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Plan B

El padre de la joven de 13 años que decidió que ningún hombre debía apropiarse del cuerpo virginal de su hija sino él mismo, es un arquitecto de clase media cuyas amistades jamás hubiesen calificado de abusador.
 
El sacerdote de la iglesia en Puebla comenzó a tocar al pequeño monaguillo, un niño maltratado en un hogar, tímido, sometido a una adultocracia que no le reconoció el derecho a la protección hasta que una feligresa desconocida descubrió al sacerdote abusando del pequeño y eligió rescatarlo.
 
Un abuelo que mantuvo amenazada a la nieta a quien “cuidaba”, al ser descubierto aseguró que la niña de cinco años lo había seducido con su belleza y necesidad de afecto.
 
Un adolescente de 12 años por fin se atreve a denunciar a su profesor de karate, quien argumentando que para “convertirlo en hombrecito de verdad”, lo forzó durante un año a hacerle tocamientos sexuales.
 
El más reciente informe del Vaticano reconoce que en una década se han recibido seis mil denuncias de abuso sexual infantil y juvenil perpetrado por sacerdotes de la orden católica.
 
Los estudios de subregistro de expertas internacionales revelan que sólo se denuncia ante las autoridades uno de cada seis abusos sexuales infantiles y juveniles.
 
El Centro Nacional de Víctimas de Crímenes (NCVC, por sus siglas en inglés) asegura que una de cada cinco niñas y uno de cada 20 niños son abusados sexualmente antes de cumplir 18 años.
 
Las edades más vulnerables para el abuso sexual son entre los siete y los 13 años, cuando el despertar del deseo y el reconocimiento del placer físico hace sentir culpables a las víctimas. El discurso de amedrentamiento por parte de los victimarios es similar en todo el mundo: se centra en amenazar, silenciar y manipular a la víctima para hacerla sentirse culpable de una falsa provocación.
 
El 93 por ciento de las víctimas menores de 18 años conocen personalmente a su victimario: padre, hermano, abuelo, tío, médico familiar, portero escolar, profesor, sacerdote, entrenador deportivo, gobernador o alcalde.
 
El poder moral, emocional, económico y físico que los perpetradores tienen sobre sus víctimas es el principal factor de silenciamiento. Cada vez se crean más organizaciones de prevención de abuso infantil, más campañas para informar a niñas y niños sobre sus derechos a recibir protección y pedir ayuda.
 
Sin embargo aún no hay suficiente fuerza social, políticas públicas y persecución criminal a los perpetradores. En nuestra cultura que teme confrontar a los poderosos y tiende a culpar a la víctima y hacerla corresponsable del crimen que se comete en su contra, no hemos dado la batalla con suficiente fuerza para detener la cultura de normalización y silenciamiento del abuso sexual infantil.
 
Para lograrlo hay que poner sobre la mesa algunos nombres y temas. Por ejemplo recordar que el poderoso legislador Emilio Gamboa Patrón y Miguel Ángel Yunes forman parte de una red de encubrimiento y asociación de la red de tratantes de niñas y niños con un solo detenido: Jean Succar Kuri.
 
Que Carlos Slim, el mexicano entre los más ricos del mundo, jamás se pronunció contra los abusos y encubrimiento de los Legionarios de Cristo y sus probados abusos, ni ha apoyado a causas contra esos abusos, sólo apoya a los Legionarios.
 
Que el PRI, como otros partidos, sigue relanzando a pedófilos y encubridores como Mario Marín y otros que deberían estar en prisión.
 
Que el Papa, como representante del Estado Vaticano, se concentra en el perdón discursivo religioso más que en la justicia penal.
 
Que Enrique Peña Nieto decretó una ley de protección a la infancia, pero aceptó desfondar los proyectos de prevención y atención a víctimas infantiles.
 
Que los que armaron el escándalo de “Mamá Rosa” en Michoacán se han quedado callados ahora que se reabrió y devolvieron a las víctimas al albergue.
 
La lista es interminable, si cada persona pusiera un nombre de alguien poderoso que usa su influencia para proteger a los criminales, tendríamos una larga lista.
 
El tema central es que el abuso sexual infantil y el incesto persisten por un desequilibrio de poder y un enmascaramiento tramposo, pero también porque las y los poderosos que podrían detenerlo usan su influencia para encubrir, silenciar, ignorar o desacreditar la gravedad de este fenómeno criminal.
 
*Plan b es una columna cuyo nombre se inspira en la creencia de que siempre hay otra manera de ver las cosas y otros temas que muy probablemente el discurso tradicional, o el Plan A, no cubrirá.
 
16/LCR/RMB

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Joaquín Archivaldo Guzmán Loera, “El Chapo”, está por primera vez en la historia perdiendo sus privilegios en prisión. Luego del ridículo mundial personificado por la Secretaría de Gobernación que “perdió” el control de la seguridad, y la Conagua que participó en facilitar la construcción del túnel, el gobierno mexicano se enfrenta a un problema enorme.
 
Los 82 cargos formales en las cortes de Estados Unidos en contra del capo y sus aliados, la presencia de la CIA en México, los informes del FBI y la DEA sobre vínculos políticos con el cártel, y las confesiones que el narcotraficante y su familia han hecho a la prensa a últimas fechas complican el panorama.
 
Como lo hiciera en su momento el capo colombiano Pablo Escobar, Guzmán pretende negociar que le permitan vivir el resto de su existencia cómodamente y no encerrado como está en alta seguridad (sin convivir con otros presos y apenas mirando el sol una hora al día).
 
Sus abogados han ofrecido que se declararía culpable de narcotráfico y retirará los amparos de la extradición si las autoridades norteamericanas le aseguran una prisión laxa, con comodidades y visitas.
 
