Cómo prevenir y erradicar la violencia familiar desde la propia ciudadanía es el asunto que reúne, durante dos días, a instancias del ámbito académico, civil y gubernamental en el cuarto seminario sobre violencia familiar en el DF, organizado por la Secretaría de Desarrollo Social del gobierno capitalino en el Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM.
A partir de hoy, en el marco de los 16 Días de Activismo contra la Violencia hacia las Mujeres, las y los participantes en el seminario pondrán en evidencia los costos sociales y el daño que genera la violencia familiar en las familias y en las redes comunitarias, principalmente en las mujeres y en la infancia.
Como se indica desde la organización, el reto está en reconstruir entre las comunidades formas de convivencia mediante proyectos psicoeducativos y experiencias comunitarias dirigidas hacia la población que promuevan la denominada «ética del ciudadano».
Este es el cuarto año en que se celebra este seminario que contribuye «a crear una masa crítica fundamental para la movilización social en esta materia», afirmó durante la inauguración Pablo Yanes Rizo, titular de la Dirección General de Equidad y Desarollo Social del DF.
El ejercicio de la ciudadanía, a través de la demanda de los derechos desde las organizaciones civiles y de redes comunitarias o vecinales es para Rizo «absolutamente crucial» para la prevención de la violencia de género, ya que supone «el reconocimiento de derechos; mientras que la violencia es la negación de la condición ciudadana, la negación de los derechos y la violación sistemática de éstos».
El problema radica en que no contamos con la educación ciudadana suficiente para comprender en qué consiste demandar nuestros derechos o cómo hacerlo, subrayó durante su intervención la doctora Graciela Mota Botello. Para ella, la participación ciudadana «es mucho más que votar o ir a una manifestación»
Con Mota Bello coincidió Rogelio Araujo, director de la asociación civil La Leque, para quien es necesario construir y transformar los espacios «de participación ciudadana más allá de las formas tradicionales que conocemos», tales como mítines o manifestaciones.
Para Araujo, aunque México tiene las bases suficientes para construir la ciudadanía, «las mujeres tienen problemas para tomar decisiones de manera autónoma», lo que dificulta su participación y la demanda de sus derechos en un contexto de subordinación en las relaciones de poder «que nuestra sociedad considera una regla».
Araujo apuntó que nos encontramos en un proceso desfragmentación comunitaria y que, en consecuencia, los individuos no participan en los procesos sociales. También consideró que es importante el papel de la familia y de la comunidad como escenarios en que las personas pueden unirse para participar en el ámbito público.
Sobre la necesidad de valorar la dimensión del problema de la violencia familiar, Rizo considera que, aunque son necesarias, las políticas públicas o los procesos psicológicos no pueden acabar por sí solos con la violencia en las familias. «Sería muy equivocado persistir en la idea de que es una problemática de los hogares, porque es una problemática social y tiene que ver con procesos de transformación de la sociedad».
Por otro lado, con el fin de tratar la problemática desde todos los ángulos y personas afectadas, el seminario también se ocupará de la juventud frente a las diferentes formas de violencia en las familias con el fin de encontrar enfoques para integrar a las y los jóvenes en la vida comunitaria sin que se generen choques generacionales o problemas de socialización.
05/ER/YT
