Inicio Columna Transmutaciones

Transmutaciones

En esta columna encontrarás diversos temas como acceso a salud, a la justicia, laboral, Derechos Humanos, política, desde la perspectiva de género

A pocas semanas de las elecciones y a menos de seis meses del cambio de gobierno, el Ejecutivo y sus aliados en el Legislativo han promovido, y casi logran, la aprobación de reformas legales para garantizarse –  y/o garantizar a la próxima administración-  un poder mayúsculo que, dada la militarización ya predominante, lleva a preguntarse si su única expectativa es que su candidata  y suspirantes al Congreso alcancen la mayoría para seguir debilitando a las instituciones y contrapesos y ampliando su alianza con las fuerzas armadas, o si suponen que, llegue quien llegue a la presidencia, se verá obligada a amnistiar a determinados personajes o a defender actos o leyes que afectan o han afectado los derechos humanos de personas o colectividades.

Aun para quienes no somos especialistas en derecho resultan inquietantes en efecto las reformas a la Ley de Amparo y la Ley de Amnistía impulsadas desde el oficialismo y que, si se consuma su aprobación en ambas cámaras, lejos de ampliar los derechos de la sociedad, beneficiarán a un gobierno de por si autoritario, centralizador y militarista.

Llama la atención que el senador Monreal haya defendido la reforma a la Ley de Amnistía en nombre del “derecho a la verdad”, pues, explicó, se perdonaría a personas acusadas/procesadas que puedan aportar información útil para  esclarecer casos de interés público.

Mencionó: San Fernando, Allende, Tlatlaya… Si incluimos en esa lista de atrocidades Ayotzinapa o alguna de las masacres en que han estado involucrados elementos de las fuerzas armadas, habría que preguntar si, en caso de haber militares acusados/procesados, se argumentará que “pueden contribuir a la verdad”.

Si esta pregunta parece extravagante, basta señalar que el presidente ha defendido a capa y espada a las Fuerzas Armadas que le negaron información al GIEI y que, según notas recientes, han procedido a desaparecer la información sobre Ayotzinapa.

No es demasiado desatinado plantear entonces la posibilidad de que se pretenda amnistiar a personajes que pueden estar involucrados en crímenes muy graves, y no solo a altos integrantes del crimen organizado, como plantean los medios.

Incluso se puede especular si esta reforma no sería un antecedente para luego intentar amnistiar a acusados de violaciones a derechos humanos – como sería ya en realidad el caso de Allende o San Fernando ¿Qué tipo de distinciones se piensa hacer en relación con graves violaciones de DDHH que siguen impunes? 

También es extraño que Monreal argumentara que con la Reforma a la Ley de Amparo, el Senado buscaba limitar la “invasión” de facultades legislativas por parte de los jueces cuando precisamente el poder judicial debe funcionar como contrapeso para evitar la aplicación de leyes inconstitucionales, como sucedió con la Ley de Seguridad Nacional el sexenio pasado o en éste con la ley de la GN.

¿Por qué no podríamos ampararnos contra la avalancha de leyes al vapor que aprobaron Senado y Cámara el año pasado sin siquiera leerlas? ¿Acaso no es una invasión de facultades legislativas que el presidente envíe leyes o iniciativas y, en vez de ser críticos, los no-representantes morenistas y sus aliados las pasen porque es lo que quiere el Supremo? ¿Quién puede creer el argumento de Sánchez Cordero de que el amparo debe servir sobre todo a los más vulnerables cuando el gobierno no ha cumplido con la suspensión de las obras del tramo 5 del #TrenDepredador?

Esas obras precisamente afectan a poblaciones vulnerables, a los derechos de la Naturaleza y provocarán una mayor precariedad de Quintana Roo y la península. El amparo ha sido una figura de vanguardia que, si bien no siempre protege de los abusos del Estado, tiene ese potencial. En estos tiempos ominosos de contubernio entre grupos de poder, políticos, grupos criminales contra la vida, la seguridad y la tranquilidad de la sociedad, es y puede resultar imprescindible.

Como si este embate legal y político contra un marco de protección de justicia de por sí endeble no bastara, esta semana estalló un gran escándalo de corrupción y abuso de poder en torno al ex ministro Zaldívar, quien- hay que recordarlo- abandonó a destiempo ese alto cargo, lo que facilitó el nombramiento de una ministra más por el presidente actual.