La situación es verdaderamente complicada, porque la amenaza de desatar otra vez una guerra sangrienta entre cárteles es su mejor carta: Chihuahua, Sinaloa, Durango y Tamaulipas están en vilo esperando órdenes, pero también lo están California, Chicago y Nueva York.
 
Porque no podemos olvidar que quienes controlan el cártel desde hace unos años son los hijos de Guzmán, Alfredo e Iván, con sus socios norteamericanos, y si algo tiene esa familia criminal es una capacidad de planeación y visión de futuro que varios políticos envidian.
 
La segunda no es una guerra de sangre, sino informativa, ésa que desde hace dos años planificó con cautela la familia mafiosa. Videos, fotografías, documentos, cheques en cuentas extranjeras; los mafiosos se han preparado para enfrentar a sus enemigos que, a la vez, son socios parciales: políticos de México y EU.
 
Mientras el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, y la procuradora Arely Gómez jugaban como párvulos con el espectáculo montado contra Kate del Castillo, los familiares y abogados siguieron hablando, entregando evidencia de los vínculos económicos del cártel con políticos, militares, televisoras, empresarios exportadores, jueces y banqueros.
 
Lo cierto es que los Guzmán Loera, Emma Coronel y los Esparragoza, también asociados familiarmente con el patriarca del cártel, no se quedarán con los brazos cruzados.
 
Han puesto en marcha su estrategia para demostrar sus vínculos empresariales con altos funcionarios de EU implicados en facilitar la entrada de toneladas de heroína al país vecino, a Canadá, Alaska y hasta Rusia, así como sus operaciones en Guatemala, Honduras y Panamá. Las rutas y métodos de trasiego son más que conocidas, la pregunta es qué implicaciones tendrá la guerra por venir.
 
En EU ya se preparan acusaciones colectivas contra Guzmán Loera y su socios por las miles de vidas perdidas a causa de las sobredosis de heroína. Estas se sumarían a las denuncias de asociación delictuosa, posesión ilegal de armas, narcotráfico, lavado de dinero y homicidio.
 
Dirá nombres de sus vínculos políticos, pero él sabe lo que hace. No será a las autoridades a quienes les confiese. Él, según sus abogados, desconfía de la justicia mexicana y no hablará con sus socios del narco-poder, sino con el contrapoder: la prensa independiente.
 
¿Qué opina PGR-SEIDO de que el líder criminal quiera hablar en EU y no en México? Y qué hay de la justicia para los cientos de miles de víctimas directas e indirectas de México cuyas vidas han quedado tocadas por el secuestro, las drogas, la trata para fines de narco-agricultura, el sicariato, la explotación sexual.
 
¿Qué hay de nuestras colegas asesinadas o los periodistas desaparecidos por desobedecer al crimen organizado? Por razones aún incomprensibles, los abogados de Guzmán Loera aseguran que la justicia no llegará para las víctimas mexicanas, que esto es un asunto de política y negocios, no de justicia.
 
Mientras más revelaciones obtenemos de estos grupos criminales, más evidente es que su comportamiento y la confianza que muestran en la eventual impunidad son casi idénticos al comportamiento y confianza que muestran los políticos más corruptos de México.
 
Las negociaciones del tipo de encierro que busca el fundador del Cártel de Sinaloa parecen estar muy lejos de ser vistas como un castigo por conductas antisociales operadas por la delincuencia organizada, que ponen en riesgo la gobernabilidad, la seguridad y la paz social.
 
Después de la teatralización de la esperanza con la visita del pontífice a México, veremos cómo avanzan las negociaciones políticas en esta guerra de poder. Seguro muchos estarán rezando.
 
*Plan b es una columna cuyo nombre se inspira en la creencia de que siempre hay otra manera de ver las cosas y otros temas que muy probablemente el discurso tradicional, o el Plan A, no cubrirá.
 
16/LCR/RMB

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Esta semana se cumplirán seis meses del homicidio de nuestro colega, el joven reportero Rubén Espinosa Becerril y de la activista de los Derechos Humanos Nadia Vera Pérez.
 
Ellos no sólo compartían esa amistad que se profundiza con la persecución y el aislamiento, algo más profundo les unía: un tejido imperceptible a los ojos de quienes se niegan a estar enterados, a comprender.
 
En este mundo algunos se lanzan a las profundidades oscuras y complejas del comportamiento humano para preguntarse las razones y motivaciones de quienes hacen daño y de quienes lo remedian, frente a ellas y ellos están quienes deciden nadar en la superficie, temerosos de mirar al fondo admiran el resplandor del sol sobre las aguas, aceptando sin chistar las respuestas falsas a las preguntas importantes.
 
Se elige una carrera como el periodismo o el activismo de Derechos Humanos por un impulso vital, necesariamente iluso. Sin embargo el compromiso que madura exige la comprensión y el reconocimiento de la responsabilidad, la tarea conlleva la clara aceptación de pertenecer a un mundo en que la felicidad simplona no tiene cabida.
 
Comprender y enfrentar las atrocidades perpetradas por los poderosos, o por quienes eligen el crimen como forma de vida, implica la pérdida de la inocencia. Vivir con miedo no es cosa de cobardes, eso lo sabía muy bien Nadia Vera.
 
Porque la cobardía en realidad es el exceso de prudencia que impide abrir las puertas que otros cierran, las ventanas que urge abrir para respirar transparencia. Esa prudencia maniatada que recomienda al oído de muchos no meterse en la vida de las víctimas para no salir herida, que incita a mirar al otro lado cuando una injusticia cae feroz sobre el prójimo.
 
