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Trabajo forzado: la esclavitud alrededor del mundo

Por la Redacción

Después de elaborar por vez primera un informe acerca de el trabajo forzado alrededor del mundo el pasado mes del junio, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) continúa analizando el tema. Actualmente, señala el organismo, cerca de 12.3 millones de personas están atrapadas en trabajos forzados en todo el orbe.

En el documento, titulado Una alianza global contra el trabajo forzado, el director general de las OIT, Juan Somavia, calificó dicho tipo de trabajo como «un mal social que no tiene sitio en el mundo moderno». Y añadió: «Para lograr una justa globalización y un trabajo decente para todos, es un imperativo erradicar el trabajo forzado».

El informe calcula que al menos 2.4 millones de personas son víctimas del tráfico de seres humanos. También proporciona la primera estimación global de los beneficios generados por la explotación del tráfico de mujeres, niñas, niños y hombres: 32 mil millones de dólares al año, es decir, cerca de 13 mil dólares por víctima.

El estudio comienza definiendo el concepto de trabajo forzado. No se debe confundir con pobres condiciones de trabajo o con salarios por debajo de lo normal. Más bien, la OIT considera que están presentes dos elementos: el trabajo o servicio se ejecuta bajo la amenaza de un castigo, y es realizado contra la voluntad propia.

Las formas del trabajo forzado varían ampliamente. En el pasado, la esclavitud o el estar encadenado al trabajo eran asuntos comunes, y todavía persisten en algunos países, especialmente en Asia. Las formas más modernas suelen ligarse al trabajo migratorio y al tráfico de personas por razones comerciales, implicando frecuentemente a mujeres, niñas y niños en actividades que se extienden desde el tráfico de drogas hasta la explotación sexual.

Asimismo, a los trabajadores migrantes en Oriente Medio y en otras partes se les obliga a entregar sus documentos y a confinarse en una casa con libertad de movimientos restringida.

ESTIMACIONES A LA BAJA

De los 12.3 millones de personas que realizan un trabajo forzado, 9.8 millones son explotadas por el sector privado. Otros 2.5 millones de individuos se ven forzados a trabajar de este modo por gobiernos o grupos militares rebeldes.

Una parte del informe elaborado por la OIT se dedica a describir la metodología utilizada. La cifra de personas implicadas en el tráfico que señala el documento es un «mínimo estimado» que probablemente yerre, reconoce el estudio.

La mayoría de las personas afectadas por este fenómeno están en Asia, con cerca de 9.5 millones de trabajadores forzados. Le siguen América Latina y el Caribe, con 1.3 millones. El resto se divide entre los 660 mil del Africa subsahariana; los 260 mil en Oriente Medio y norte de África; 360 mil en los países industrializados; y 210 mil en los países de tránsito.

Un análisis de los datos muestra diferencias regionales en la composición del tipo de trabajo forzado. En Asia, América Latina y Africa Subsahariana, la proporción de víctimas sometidas a tráfico está por debajo del 20 por ciento de todo el trabajo forzado. Sin embargo, en los países industrializados, los países de tránsito, Oriente Medio y el Norte de África, el tráfico comprende más de 75 por ciento del trabajo forzado.

El informe observa que, en la práctica, hay con frecuencia una mezcla entre contrabando y tráfico con seres humanos. Muchos de los que terminan en el trabajo forzado han emigrado voluntariamente y se convierten en víctimas en su camino o en su destino. Los principales tipos de trabajo afectados por el tráfico son la industria del sexo, la agricultura, el trabajo doméstico y la construcción. También ocurre en el sector de los restaurantes, así como en pequeñas empresas de manufacturas.

El informe de la OIT comentaba más adelante que mientras el trabajo forzado impuesto por el Estado no es el principal problema en términos numéricos, sigue siendo causa de seria preocupación. Los tipos de trabajo implican prácticas como el trabajo impuesto por el Estado por actos antisociales, especialmente en China, que cuenta con un sistema de reeducación a través del trabajo. Las cifras oficiales del ministerio de justicia chino indican que unas 260 mil personas han sido detenidas bajo este sistema desde principios del 2004.

CAUSAS Y CURAS

El informe observa que no hay unanimidad sobre las causas del trabajo forzado. En los países en desarrollo donde en el sector rural existe trabajo forzado, hay debates en curso sobre si la falta de crédito de mercados financieros o de sistemas agrarios, o las relaciones de poder desiguales, explican la persistencia de este tipo de labor considerada una de las formas de la esclavitud moderna. No está claro hasta qué punto la actual tendencia a la globalización contribuye a nuevas formas de explotación.

En países en desarrollo, la aplastante mayoría de las víctimas del trabajo forzado es pobres. Y, en muchos casos, la existencia de trabajo forzado puede estar ligada a patrones de discriminación.

En años recientes, los países han intentado coordinar su acción para luchar contra la explotación de las personas. El 25 de diciembre de 2003 entró en vigor el protocolo de Tráfico que complementaba la Convención de Naciones Unidas contra el Crimen Organizado Transnacional.

En el ámbito regional, organizaciones como la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa, o la Comunidad Económica de Estados de Africa Occidental han hecho declaraciones y formulado planes para combatir el problema.

Algunas dificultades han impedido, sin embargo, los esfuerzos. Las definiciones de tráfico de seres humanos o trabajo forzado suelen ser tan generales que fiscales y tribunales encuentran difícil identificar estas situaciones en la práctica. Asimismo, algunas leyes pueden definir trabajo forzado, esclavitud y tráfico de forma diferente. Incluso de señala que cuando un país tiene una prohibición constitucional contra tales prácticas, con frecuencia no se apoya en leyes específicas, haciendo extremadamente difícil llevar estos casos a los tribunales.

PLAN DE ACCION

El informe de la OIT concluye con una serie de propuestas para luchar contra el trabajo forzado. Para empezar, recomienda abordar las raíces del problema, que se presenta por causas como la discriminación, la privación y la pobreza. Luego llama a remediar carencias tales como la inadecuada regulación o las débiles o inexistentes inspecciones laborales. Asimismo, anima a la adopción de una legislación clara y a delegar el poder a agentes que apliquen la ley.

Otra recomendación es mejorar la coordinación, con la formación de una alianza global contra el trabajo forzado, entre organizaciones de empleados y trabajadores, agencias gubernamentales y otros organismos internacionales.

El informe también anima a los países a poner en práctica programas de rehabilitación para apoyar a las víctimas del trabajo forzado. Sin esta ayuda, advierte, las personas liberadas pueden volver a caer en situaciones de trabajo forzado.

05/YT

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