Inicio Para estar bien, soñemos junto con otras mujeres: Isabel Dircio

Para estar bien, soñemos junto con otras mujeres: Isabel Dircio

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“Una tiene sueños cuando es niña pero cuando va creciendo se va viendo que hay otra realidad y se va creyendo la otra realidad y se olvida el sueño que tenía antes. A mí me gustaría que las mujeres siguieran soñando con esa libertad y con esa alegría en su rostro de que se puede ser feliz en esta vida”.
 
Son las palabras de Isabel Dircio Chautla, mujer indígena originaria de Guerrero y presidenta de la organización Zihuame Xotlametzin, una agrupación que comenzó a gestarse hace más de 20 años y que en 2009 se constituyó oficialmente para promover los liderazgos femeninos, la salud de las mujeres y las alianzas entre indígenas.
  
Isabel, quien se convirtió en madre y esposa a los 15 años de edad,  hoy trabaja para que otras mujeres de los municipios de Chilapa de Álvarez, Ahuacuotzingo y Zitlala, en el estado de Guerrero, no abandonen las ilusiones que tuvieron en la infancia, sepan que pueden trabajar, tener su propio negocio y tener una vida sin violencia.
 
“Muchas mujeres piensan que por el hecho de ser mujeres está prohíbo ser feliz, ser libre, hacer; se lo han creído, nos lo hemos creído porque así se ha inculcado”, dice.
 
Sin embargo asegura que las indígenas nahuas están convencidas de su fuerza interior y de cambio por eso las integrantes de Zihuame Xotlametzin –palabras que en náhuatl significa mujer luciérnaga– trabajan con la convicción de que pueden salir de la sombra del sistema patriarcal y de la cultura machista.
 
“Nuestra misión en la región es construir esos lazos y poder hacer que se respeten y garanticen nuestros derechos, con los que nacemos todas las personas; poder,  juntas, buscar estrategias que nos ayuden a salir de la problemática en la cual la mujer tiene una brecha de desigualdad bastante definida con los hombres”, explica. 
 
Cuando Isabel comenzó a interesarse por los procesos  organizativos, después de ver a su madre, Brigida Chautla Ramos,  gestionar proyectos y servicios para su comunidad, observó que había mujeres como ella con la única diferencia de que las otras podían decir sin temor qué no es gustaba e ir y venir sin pedir el permiso de un hombre.
 
Una vez que entró por completo en la organización y ya como madre de dos hijos y una hija consideró que defender los derechos de las mujeres también era una forma de educar. “y si quería algo diferente para ellos tenía que mostrarles que había otro camino diferente y eso lo encontré estando con mujeres”.
 
LA CASA DE LA MUJER SANA Y VALIENTE
 
El primer camino para enfrentar la desigualdad es la reeducación, dice, cambiarse a sí mismas; por ello una de las líneas de acción es la formación integral para que las mujeres conozcan sus Derechos Humanos; talleres para la prevención de la violencia de género, además, promoción de la salud materna, la salud sexual y reproductiva y el rescate de la medicina tradicional.
 
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Con esta experiencia y conociendo las necesidades de las mujeres de la región centro de la Montaña baja de Guerrero, recibieron apoyo gubernamental de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas para abrir la Casa de la Mujer Indígena (Cami) de Chilapa, casa que lleva por nombre Zihuachikahuac (mujer sana, fuerte y valiente, en nahuatl).
 
En esta zona de alta marginación donde las personas a veces no tienen dinero para salir de sus comunidades y atenderse en un centro de salud, la Cami atiende a las mujeres embarazadas, les brinda la atención médica, el hospedaje y los alimentos en caso de ser necesario. “En eso estamos contribuyendo a mejorar la salud materna de las mujeres”, afirma Isabel.
 
El trabajo que realizan como organización ha tenido frutos, por ejemplo una mujer que compra un cerdo para alimentarlo, criarlo y después venderlo ahora sabe que tiene derechos sobre sus animales de crianza y que su marido no puede adueñarse de algo que es ingreso para ella y para la familia.
 
 “Con estos procesos de formación de mujeres, muchas están viendo que se puede cambiar, es posible cambiarlo y nosotros lo hemos visto con las compañeras. Cuando se les ha preguntado cómo ha sido su vida antes y después de entrar, hay comentarios que pueden ser como insignificantes pero para nosotros son de mucho valor”.
 
Isabel reflexiona y asegura que “para estar bien” hay que conocer a otras mujeres, “que nos compartan cosas, sueños, y también soñar. Estar en una asociación de mujeres te ayuda, y a mí en lo personal me ha ayudado a encontrarme, a saber que todo aquello que se sueña, que se piensa, hay mujeres que piensan, que piensa que la mujer puede ser autosuficiente, autónoma libre, feliz”.
 
17/GGG/AGM/GG
 

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