Ser periodista o activista en estos tiempos no es tarea para débiles ni para corruptos. Aunque algunos de los que sirven al poder se infiltran en ambos oficios, necesariamente son evidenciados poco a poco por la sociedad que se decanta por aquellos que resultan congruentes, constantes, profesionales.
 
Rubén y Nadia sabían que vivimos en una situación impensable hace una década, uno de los efectos más notables de internet consiste en cambiar la distancia entre el tiempo y el espacio.
 
Activistas y periodistas por igual nos enfrentamos al caos cultural que resulta de la cruza entre la información y la reacción social frente a ésta.
 
Rubén entendía que las élites y autoridades han perdido el control de la información, pero no sólo las élites empresariales y políticas, también las que conforman el vasto mundo de la delincuencia organizada que integra a algunos jefes policiacos, jueces, y procuradores. 
 
Poco antes de ser asesinada, Nadia intentaba comprender a profundidad la diferencia entre la vigilancia legítima de los cuerpos de Inteligencia para la Seguridad Nacional, y la creciente intrusión ilegal operada por gobernadores preocupados por ocultar sus delitos.
 
Tanto Rubén como Nadia estaban en la Ciudad de México buscando refugio y abrigo de la violencia en Veracruz, ayudados a su vez por activistas paralelamente espiados y perseguidos.
 
Son muchas las razones que han llevado al homicidio, persecución y desaparición de activistas y periodistas en México; tal vez la más notable es la irritación de los poderosos frente a la desobediencia civil.
 
Rubén y Nadia sabían que su trabajo formaba parte de un movimiento desestabilizador de la ignominia, del Estado represor, del sistema político que viola sus propias reglas para subsistir. Su juventud no les impidió estar dispuestos al riesgo. Ellos sabían que en la medida en que comprendían mejor los sucesos del país, perdían la inocencia y la felicidad; eso no significa que no hubieran aprendido a rescatar momentos de alegría por una tarea ética bien lograda.
 
Alguna vez le preguntaron al filósofo Bertrand Russel: Si le dieran a escoger entre ser feliz o saber más ¿qué elegiría? Él respondió: “Es extraño, pero preferiría seguir aprendiendo”. No cabe duda que vivimos más inquietas en la medida en que nos hacemos más y mejores preguntas para informamos, para entender mejor.
 
Miles de personas decidimos conscientemente sacrificar la felicidad simplona de la negación y la ignorancia, porque al final del día explorar y comprender el por qué y el cómo de la realidad es el primer paso para trabajar en un sentido diferente.
 
No cambian el mundo quienes en aras de ser felices se niegan los problemas de su comunidad. Ellos, en gran medida, terminan convirtiéndose en parte del problema porque en contextos de corrupción en cadena como el nuestro, quienes van con la marea se convierten en reproductores de la normalización de la injusticia y la corrupción. Rubén y Nadia iban contra la corriente, su vida valió la pena y buscar justicia para ellos es reivindicar ese hecho concreto.
 
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16/LCR/RMB

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No importa lo que digan, este PRI sí es nuevo, al menos en los estados de la República las transiciones políticas ya no son ni serán las mismas que antes del 2000 cuando Fox, de la mano del electorado, rompió la barrera del presidencialismo convencional.
 
Esta nueva oleada de virreyes y narcopolíticos lo quiere todo y no disimulan.
 
Cada vez que incrementan las violaciones a los Derechos Humanos, los secuestros, las violencias criminales alguien asegura: “Dicen que el presidente ya regañó al gobernador”; buena parte de la sociedad persiste en repetir el discurso del presidencialismo tradicional.
 
Pero la evidencia demuestra que Peña Nieto ha perdido por completo el control de sus propios gobernadores, la corrupción descarada no es punible desde la mirada de alguien que la ejerce con tanto descaro.
 
Al habitante de Los Pinos le sirven los estados por sus maquinarias electorales bien afinadas, ellas son parte de un sistema que aún funciona mejor de lo que quisiéramos; por lo demás los deja gobernar como les place.
 
Esto viene a cuenta porque este año Sinaloa y Quintana Roo tienen elecciones para gobernadores; en ambos estados se cuecen habas, en el noroeste por la influencia evidente del cártel dominante cuyo líder, ahora libre, seguirá intentando gobernar municipios y el propio estado.
 
Allá la gente sueña con que un independiente les libre de una elección de Estado criminal, pero todo indica que Manuel Clouthier, el único con la credibilidad y la preparación, no se lanzará este año. En Sinaloa se murmura que el asesinato del padre podría repetirse en el hijo si tiene la valentía. Esperemos que se equivoquen.
 
Sinaloa no es el único estado del país en que el homicidio de un candidato podría ser la salida de las mafias que han tomado el poder. El mes pasado una camioneta en la que viajarían el precandidato y subsecretario de Innovación y Desarrollo Turístico, Carlos Joaquín y su esposa, tuvo un aparatoso accidente carretero en una zona en la que los teléfonos celulares no tienen señal.
 
Joaquín y su esposa decidieron de última hora no subir en el vehículo, nadie lo sabía. Casi inmediatamente que sucedió el trágico accidente que arrebató la vida a una familia local con la que se impactó la camioneta en la que supuestamente viajaría el candidato a la gubernatura de Quintana Roo (QR), los troles de redes sociales y algunos medios cercanos al gobernador acusaron de asesino al candidato.
 
Aseguraron, sin una sola evidencia, que el chofer había huido de la escena, cuando en realidad los tripulantes estaban severamente heridos y uno de ellos quedó en coma. Nadie mencionó la presencia de un tráiler que se lanzó contra la camioneta que terminó volteada en un vado.
 
