Mañana, 10 de diciembre, se conmemorará en todo el mundo el Día Internacional de los Derechos Humanos. Lamentablemente, éstos no se cumplen a rajatabla ni son una realidad para todas y todos los habitantes del mundo, particularmente para las mujeres; Naciones Unidas continúa obligada a denunciar, en esta fecha, que sus derechos humanos se incumplen en todas las culturas y sociedades.
Estas son las palabras con que la fundación española Isonomía detalla, en un boletín de prensa, la situación social de los derechos humanos en todo el orbe. De acuerdo con el texto, en las naciones «desarrolladas y no desarrolladas, ricas y pobres, donde quiera que sea, en cualquier lugar del planeta, unos seres humanos sufren a consecuencia del odio, la desigualdad, la discriminación, la exclusión, la pobreza, la injusticia y la violencia»
También en el marco de la campaña 16 Días de Activismo contra la Violencia hacia las Mujeres, que concluye mañana en todo el mundo, el documento señala que «como siempre, entre los seres humanos que más sufren se encuentran los más débiles: infancia, ancianidad y, fundamentalmente, las mujeres, cualquiera que sea su edad y condición: niñas, jóvenes, adultas, ancianas, siempre reciben una doble ración de violencia, de injusticia, de desigualdad, de discriminación, de pobreza, de exclusión».
«Este año, la Fundación Isonomía quiere llamar la atención sobre las redes de prostitución y tráfico de mujeres que atentan sistemática e impunemente contra la vida, contra la integridad física y moral, contra la dignidad de millones de mujeres y de sus familias».
Prosigue el texto: «son mujeres traficadas, secuestradas, violadas, violentadas y explotadas por sus captores, por sus proxenetas o por quienes se dicen empresarios del sexo. Mujeres para quienes a veces, de forma no siempre bien intencionada, se articulan soluciones manteniéndolas al margen de las decisiones tomadas desde marcos organizativos que ni conocen el problema ni quieren enterarse de su complejidad».
«Una vez más las afectadas, las mujeres prostituidas, traficadas, prostitutas y trabajadoras sexuales, se están quedando al margen de la articulación de soluciones para sus vidas porque, no lo olvidemos, ellas y sus familias son quienes se ven privadas de los derechos humanos, ellas conocen el problema porque lo sufren, ellas han pensado muchas veces cual es la mejor solución a sus problemas».
Y concluye el documento: «ellas, por tanto son quienes deben hablar, quienes deben trabajar conjuntamente con los responsables públicos que tienen en su mano articular soluciones y llevarlas a la práctica para acabar con una práctica que vulnera los derechos más elementales de las personas. Ellas, las mujeres traficadas, violentadas y prostituidas son quienes tienen que hacer oír su voz, porque es su derecho y porque es humano».
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