Sin mínima ética o decoro, el ex ministro denunciado (y no solo en demandas anónimas) ha buscado revertir el daño contra la ministra presidenta Norma Piña, como si ella estuviera partidizando un pleito personal cuando ella cumple con su deber de mandar investigar  y cuando el primero en politizar su salida de la Corte fue el propio exministro al apoyar la campaña de la candidata oficial. Más allá de la calidad moral del personaje, no parece casual que de nuevo se ataque a la primera presidenta de la SCJN, a la que el discurso oficialista no ha dejado de denostar.   

Sean cuales sean las simpatías o afinidades políticas de cada quien, la aprobación (plausible) de estas reformas es un signo ominoso más del desmesurado afán de control del presidente, empeñado de por sí en someter a los tres poderes a su voluntad.

Si además, la candidata de Morena gana la presidencia y la coalición oficialista tiene mayoría en el Congreso, estaremos cerca de un gobierno cívico-militar con exceso de poder. La elección de nuestros/as representantes es tan o más crucial que la de la próxima presidenta.

0 FacebookTwitterRedditEmail

Si el catastrófico seudo-debate presidencial del domingo pasado hubiera sido un debate escolar, estarían todos reprobados. La candidata oficial, por sus afirmaciones falsas y denostaciones de la candidata opositora sin siquiera llamarla por su nombre; ésta, por su incapacidad de demostrar si representa un proyecto de nación distinto y claro; el candidato naranja, por su frivolidad.

Ante el desdén por la ciudadanía interesada en propuestas de solución a los graves problemas del país, podemos preguntarnos cuál es la finalidad de un encuentro (por así llamarlo) donde se intercambiaron más insultos y ataques que argumentos, y se perdió la oportunidad de contrastar propuestas y definiciones claras.

Claudia Sheinbaum, además de atacar a Gálvez, adoptó el papel de buena alumna de López Obrador, con datos mentirosos, la obligada descalificación al PRIAN (que no es lo que representa Gálvez) y una desmedida (y falaz) alabanza de su propio gobierno, sin pizca de autocrítica.

Como niña de primaria ansiosa de reconocimiento, enunció una lista de dudosos premios a su administración de la capital, ignorando que la vida cotidiana aquí se ha vuelto más difícil por la deficiencia del trasporte público, la falta de agua, la contaminación y la inseguridad.

Consecuente con su desprecio hacia las mujeres, no solo eludió responder a preguntas sobre la condición de éstas, mintió acerca del descenso del feminicidio (menor al 8%), se inventó una impunidad cero, surrealista en este reino de la injusticia, evitó mencionar las desapariciones y violaciones en ascenso o la ineptitud de la fiscalía, que no ha contribuido a resolver casos de violencia vicaria y abuso sexual infantil, ampliamente conocidos.

Ni siquiera por haber gobernado la ciudad pionera en despenalizar el aborto se atrevió a pronunciar esta palabra. Para eludir la deleznable política migratoria del régimen, mencionó como receta la necesidad del “humanismo” y pasó rápidamente al sonsonete “hay que atacar las causas”. Dejó claro, desde luego, que, de llegar a la presidencia, continuará con la misma política que ha ahondado la normalización de la violencia y la crisis de derechos humanos.

Xóchitl Gálvez, por su parte, expresó interés por las mujeres, la niñez, las poblaciones LGBTTQ+ , migrante e indígena, expuso algunas medidas positivas para mejorar la salud y la educación desde la primera infancia, pero apenas rozó la superficie de los problemas.

Apostar por la tecnología sin tomar en cuenta las desigualdades regionales y sociales, insistir en la continua expansión de pensiones y becas, sin explicar mejor cómo se financiarán, sin proponer una reforma fiscal; incluir en su proyecto a poblaciones marginadas sin aludir, por ejemplo, a la falsa inclusión populista de éstas, es insuficiente.

En vez de demostrar que ella no representa al PRIAN (todos obviaron al PRD) y que es en gran medida una candidata ciudadana que ofrece una salida distinta, se enfrascó en descalificaciones repetitivas de la administración y la insensibilidad de “Claudia”, aunque le funcionó el mote que le puso a ésta, su “frialdad” no es lo más preocupante.

¿Por qué no explicó que una política social no se reduce a transferir recursos, que exige construir instituciones y servicios eficientes?, o ¿por qué no aclaró que ni el presidente ni Sheinbaum “dan becas”, que se trata de recursos públicos? Incluso, ¿por qué se dejó atrapar en la retórica de que el gobierno debe dar más y más pensiones, en vez de garantizarnos bueno servicios de salud y educación, o de agua potable?, para mencionar un problema acuciante.