Ahora la PGR ha recibido un informe detallado de los hechos que no coinciden en absoluto con la noticia original que parecía un copia-pega en los diarios progobierno.
 
Es bien sabido que el gobernador de QR, Roberto Borge, ha expresado frente a empresarios y políticos que jamás llegará al poder Carlos Joaquín; el mandatario local incluso ha hostigado a empresarios que se han reunido con el hermanastro de Pedro Joaquín Coldwell, ex gobernador de la entidad y actual secretario de Energía.
 
La guerra intestina dentro del propio PRI en el estado hace cada vez más evidentes los alcances de las venganzas de cada grupo; el gobernador ha quemado a un candidato (Góngora) para proteger a otro (Toledo).
 
Lo que le ocupa es que quede en su lugar uno de los suyos, que le proteja y evite que le investiguen cuando no tenga fuero. Teme que investiguen las desapariciones forzadas y el despojo multimillonario en Tulum y Majahual orquestado por él y su socio Félix González (ex gobernador del estado).
 
Teme que evidencien cómo secuestró al Poder Judicial y los 10 casos emblemáticos de tortura, entre ellos el de Héctor Casique Fernández y el de Pedro Canché. El primero sigue preso a pesar de la orden judicial de liberarlo; el segundo salió libre gracias a la organización internacional Artículo 19.
 
Borge teme que se evidencien en un juicio todos los actos de corrupción, el robo de tierras, el aumento en el trasiego de drogas y de personas traficadas desde la frontera con Chetumal, porque violenta y hostiga lo mismo a periodistas que a empresarios que no se cuadran a sus intereses.
 
Ha gastado sumas multimillonarias para publicar panfletos y clonar medios a su antojo. Ha sometido a QR al peor endeudamiento de la historia para el estado que más recursos aporta al PIB nacional.
 
Mientras el PRI juega sus juegos mortales, Morena se ha convertido en QR en la fuerza política más potente que hayamos tenido como oposición.
 
Borge y sus actos de brutalidad han causado lo que el PRD nunca logró: unir a cientos de miles de personas jóvenes a sumarse a un partido opositor; si Morena no elige mal a su candidato tal vez le dé una sorpresa al país.
 
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Hay muchas maneras de tener familia, nos dijo mi madre aquella mañana en que entramos por primera vez al orfanatorio en la colonia San Pedro de los Pinos en la Ciudad de México. Una monja de hábito blanco abrió la puerta, llevaba lentes y una sonrisa le dividía la cara de punta a punta. Tenía los dientes más grandes que había visto en mi corta vida. Debíamos conocer el orfanatorio para decidir cómo organizaríamos la posada para las niñas que en él vivían.
 
Teníamos once y trece años,  mi hermana Sonia, mi prima Mónica  mis dos tíos y yo seguimos a la santa mujer con mi madre a un salón de clases. El edificio parecía una pequeña escuela, abajo los salones, las oficinas y el patio, arriba las habitaciones y la enfermería. Acordaron que produciríamos la posada para la segunda semana de diciembre. El tío Manuel, mi héroe, tocaba la guitarra y cantaba (según yo como Serrat), su mirada acampaba ternuras en mi corazón. Pepe, su hermano gemelo, tenía el sentido del humor más delicioso, su sonrisa abría caminos y detenía tormentas. De vuelta en casa nuestra tarea consistía en convencer e inspirar  a amistades de la escuela para organizar una posada con teatro y música, hacer piñatas y conseguir los dulces. Las sesenta niñas que habitaban el orfanatorio esperaban emocionadas la sorpresa.
 
El primer año fue puro aprendizaje. Nuestro pequeño ego de niñas clasemedieras nos había hecho creer que éramos las protagonistas del día, después de todo llevaríamos una fiesta caritativa bastante bien producida a esas chicas vulnerables y abandonadas. Una niña sin brazos, con unos pies pequeñitos casi pegados a la cadera (víctima de la Talidomida) estaba ya lista en una silla especial en el patio. Todas lindas, recién bañadas y peinadas nos recibieron como recibe la dueña de la casa. Ana fue la primera niña con Síndrome de Down que conocí, me tomó de la mano para darme un tour por las habitaciones. Paredes tapizadas de dibujos increíbles y unos cuadros al óleo que, según me contó, fueron pintados por la niña de los pies chiquitos. Descubrí que cuando una hermana les caía mal podían descansar de ella y cambiar por otra (me pareció una opción genial).
 
Vieron nuestra obra de teatro y aplaudieron como si estuviesen en Carnegie Hall. Conforme cantamos los villancicos, zarandeamos la piñata a golpes y compartimos caramelos, mi vida cambió para siempre y la atea incipiente que yo era se relajó un poco. Cuando eres niña lo diferente y desconocido te inspira temor; pensaba  en el orfanatorio como representación del abandono; comprendí que también significaba la solidaridad de una familia elegida por los afectos y las ganas de vivir. Una niña que fue hallada recién nacida tirada en un basurero contaba su historia con el orgullo de una montañista que conquistó el Himalaya. Desde niña soy muy valiente, me dijo mientras yo aguantaba las lágrimas tragando saliva salada.
 
Dos años después mi maestro de teatro, Oscar Liera, nos ayudó a montar El mensajero del Rey de Tagore para el orfanatorio. Cada año, hasta que cumplí dieciocho y me fui de la Ciudad de México llevamos posadas; había niñas y bebés nuevas. La chica sin brazos seguía allí, casi adulta, sonriente, pintando con los pies y leyendo; sus cuadros se vendían en San Ángel. La chica con síndrome de Down ya con una vida fuera de la casa de ventanas verdes, se convirtió en una de tantas voluntarias que organizaban eventos para la hermandad de valientes.
 
