naciones-miembro de la ONU buscaron consensos para definir la agenda del medio ambiente y desarrollo mundial hacia el futuro, que habrá de discutirse del 24 de agosto al 6 de septiembre próximos en la Cumbre de Desarrollo Sostenible.
Tres reuniones preparatorias fueron insuficientes para lograr un plan de acción sobre financiamiento y comercio por parte de los países que hace una década aprobaron la primera agenda mundial sobre medio ambiente, durante la llamada Cumbre de la Tierra.
La reunión de Bali concluyó con un avance de 80 por ciento del documento que signarán los jefes de estado en septiembre, de acuerdo con las estimaciones de la ONU.
Con esa reunión, sin embargo, se abre la posibilidad de que en la Cumbre se tomen en cuenta las propuestas de las mujeres, quienes recordaron que son la mitad de la población y por lo tanto es imposible pensar en un desarrollo sostenible sin ellas.
Entre sus peticiones destaca la demanda de que se les asigne a las organizaciones de mujeres la mitad de los recursos mundiales destinados al combate del vih/sida, debido a la amplia labor que ellas desempeñan, particularmente en África.
También, en su declaración final en Bali las mujeres de todos los continentes exigieron «alto al flujo de recursos naturales del sur al norte y a la usurpación de los recursos de sus legítimos dueños».
Reiteraron la necesidad de que «quién contamina, pague» mediante multas y programas de prevención para los contaminadores.
Durante la reunión preparatoria en la isla de Indonesia uno de los puntos polémicos fue la demanda de Estados Unidos para que cualquier aumento en la ayuda al desarrollo conlleve los esfuerzos de las naciones apoyadas para combatir la corrupción.
Por otro lado las naciones más pobres pidieron mejores oportunidades para un comercio internacional amplio y mejor transferencia de tecnología.
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