De una candidata opositora se esperan propuestas que contrasten con las recetas del régimen. Si se atrevió a decir claramente que los militares deben regresar a los cuarteles, ¿por qué no expuso mejor su proyecto de país sin miedo? Difundirlo en documentos aislados no basta.

Del candidato naranja, Maynez, cuyo papel oscila entre tirarle al régimen y atacar a Gálvez, podernos rescatar que al menos mencionara el derecho a decidir – y no deja de ser paradójico que ninguna de las dos mujeres hablara claramente de este asunto de justicia y salud pública- pero mostró muy bien que no tiene nada que ofrecer.

A dos meses de las elecciones, el dilema para la ciudadanía crítica es claro: ¿queremos seguir permitiendo el predominio de los militares en la vida pública (cuya impunidad se busca garantizar más con nuevas reformas legales), la tolerancia al crimen organizado (que sigue masacrando y despojando a la población) y la normalización de la violencia, el desprecio por las libertades ciudadanas, el despilfarro de recursos y la continuidad del autoritarismo?

O ¿apostamos por una vía alterna para reconstruir instituciones democráticas, frenar la militarización y la violencia criminal, y superar en conjunto esta profunda crisis de derechos humanos, que afecta con particular saña a las mujeres y niñas? Para quien prefiera intentar vivir en democracia, falta saber si Gálvez representa una alternativa confiable o una esperanza vaga.

0 FacebookTwitterRedditEmail

El Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) de Argentina es una de las instituciones impulsoras de la investigación científica más importantes de América Latina. Sus trabajos se inscriben sobre todo en las ciencias “duras” y aplicadas, con investigaciones de punta en biotecnología y otras áreas.

En su afán de austeridad, el presidente Milei dirigió su “motosierra”, contra éste para cercenar en 20 por ciento el personal administrativo y técnico, mientras su vocero tachaba de “superfluas” sus investigaciones. No es casual que un régimen autoritario ataque a una organización científica: el desarrollo del conocimiento requiere de pensamiento crítico, imaginación e independencia intelectual, formas de pensar contrarias al pensamiento uniforme, favorito de los gobiernos que buscan obediencia y sumisión.

Tampoco es mera coincidencia la precarización destructiva del servicio público, en particular del personal especializado o de carrera, que ha arrasado en México con instituciones y áreas esenciales, aun a costa de necesidades y derechos básicos en salud, educación y cultura, despreciadas por un presidente también autoritario que prefiere derrochar nuestros recursos en megaproyectos ecocidas y en una militarización ominosa.

Aunque aquí se estigmatice a científicas, investigadores, intelectuales, voces críticas como “conservadores” o “corruptas”, el sesgo neoliberal y anti intelectual, contrario a los derechos sociales y culturales, es semejante.

En este contexto adverso al pensamiento crítico y a la búsqueda de conocimiento, en todas las áreas, destaca la valentía y lucidez con que, en el foro “Sin Miedo al Conocimiento”, respetables investigadoras, académicos y creadores reivindicaron ante Xóchitl Gálvez el valor de la educación pública, la investigación científica y la creatividad artística e intelectual.

El saldo de la política actual no puede ser más preocupante y triste: el desdén del presidente y sus cortesanas/os por el conocimiento y, el pensamiento independiente ha llevado a ideologizar la educación pública y el CONACYT, a mutilar la vida académica con el recorte de becas y la imposición de directores mediocres en centros de investigación; a asfixiar a personas y empresas dedicadas al arte, a desmantelar instituciones especializadas, como el FCE.

Ha llevado incluso a inventar delitos y violar y cambiar ilegalmente la Ley de Ciencia (como recordó el investigador Antonio Lazcano), a ignorar la obligación de los Estados de invertir el 1% del PIB en cultura… El recuento de los daños es largo. Indigna más todavía en un país con grandes desigualdades  e injusticias, que necesita pensar e imaginarse hacia el futuro y no dormirse en fábulas nacionalistas trasnochadas. 

Si sabemos que las decisiones de hoy tienen efectos a 40 años en la educación, que la educación y formación en los primeros mil días es la más importante, que el estudiantado de 15 a 18 años es el que más abandona la escuela, que la inversión del Estado en educación y ciencia ha caído estrepitosamente, como explicaron las y los especialistas reunidos ante la candidata opositora.