Mi madre siempre supo que no bastaba con señalar lo que sucedía en el mundo, importaba hacernos partícipes de lo posible. Esas visitas anuales al orfanatorio trastocaron drásticamente la representación del mundo que me había hecho hasta la pubertad.
 
Diciembre desde entonces es para mí el mes en que aprendí a ser Persona. 
 
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15/LCR/GGQ

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Incluso los cínicos y los incrédulos ganarán con los logros de una sociedad rebelde. No tengo la menor duda de que la consistencia, la perseverancia y la congruencia ayudan a elevar las causas más importantes a verdades históricas, a hechos innegables. Esta semana las mujeres de Arabia Saudita, uno de los países con el capitalismo salvaje más abiertamente sexista, salieron a votar por primera vez y más de una docena resultaron electas. Su logro no se basó en las armas de una guerra contra el terror que simula búsquedas democratizadoras sino en el persistente movimiento feminista de abogadas, médicas, escritoras, amas de casa y activistas que durante veinte años, bajo el velo y la burka crearon un movimiento que logró romper el techo de cristal más evidente: el electoral. Dentro de un par de décadas congresistas saudís dirán que son el resultado de la utopía de sus madres y sus abuelas, y tendrán razón.
 
Paralelamente en París sucedieron cosas inimaginables que no lograron las ocho columnas de una masacre, pero que cambiarán desde ya la historia de la Tierra. Millones de personas de diversos países se unieron por la causa contra el calentamiento global y las energías limpias. La organización Avaaz.org jugó un rol fundamental para intercomunicar a rebeldes de todo el planeta. Las marchas desde Brasil hasta Australia, España, México, Estados Unidos y Argentina se unificaron con una fuerza y consistencia inimaginable. Las y los mandatarios del mundo entraban y salían de las sesiones en las que unos negaban el calentamiento global y otras advertían su peligro.
 
El equipo Avaaz entregó al Secretario General de la ONU el documento con cientos de miles de firmas de todo el mundo exigiendo medidas concretas y responsables sobre el uso de energías limpias y las catástrofes globales que han causado las políticas energéticas. En los pasillos se escucharon discusiones que no respondían a la violencia sino a la información. Modi el ministro de la India que originalmente estaba votando en contra de las nuevas medidas confesó a un medio por qué cambió su voto de última hora. “En los pasillos hay una pantallas gigantes, estaban pasando imágenes de  las inundaciones de Chennai y los testimonios de los sobrevivientes de la tragedia ambiental. Hay algo concreto que debemos hacer para detener los avances del calentamiento global”.
 
Como hormigas perfectamente organizadas el equipo de activistas de Avaaz, con representantes de diversos países, llevó a cabo 45 acciones focalizadas en 14 días. La información fidedigna, su análisis claro, las soluciones posibles y las mejoras potenciales mostradas por este impresionante movimiento horizontal, que suma redes de millones de personas que defienden los mismos derechos globales, fue impresionante.
 
Las y los rebeldes empapelaron París de carteles con las caras de los representantes de los peores grupos de presión de las empresas de combustibles fósiles y negacionistas del cambio climático, exigiendo a los ministros que los ignoraran. Se consiguió así que la representante de la mayor compañía minera del mundo se retirara del todo de las negociaciones. Cuando se supo que Argentina y Arabia Saudita iban en contra del acuerdo, los miembros de Avaaz de estas dos partes del mundo iniciaron acciones urgentes y consiguieron una extensa cobertura mediática. En Argentina el presidente electo, que se había comprometido al uso de energías renovables, se vio forzado a mandar una delegación a París a votar adecuadamente. Mientras el gobierno saudita estaba tan preocupado por la atención pública señalando sus ecocidios que un abogado de reino amenazó con demandar a las activistas por decir la verdad.
 
La ministra alemana  agradeció a Avaaz por hacer que ella y su delegación se sintieran respaldadas durante las negociaciones. Por si fuera poco, los donativos de miles de personas hicieron posible recaudar cientos de miles de dólares para reforzar la presencia de las Islas Marshall en las negociaciones. Su ministro se convirtió en uno de los héroes de París al anunciar la Coalición de Alta Ambición, que salvó la tóxica brecha norte-sur y consiguió que 100 países se pusieran a trabajar juntos; hasta Brasil se sumó.
 
Para lograrlo señalaron a los países que estaban bloqueando el progreso en materia climática, con una petición de 2,7 millones de firmas entregadas en persona a todos los ministros clave. Las y los chicos de Avaaz siguieron a la canciller alemana, Angela Merkel, por los eventos públicos, instándola a ser una heroína climática. Finalmente los líderes del G7 dijeron adiós al uso de combustibles fósiles, comprometiéndose a eliminar la contaminación por CO2 en el transcurso de este siglo.
 
Es fácil descartar la acción social multimedios, o incluso asegurar que quien firma una petición desde la comodidad de su hogar o quien sale a marchar una tarde en su ciudad no logra nada; la vocación fatalista frente a los movimientos sociales impide que se reconozcan los grandes logros donde los hay. Hay que reconocer la visión y acción de las mujeres saudís y de un grupo genial de jóvenes visionarios creadores de Avaaz, hoy convertida en una red de Derechos Humanos y ambientales de 45 millones de personas en el mundo. Este pequeño grupo que una tarde de lluvia de ideas, encabezado por Ricken Patel, decidió trabajar para cerrar la brecha entre el mundo que tenemos y el que la mayoría queremos, acaba de demostrar que no se precisa violencia, guerras o imposición para darle un giro a la política mundial.
 
