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Las uruguayas quieren el poder

Por Isabel Villar

Si la política está más desprestigiada que nunca y los partidos van a la cola en el ranking de confianza ciudadana, ¿por qué las mujeres insisten en acceder a la política? Porque es justo y democrático. Ni más ni menos.

Esta fue una de las principales ideas con más fuerza en el debate sobre Mujeres y poder en la política, realizado recientemente en Montevideo, en el cual participaron mujeres de la región que han desempeñado cargos públicos, los ocupan actualmente o se proyectan a altos niveles de representación.

«Las mujeres tenemos que llegar al poder porque es justo y democrático. No porque seamos mejores. ¿Menos corruptas? Tal vez al principio». Rebeca Grynspan, ex vicepresidenta y ex ministra de Estado de Costa Rica, completa el pensamiento evocando una frase que alguna vez acuñó otra feminista: «La igualdad se probará cuando tantas mujeres incapaces lleguen al poder como hombres incapaces hemos tenido en él».

Grynspan fue una de las oradoras del foro convocado por la Red de Educación Popular entre Mujeres de América Latina y el Caribe (Repem), el Instituto de las Mujeres de Uruguay y la Comisión Nacional de Seguimiento: Mujeres por Democracia, Equidad y Ciudadanía (CNS), con el auspicio del Poder Legislativo uruguayo. Así lo informa el portal Mujereshoy.

«Hombres y mujeres integran la sociedad y tienen derecho a determinar su rumbo», coincidió Patricia Mercado, quien el pasado domingo lanzó su precandidatura a la presidencia de México para las elecciones del 2006 desde el Partido Alternativa Social Demócrata y Campesina, del cual es fundadora. También se hace cargo de que las mujeres no son perfectas:

«En México, mujeres políticas fuertes quedaron en situación complicada por corruptas o por tontas, y ahora tienen bajo perfil. Quedaron muy golpeadas. Por otro lado, hay esposas queriendo que los maridos les pasen el poder así nomás», agregó en alusión a las ambiciones presidenciales de Martha Sahagún, cónyuge del actual presidente mexicano, Vicente Fox.

No obstante, Mercado tiene claro que «parece haber un pacto implícito de los hombres para aplicarles a esas mujeres corruptas o tontas un castigo muy superior al que tuvieron ellos en situaciones similares».

Para la precandidata, algo de esencialismo es estratégico «para aliarnos como mujeres, por tener un cuerpo de mujer y sin distinguir entre derechas, izquierdas o centro». Asimismo, reconoce que «los pactos entre mujeres son muy débiles. Pronto se quedan solas, sin ellos y sin ellas».

EL URUGUAY DEL CAMBIO

No es casual que el foro que habilitó este debate se haya realizado en Uruguay. «Nuestro país está pasando por un momento histórico en su vida política cuyos retos, desafíos y proyecciones se inscriben en la necesidad de abrir espacios de reflexión y debates sobre la participación y la representación política de las mujeres en busca de lograr una mayor democratización en el ejercicio del poder, desde un enfoque de derechos y oportunidades», justificaron las organizaciones convocantes.

«La llegada al poder, por primera vez, de un gobierno progresista, abre una esperanza de cambio», explica Lilián Abracincas en nombre de la CNS. Y agrega Carmen Beramendi, directora del Instituto de las Mujeres: «La política en Uruguay ha vuelto a tener una centralidad que no tenía hace muchos años».

En la política uruguaya están representados los más variados orígenes socioeconómicos y culturales, pero el gran déficit sigue siendo la participación política de las mujeres; en este ámbito, el país ocupa el lugar 71 entre los 127 evaluados por la Unión Interparlamentaria.

LOS HOMBRES TIENEN QUE CEDER

Sin perjuicio del reconocimiento a los avances de las mujeres en las últimas décadas, Grynspan identifica como temas duros de equidad el mercado de trabajo, donde persiste la segregación ocupacional, y la brecha salarial entre hombres y mujeres; la conciliación del trabajo productivo con el reproductivo: «las mujeres no avanzan no sólo por falta de oportunidades, sino porque tienen que optar por la informalidad laboral para abarcar ambas cosas, ya que no hay una estructura social que les ayude a resolverlo».

También reconoció como problema grave la violencia: «la inseguridad espera a las mujeres en sus casas», y la subrepresentación femenina en política. Cuando ésta no está institucionalizada a través de medidas afirmativas, la presencia de las mujeres «parece regalía personal de los políticos en campaña electoral», dice Grynspan, advirtiendo que se trata de la cuestión más difícil porque tiene que ver con el poder y, más concretamente, con que «estamos pidiendo que los hombres cedan poder».

COMPETENCIA Y MACHISMO

Las mujeres que quieren tener vida propia enfrentan muchos obstáculos: hijos, marido, soledad. Por acumulación de tareas, están compelidas a convertirse en súper mujeres o en mesiánicas. «La sociedad no ofrece otras posibilidades, cuando es sabido que esos problemas no se pueden resolver individualmente, hay que buscar respuestas colectivas», recuerda Grynspan.

Por su parte, Mercado destaca lo poco que duran las mujeres en la política: «Aguantamos poco en un mundo que no es el nuestro. Por el acoso político las mujeres pagan un precio muy alto». No obstante, les reclama fortaleza, y que si no la tienen no ocupen lugares de poder, «porque eso nos denigra más».

UN TEMA DE INCLUSION

Sin falsos pudores, las mujeres políticas quieren el poder. El poder como posibilidad de hacer. La cuestión es cómo van a ejercerlo para que efectivamente haga la diferencia con lo conocido hasta ahora. Para la senadora uruguaya Mónica Xavier, es natural que hombres y mujeres tengan formas diferentes de hacer política, porque «vienen de lugares diferentes en la sociedad».

¿Qué se espera que hagan esas mujeres que van a representar, al menos simbólicamente, en cuerpo, a todas las demás? Para empezar, profundizar la democracia instaurando la equidad de género. Los temas sociales, la pobreza y la exclusión están fuertemente atravesados por el género, por las relaciones de poder asimétricas. «Mujer y poder en la política es tema de derechos humanos y de inclusión», afirma Beramendi.

Repem, el Instituto de las Mujeres y la CNS se proponen difundir, a modo de herramienta de trabajo para desencadenar procesos permanentes de capacitación ciudadana y ejercicio político, los debates de este foro internacional en el que también participaron Cecilia López, ex ministra de Estado de Colombia; Matilde Ribeiro, titular de la Secretaría Especial de Promoción e Igualdad Racial de la presidencia de Brasil, y Fanny Pollarolo, ex diputada socialista de Chile.

05/IV/YT

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