¿Qué estamos esperando para exigir una educación pública gratuita y de excelencia que abra las puertas a un futuro mejor?

La juventud hastiada de estudios sin salida es la que se pierde en la violencia. Para atraerla, no bastan las becas, hay que darle un nuevo sentido a sus estudios, fomentar sus intereses, cultivar sus talentos, encauzar su curiosidad. Esta educación debe ser incluyente, abierta a la diversidad e integrar la perspectiva de género, como afirmó la Dra. Silvia Ortega en este mismo foro.

Quienes enseñamos en escuelas o universidades hemos conocido a estudiantes que no leen bien, que no saben escribir… y que tienen la capacidad y el entusiasmo de aprender y entender, de interpretar una gráfica o un texto; que se emocionan con un poema o una novela, que se animan a investigar sobre historia o ecología, a dibujar o escribir…

Nuestra educación pública no debe ser un fraude. Ofrecer mediocridad bajo el falso argumento del igualitarismo es engañar a quienes creen en la educación como vía de desarrollo personal y de movilidad social; es sobre todo desperdiciar un enorme potencial intelectual y creativo. No basta con “preparar para el trabajo”. Invertir en educación de calidad, ciencia y cultura es apostar por una vida más plena y un país mejor para todos/as.

0 FacebookTwitterRedditEmail

Atrapados en un formato que fragmenta la visión personal y partidaria sobre la Ciudad de México, quienes aspiran a gobernarla y “debatieron”, en busca de nuestro voto, dieron un pobre espectáculo, indigno de una capital que puede ser “maravillosa” pero hoy enfrenta problemas graves y urgentes, que todos esquivaron.

La falta de un diagnóstico veraz que diera cuenta de la complejidad de nuestra ciudad, imbricada en la zona metropolitana, puede achacarse en parte al acartonado libreto en que la y los suspirantes a la jefatura de gobierno estaban insertos; se debe sobre todo a su falta de creatividad, de sentido crítico y autocrítico, para escapar a la lógica mercantil de “vender” propuestas deshilachadas que pueden sonar bien pero resultan incompletas, cuestionables o incoherentes.

Si alguien esperaba escuchar algún planteamiento general sobre el estado de la Ciudad, sus problemas principales, o propuestas integrales para enfrentar carencias y retos prioritarios, se habrá frustrado ante la mescolanza de autoelogios, ataques personales, acusaciones de corrupción, medidas parciales  (no políticas públicas) con que Clara Brugada y Santiago Taboada, en particular, aderezaron la función, mientras Salomón Chertorivski oscilaba entre jugar al bufón y portarse serio, con propuestas más elaboradas.

Así, lejos de mostrar que conocen bien la Ciudad, que reconocen las fallas de gobiernos anteriores, incluyendo el actual, o de aludir siquiera al hecho de que problemas como la crisis hídrica, la contaminación, la movilidad o hasta la pobreza y la inseguridad deben enfrentarse en coordinación con la federación y los estados circundantes (sobre todo el estado de México), pareciera que con extender las medidas instrumentadas en Iztapalapa o la Benito Juárez, o con mantener la línea de la “Doctora Sheinbaum”, como repetía Brugada, ya no habrá de qué preocuparse.

Para la candidata oficial debe resultar casi imposible deslindarse del gobierno actual y señalar alguna de sus fallas: seguir “mejorando” la movilidad cuando en este sexenio hemos padecido el deterioro del Metro, la ineficiencia e insuficiencia de los autobuses concesionados y públicos; o destacar la “obra pública” nueva en su alcaldía y en la ciudad, cuando el proyecto Chapultepec es un capricho inútil y  tapar un humedal es ecocida ; o hablar de la corrupción del “cartel inmobiliario” sin reconocer la del régimen ni mencionar el Programa de Ordenamiento Territorial con que este gobierno capitalino pretendía eliminar el suelo rural y favorecer la urbanización, a costa del agua y la sustentabilidad, es demagógico.

El candidato panista, por su parte, (lo mismo que Xóchitl Gálvez), ha tenido que cargar con el sanbenito de que “quieren quitar los programas sociales” y se cree obligado a prometer más. Así, retoma el estereotípico “salario rosa” mexiquense, para atraer el voto femenino, sin reconocer que becas, pensiones y demás deben focalizarse y no pueden crecer indefinidamente, menos aún sin una reforma tributaria (tema tabú para todos). Que el gobierno actual pretenda atrapar a la población en el asistencialismo, sin considerar evaluaciones que muestran que no beneficia a las y los más pobres, no justifica mantener esta retórica de “papá gobierno” dadivoso.