Twitter: @lydiacachosi
 
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15/LC/GGQ

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En la mayoría de los hogares mexicanos se mencionaron los ataques terroristas en Francia. No solamente se habla del terror, de ese video que circuló por doquier grabado por un periodista en que la gente corre, grita, se desangra y pide ayuda.
 
Se repiten insistentemente mentiras, lugares comunes, discursos que producen más separatismo, más racismo, más violencia y odio, más sinsentido.
 
No hay nada simple en lo que se ha convertido en esta famosa “guerra contra el terrorismo” iniciada en Estados Unidos, pero el peligro de no entender un mínimo de la situación nos hace presa de la promoción de una guerra que se basa en una premisa falsa.
 
El experto Arun Kundnani, autor del libro “¡Vienen los musulmanes!” (The muslims are coming!) y “Open Democracy”, así como otras especialistas se han dado a la tarea de desentrañar  las mentiras más comunes sobre el terrorismo. Estos son algunos hechos para reflexionar:
 
Existen diversos grupos que se denominan Estado Islámico (ISIS, en inglés); no siguen un mismo mando militarizado, aunque sí se inspiran en las arengas de un líder moral; cada grupo de ISIS, desde Boko Haram hasta ISIS-Irak, tienen sus propias motivaciones y una que les une en particular: el resentimiento a las invasiones colonialistas y a las guerras que han impuesto valores occidentales como los únicos válidos y “civilizatorios”.
 
Los reclutas del Estado Islámico (EI) no siguen una religión, en su mayoría son dominados justamente por la falta de ideología. Son fanáticos de la violencia y en general proscritos por las guerras invasoras petroleras que sumieron en la pobreza a varios países, desde Afganistán hasta Pakistán y Somalia, entre otros.
 
Los expertos coinciden en que en todo el mundo no hay más de 45 mil reclutas del EI.
 
Millones de ciudadanos que se rebelan contra las políticas colonialistas que buscan controlar el petróleo están, en pleno derecho, contra el terrorismo y a la vez contra el colonialismo euro-norteamericano.
 
La retórica de “la guerra en Oriente” ayuda a creer falsamente que es mejor ir a matarlos allá, antes de que ellos vengan a matarnos al occidente. La guerra contra el terror ha matado mil veces más personas que los ataques terroristas.
 
Durante los últimos 14 años se han gastado miles de millones de dólares en una “guerra contra el terror” bajo el engañoso discurso de que todo es por “civilizar” a los países de oriente, cuando en realidad se han dado para tener control del petróleo y los energéticos.
 
Las petrocracias de los Emiratos Árabes son profundamente corruptas, fortalecidas gracias al “lavado” de dinero y la mano de obra esclava; son sexistas y no respetan los Derechos Humanos, pero su visión capitalista les permite tener buenas relaciones con EU.
 
El presidente Barack Obama insiste en utilizar el argumento antiterrorista, para normalizar los asesinatos extrajudiciales cometidos por drones en zonas de civiles.
 
Es falso que la violencia usada por los agentes terroristas es irracional y la ejercida por los gobiernos occidentales es racional: ambas son irracionales e igualmente mortales.
 
El EI no es hijo del fanatismo musulmán, es el hijo de la globalización y el colonialismo. Es un monstruo, ciertamente, pero nació luego de las invasiones a Irak en 2003. Irónicamente, quien les da el dinero son las élites de Arabia Saudita y del Golfo Pérsico, que a la vez son aliadas de los norteamericanos.
 
Rusia e Irán han sido responsables de mantener el régimen de Bashar al-Assad, responsable de más asesinatos que los cometidos por el EI en todo el mundo. El papel de estos dos países en sostener artificialmente la guerra en Siria fortalece al EI.
 
Mientras que las milicias kurdas, que han logrado combatir efectivamente a agentes del EI, son falsamente consideradas terroristas por ser enemigas de Turquía, actual aliado de EU.
 
Las y los musulmanes del globo viven una injusta carga moral y social en contra de su religión. Se ven obligados a explicar que están en contra del EI para no ser tachados de terroristas.
 
La ideología religiosa islamista no convierte a las personas en terroristas, sin embargo los medios se han dedicado a propagar falsamente que esta es una “guerra musulmana” generando más racismo, separatismo y discriminación.
 
La respuesta a este terrorismo, dice Arun Kundnani, es una política mundial anti-racista, anti-imperialista y anti-capitalista que respete las demás culturas y no intente someter a todos los países al neoliberalismo del imperio norteamericano.
 
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15/LCR/RMB

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“Yo estoy ahorrando mis 70 pesos diarios para ir y venir en taxi al trabajo. No quiero que me maten”, escuché decir a una joven peluquera de Cancún.
 
Silvia se refiere a los 14 casos de feminicidio registrados recientemente en Quintana Roo (QR), pero a los que no lo fueron también, porque la impunidad genera miedo.
 
Ella trabaja en una estética en la avenida Bonampak, la más cercana a la Zona Hotelera de Cancún y todavía considerada parte del bloque de negocios y hogares de primer nivel, donde turistas y la clase alta se mueven, viven y compran frente al mar.
 
Hace dos días una joven salía del trabajo en un supermercado de lujo en dicha avenida; eran las 10 de la mañana, sí de la mañana. Mientras caminaba por la avenida a plena luz del día un sujeto desconocido comenzó a seguirla. Ella apresuró el paso, entonces él le gritó “si te alcanzo te mueres” y ella corrió más rápido hasta llegar a refugiarse en un sitio de ambulancias. El sujeto se dio a la fuga y la policía nunca llegó porque “no había delito”.
 
Lo cierto es que al menos tres de los asesinatos ocurridos en las últimas semanas parecen haber sido perpetrados por la misma persona. Y uno de los detenidos es, claramente, un falso positivo arrestado para proteger la imagen del gobernador.
 
