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Organizaciones latino-canadienses en Caravana

Por Isabel Inclán

Defensoras(es) de los derechos humanos de la costa atlántica canadiense se sumaron a la Caravana de Solidaridad con las Mujeres de Ciudad Juárez para denunciar la negligencia de las autoridades para detener la creciente ola de asesinatos de mujeres en la ciudad fronteriza.

Desde 1993 a la fecha, se han documentado más de 340 asesinatos de mujeres en esa región, la mayoría de ellas trabajadoras de las maquiladoras.

En busca de ganar un mejor sueldo «entre 3 y 5 dólares al día», mujeres jóvenes y en plena edad productiva llegan a Ciudad Juárez, que colinda con El Paso, Texas.

En su andar, con jornadas que comienzan a las 04:00 horas, muchas de ellas han sido víctimas del poder caciquil que ejercen las bandas del crimen organizado, el poder político corrupto y el narcotráfico.

Sagrario González era una joven que dejó su natal Durango para trabajar en una maquiladora. Su cuerpo fue encontrado el 29 de abril de 1998, 13 días después de que fue reportada como desaparecida.

«El asesino la ahorcó a mano limpia, el cadáver había estado demasiado tiempo a la intemperie para saber qué otros sufrimientos padeció», escribió el periodista Charles Bowden en la revista neoyorkina «Talk».

Con el fin de denunciar estos hechos y sensibilizar a la comunidad internacional, representantes de diversas organizaciones feministas latino-canadienses se congregaron en la sede del Toronto Women’s Bookstore para iniciar una intensa campaña de concientización respecto a lo que ocurre en Ciudad Juárez.

En el acto, se proyectó el documental «Señorita Extraviada» (Missing Young Woman) de la cineasta mexicano-estadounidense Lourdes Portillo, quien entrevistó a los familiares de las víctimas, a algunas sobrevivientes y también a quienes posteriormente integrarían la lista de desaparecidas.

«El dinero lo mueve todo. El mundo de los políticos se junta con el del crimen organizado. Se encubren. Todo esto es una maraña interminable, enredada, con muchos hilos», dice la narración de este documental, estrenado en el 2001 dentro del Toronto International Film Festival.

«No llego a ninguna conclusión, el problema continúa, muchas de ellas siguen siendo ultrajadas y asesinadas. El problema es que la comunidad se está acostumbrando a esta tragedia, sólo dicen: ‘otra muertita’ y siguen su rutina en ese desierto tan abandonado e indiferente», dice la directora, de origen mexicano y radicada en San Francisco, California.

Con el temor que deja haber estado en la «tierra de nadie», dominada por bandas criminales y con un poder judicial cooptado y débil, Lourdes Portillo explica que ella no está culpando a alguien en particular por estas muertes, que sólo expone los hechos con fuentes directas.

«Las mujeres pobres no tienen ninguna protección y si todos somos testigos de estas muertes tenemos una obligación moral de hablar de este tema. No es justo que estas muchachas sean asesinadas vilmente como si fueran un pedazo de basura. Hay que tomar conciencia y hay que hacer algo», agrega.

«El problema más grande es la impunidad. Si hay impunidad, todo mundo tiene licencia de hacer lo que quiera, como ultrajar y matar», precisa Portillo.

Enfundados en esta impunidad, los asesinos escogen a sus víctimas de una serie de fotos que se toman afuera de las maquiladoras, las esperan a la salida y las raptan. Luego de violarlas, las matan y las queman. Para hacer más difíciles las investigaciones, intercambian las ropas de los cadáveres, según se explica en el documental de Portillo.

En esta Caravana de Solidaridad estuvo presente Patricia Cervantes, madre de una de las víctimas y Tom Hansen, integrante de la Red de Solidaridad de México, quienes demandaron a las autoridades esclarecer los asesinatos y detener esta ola de violencia contra las mujeres.

«La brutalidad con la que los victimarios secuestran y asesinan a las mujeres en un número significativo de casos va más allá del acto de matar, pues se encuentran cuerpos desmembrados o desprovistos de órganos», afirmó Alex Flores, organizadora del evento.

2004/II/LR

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