Activistas por los derechos laborales de distintas partes del mundo coincidieron en la necesidad de organizarse haciendo alianzas con los sindicatos para la defensa de los salarios, la salud y las condiciones de trabajo de las y los migrantes.
Reunidas en el panel «Organizándose localmente, luchando mundialmente» del Noveno Foro Internacional Reinventando la Globalización, de la Asociación para los Derechos de la Mujer y el Desarrollo (AWID), expusieron testimonios de la desprotección laboral que sufren las y los trabajadores migrantes del mundo.
Ahí se dio a conocer que los trabajadores migrantes en Suecia ocupan el 10 por ciento de la planta laboral y provienen principalmente de Turquía, Irak e Irán; hay antagonismo entre «puros» y migrantes, sobre todo si éstos son mujeres o niñas. Las migrantes no se involucran en la estructura sindicalista.
La relación de trabajadores migrantes con los sindicatos en Nueva York «no es amigable», afirmó María Reyes, de la Movilización Nacional contra la Explotación de las y los Trabajadores, pues éstos no han sido capaces de exigir las indemnizaciones por enfermedades laborales ni accidentes de trabajo para migrantes.
En el panel también se expuso que las enfermeras filipinas que emigran a Canadá para trabajar como empleadas domésticas son apoyadas sólo en el discurso por líderes sindicales para que se les emplee en hospitales, a pesar de que Canadá necesita enfermeras, pues siguen desempeñando labores por debajo de su capacitación.
Incluso, algunos sindicatos giraron un memorando para no contratar a enfermeras filipinas por la simple razón de que esas organizaciones gremiales tienen como política no apoyar a los migrantes. En el foro se invitó a participar el próximo año en la Conferencia Internacional de Inmigrantes a celebrarse en Filipinas para llamar a los trabajadores a formar una alianza mundial.
En Estados Unidos, los trabajadores migrantes no sindicalizados perciben la mitad del salario que otro que sí forma parte de las filas de la organización, es decir dos dólares la hora, contario a lo estipulado por el gobierno.
Según la Agencia de Estadísticas Laborales, en Estados Unidos el promedio de horas extra subió 48 por ciento de 1991 a 2002. Una de cada cinco personas en ese país destina al trabajo más de 49 horas por semana, en tanto que los trabajadores migrantes son forzados a trabajar de 80 a 90 horas por semana.
A pesar de la corrupción en algunos sindicatos y del control que ejercen sobre ellos los gobiernos o los patidos políticos, las activistas presentes se abrieron a la posibilidad de incluir a los sindicatos más democráticos en la defensa de los trabajadores migrantes.
Las talleristas y ponentes señalaron la necesidad de llevar la organización de migrantes a nivel global porque la situación que los aqueja es similar en todas partes del mundo y, dada dicha coincidencia, compartieron métodos de abordaje del problema, que tiene su base en el trabajo comunitario.
Mencionaron la exigencia de incorporar a las y los trabajadores migrantes a la estructura sindical de cada país para después exigir por la vía sindical salarios y prestaciones de ley, así como las compensaciones por enfermedades derivadas del trabajo, lesiones o accidentes.
Por último, invitaron a las y los obreros migrantes del mundo a sumarse a la campaña por la salud de los trabajadores «¡Ya es Tiempo!», que tiene lugar en Nueva York y pretende eliminar las horas extra obligatorias que causan serios problemas de salud, así como cambiar el sistema de compensación de las y los migrantes. Para más información [email protected].
| |
disponible para periodistas y medios de comunicación impresos y electrónicos por favor citen la fuente El servicio informativo se realiza gracias al apoyo |