Mientras el Observatorio de Violencia Social y de Género de Cancún, institución que se ha ganado un prestigio a nivel nacional, frente a la ONU y otras instancias de Derechos Humanos, ha revelado el incremento de violencias e impunidades en QR, el gobernador Roberto Borge, ya metido de lleno en la transición política de 2015, salió a declarar que “quien denuncia feminicidio atenta contra Quintana Roo y pretende hacerle daño a la industria turística que vive del buen nombre del estado”.
 
Borge se lanzó al ataque contra el Observatorio, como si esta institución que lleva a cabo investigaciones académicas de largo aliento con metodología impecable, atacara por decir la verdad.
 
Lo mismo sucedió con los pocos medios y periodistas que se han atrevido a revelar los hechos: el gobernador se siente personalmente agraviado, no porque crea que quien critica al estado lo critica a él, sino porque está claramente obsesionado con dar la imagen de un buen gobernante mientras los hechos demuestran lo contrario.
 
Al menos cinco de las ocho muertes violentas de mujeres en QR califican dentro del tipo penal de feminicidio, que es aplicable en el estado desde la aprobación de la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia de Quintana Roo (LAMVLV).
 
No sólo eso: la propia Suprema Corte ordenó desde hace dos años que todo juzgador investigue la violencia homicida contra mujeres y niñas desde la perspectiva de género como mandata la LAMVLV.
 
Esto significa que toda investigación debe basarse en el artículo 86 bis del Código Penal del estado que establece que: quien mata a una mujer con dolo y comete actos de violencia feminicida como violencia sexual, antecedentes de violencia doméstica, mutilaciones infamantes o degradantes, acosos u hostigamiento, y exhibición pública del cuerpo como parte del rito homicida, comete feminicidio.
 
Borge aseguró en un noticiario local de radio que el asesino de la mujer muerta en la Zona Hotelera ya está detenido, dando por juzgado el caso.
 
No solamente debió decir, de acuerdo con la ley, que el presunto responsable fue detenido; además omitió decir lo que esta reportera confirmó con un alto mando de la policía estatal: que el detenido fue llevado desde Chetumal a Cancún, que había sido señalado por delitos vinculados con el narcomenudeo, que no se le podía volver a juzgar por el nuevo sistema de juicios orales, y que por órdenes del gobernador lo mandaron para inculparlo falsamente por el homicidio. La fabricación de culpables es ya una práctica común en el estado.
 
El gobernador puede amenazar a activistas y periodistas, puede descalificarles y atacarles con bots, trolls y panfletos, puede comprar el silencio de algunos medios; lo que no puede es ocultar la realidad: el estado es el número dos en explotación sexual infantil; el cuatro en consumo de pornografía infantil, y los secuestros se han incrementado 34 por ciento en este sexenio.
 
Las mujeres en el estado ganan 52 por ciento menos que los hombres. El municipio de Solidaridad (Playa del Carmen) tiene el índice más alto en trata para la mendicidad en el sureste.
 
Borge es quien más ha endeudado al estado con la mayor deuda per cápita del país, 8.3 por ciento del PIB, es decir, con Borge el endeudamiento público creció 115 por ciento.
 
Los hoteleros han denunciado la opacidad y desaparición de recursos del Impuesto al Hospedaje. En enero, Borge reportó que se invirtieron 170 millones en la industria agropecuaria, pero los campesinos demuestran con documentos que sólo se les entregaron seis millones de pesos.
 
Según el Inegi, la extorsión aumentó 54.8 por ciento, el robo con violencia 59 por ciento, y la violencia sexual a locales y turistas 32 por ciento.
 
Los fraudes por 118 millones de dólares cometidos y avalados por Félix González y Roberto Borge contra empresarios hoteleros y restauranteros en Tulum no tienen precedente histórico. 
 
Las declaraciones políticas se contraponen a la realidad, lo cierto es que el único rubro en que QR crece es en el hotelero y ése depende de los empresarios y no del gobierno local. Es un hecho que la ingobernabilidad no se puede ocultar ni con insultos ni con amenazas.
 
Twitter: @lydiacachosi
 
*Plan b es una columna cuyo nombre se inspira en la creencia de que siempre hay otra manera de ver las cosas y otros temas que muy probablemente el discurso tradicional, o el Plan A, no cubrirá.
 
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“Soy del país que nació a medianoche. Cuando estuve a punto de morir era poco más del mediodía”. Así comienza el diario de Malala Yousafzai, la joven que a los 14 años comenzó una campaña en su natal Pakistán para que todas las niñas tuvieran acceso a la educación.
 
Su padre fundó una escuela en su juventud y Malala desde pequeña descubrió que la educación era un privilegio, un derecho, una herramienta para entender el mundo.
 
A los 10 años tenía claro que sus amigas de la escuela para niñas tendrían un futuro diferente con educación; la mayoría quería ser médica o profesora.
 
En un país donde la educación para las niñas es mal vista por el poder emancipador que conlleva aprender a descifrar el mundo y sus misterios, ellas desde pequeñas sabían que cada día habrían de defender su derecho a la libertad, a la educación y a la igualdad.
 
Malala vivió durante un año con amenazas de muerte de parte de los terroristas talibanes, quienes la consideraban un peligro para el país por ser una niña defensora del derecho a la educación y a la libertad.
 
Todo estaba en su contra, era pequeña, pertenecía al género femenino, es valiente y no estaba dispuesta a abandonar la escuela para ocultarse bajo un velo oscuro esperando a un marido a quien atender como una sierva fiel.
 
Una y otra vez escribe en su diario que estaba convencida de que los talibanes no serían capaces de dispararle a una niña. Pero lo hicieron.
 
“Me dispararon un martes a la hora de comer. El jueves por la mañana mi padre estaba tan convencido de que iba a morir que le dijo a mi tío que prepararan los funerales”. Contra todo pronóstico no solamente sobrevivió a un disparo a quemarropa en la cabeza, un coma inducido y una infección generalizada; cuando volvió en sí se dedicó a leer y a escribir, y recuperó todos sus sentidos de forma casi milagrosa.
 
Esta joven recibió el Premio Nobel a los 16 años y se convirtió en un símbolo global de la protesta pacífica por el acceso a la igualdad y a la educación.
 
Recientemente publicó su diario “Yo soy Malala” (Alianza Editorial), un documento inspirador que nos recuerda lo que constantemente olvidamos en México: que la voz de las niñas debe ser tomada en cuenta por la sociedad.
 
Vi a Malala de cerca, me recordó a cantidad de jóvenes mujeres mexicanas activas, inteligentes, atrevidas, inspiradoras, felices de asumir su poder y liderazgo; sin duda, México debería de estar lleno de niñas así, seguras y felices de asumir su protagonismo como constructoras de ciudadanía juvenil. Pero no debemos mirarlas sólo a costa de haber sido víctimas de machismo violento.
 
El 44.2 por ciento de la población total mexicana son niñas, niños y adolescentes sumidos en la pobreza, y cuyos derechos básicos a la alimentación, educación y salud no están cubiertos, y de seguir con las mismas políticas económicas y sociales se convertirán en la población adulta con menor acceso a la educación.
 
En los Índices de Desarrollo Humano, las niñas, niños y jóvenes del Distrito Federal y de Nuevo León tienen el bienestar parecido al de sus pares en Argentina; en cambio, Chiapas y Oaxaca son más similares a Siria o Nigeria, los países con mayor desigualdad, pobreza y falta de escuelas para la población menor de 18 años.
 
México tiene sus Malalas en Chiapas, en Oaxaca, en la zona maya de Quintana Roo y Yucatán.
 
Miles de niñas que se rehúsan a ser esclavas del sexismo que las considera sirvientes de la familia, que las entrega como esclavas domésticas. Para ellas el enemigo no es un terrorista radical, es mucho peor: es una masa difusa de machismo y racismo internalizado y normalizado en la sociedad, en los gobernadores que jamás les miran, ni les escuchan, ni las toman en cuenta.
 
El país, como el mundo, está lleno de niñas valientes con sueños de cultura y libertad. Malala es un ejemplo; ella nos llama a escuchar y acompañar a las niñas, asegurar su educación y sus libertades desde donde estemos y con los recursos personales con que contemos hemos de estar con ellas, porque educar a una niña es reeducar al mundo, es empoderar a las educadoras.
 
Twitter: @lydiacachosi
 
*Plan b es una columna cuyo nombre se inspira en la creencia de que siempre hay otra manera de ver las cosas y otros temas que muy probablemente el discurso tradicional, o el Plan A, no cubrirá.
 
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Porque la democracia no se construye desde la sumisión #NoNosCallarán.
 
Porque mis colegas activistas no merecían la muerte #NoNosCallarán.
 
Porque todas las vidas humanas importan  #NoNosCallarán.
 
Porque queremos elegir a quién escuchar en la radio #NoNosCallarán.
 
Porque sabemos que los dueños de los medios nos son propietarios de la realidad #NoNosCallarán.
 
Porque nadie se merece vivir en la huida a costa de su honestidad #NoNosCallarán.
 
Porque someter al escrutinio público al gobernador corrupto es nuestro derecho #NoNosCallarán.
 
Porque entendemos que por cada corruptor se necesita otro dispuesto a corromperse #NoNosCallarán.
 
Porque hemos de pronunciar los nombres de los periodistas prostituidos, cómplices de un sistema censor y degradante #NoNosCallarán.
 
Porque sí somos capaces de comprender lo que significa el ocultamiento de los conflictos de interés y su aval político #NoNosCallarán.
 
Porque estamos seguras de que no somos ni seremos un país de mujeres desechables #NoNosCallarán.
 
Porque tenemos claro que un sistema de justicia penal renovado puede cambiar a este país #NoNosCallarán.
 
Porque tenemos derecho a elegir quién gobierna nuestras ciudades y quién administra nuestros impuestos #NoNosCallarán.
 
Porque sabemos que en cada migrante hay un sueño vital y un derecho inalienable #NoNosCallarán.
 
Porque ninguna niña o niño merece vivir bajo el yugo de la violencia, el abuso y el hambre #NoNosCallarán.
 
Porque si defendemos la cultura y la educación que nos fortalecen e iluminan, protegemos la libertad de expresión #NoNosCallarán.
 
Porque la industria armamentista y la de narcóticos no nos convertirán en rehenes de su economía #NoNosCallarán.
 
Porque mis colegas periodistas no debieron desaparecer, ni morir, ni sufrir de persecución hasta sus últimos días #NoNosCallarán.
 
Porque por más que se cierre el cerco informativo, aprenderemos a pasar sobre él, seguras de que tenemos el deber y el derecho #NoNosCallarán.
 
Porque la última palabra en cómo será un mejor sistema político mexicano aún no está dicha y nadie la impondrá a golpe de censura y terrorismo de Estado #NoNosCallarán.
 
Por ustedes, por sus hijos, nuestras hijas y por nosotras #NoNosCallarán.
 
*Plan b es una columna cuyo nombre se inspira en la creencia de que siempre hay otra manera de ver las cosas y otros temas que muy probablemente el discurso tradicional, o el Plan A, no cubrirá.
 
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