“Prometer no empobrece”, decían los políticos del viejo régimen. Por eso, Brugada y Taboada prometen mucho desde el autoelogio y las acusaciones mutuas. Chertorivski, más prudente, propone políticas de salud y educación, desde la infancia, medidas para impulsar la economía local, que deberían retomarse, y que desde otro partido sonarían más convincentes.

A  falta de un mal espectáculo, tendremos tres. Ojalá al hablar de seguridad, violencia y violencias machistas, Brugada y Taboada reconozcan los vicios del militarismo y de la política panista de “blindaje”, carentes de supervisión; la urgencia de impulsar una fiscalía capitalina que sí sirva a la ciudadanía y a la justicia, y de garantizar los derechos humanos de todos y todas. 

Las descalificaciones, los autoelogios y la exaltación o denostación de lo existente contribuyen al hartazgo ciudadano sin cambiar la realidad. Necesitamos y merecemos propuestas basadas en diagnósticos realistas, que ya existen; en una visión integral de la Ciudad dentro de la zona metropolitana, del país y del mundo.

0 FacebookTwitterRedditEmail

La exigencia de reafirmar y hacer valer el pleno respeto a los derechos humanos en México no puede esperar al inicio de un nuevo gobierno. Es una demanda urgente, pospuesta desde hace décadas, que en este sexenio se ha convertido para millones de personas en un grito en defensa de la vida, como lo vimos este #8M. Para las mujeres y la gente joven no se trata de un anhelo abstracto.

Es un reclamo colectivo que elevan desde su experiencia cotidiana, individual y comunitaria: ellos son el grupo más asesinado y denostado, ellas las más acosadas y vejadas. Esto explica en gran medida que, desde hace casi diez años, el #8M no sea solo un día de conmemoración de las luchas feministas, laborales y ciudadanas de las mujeres, sino también, y cada vez más, un día de denuncia de las violencias machistas, criminales e institucionales contra nosotras; un segundo #25N, más poderoso y concurrido, con la clara conciencia de que, mientras persistan o predominen las violencias, no hay ni habrá igualdad, libertad, seguridad ni pleno disfrute de los derechos ganados.

Por esto también resulta indignante la escalada de brutalidad con que el gobierno federal y sus imitadores han respondido desde 2019 y 2020 a esta movilización social. Hayamos participado en decenas de marchas antes de 2019 o empezado nuestro caminar entonces, sabemos que unirse en cuerpo y voz con cientos o miles de mujeres da confianza y energía; la certeza de no estar solas, de ser con otras en el dolor y en la indignación, en la lucha por un presente digno y un futuro mejor.

Sabemos también que el #8M2020 marcó un cambio exponencial, por la arbitraria y estúpida violencia de las autoridades capitalinas en 2019, en mucho por la intensificación de una violencia machista cada vez más cruel, desnuda e impune, cobijada por instituciones misóginas, medios amarillistas y discursos políticos y sociales sobrecargados de prejuicios y odio.

Estas mismas razones llevaron el viernes pasado al doble de mujeres y chicas a las calles capitalinas y a muchas miles más a las plazas de múltiples ciudades. Esta impresionante capacidad de las mujeres para movilizarse y persistir en sus exigencias, pese a vallas y gases, debería ser la nota en todos los medios: ellas ponen el cuerpo en defensa de la vida. En cambio, la pavorosa desfachatez con que gobiernos de todos colores, en particular morenistas, desplegaron una saña absurda contra las manifestantes nos recalca que el Estado no soporta ni la digna rabia ni las exigencias de justicia.

Aunque agredir a mujeres y jóvenes y a cualquiera que ose cuestionar sus “logros” sea el sello de este gobierno y sus corifeos estatales, no podemos minimizar la desmedida reacción gubernamental contra las mujeres y chicas hartas de vivir con miedo en Zacatecas y Colima.

Tampoco la normalización del uso criminal de policías y gases contra manifestantes y periodistas en ésas y otras plazas del país, gobernadas por Morena, MC o el PAN. Como apuntó la socióloga Irma Saucedo, en un comentario personal ante el despliegue represivo en Zacatecas, hay que preguntarnos si esto presagia tiempos más violentos.  

En mi opinión, más que un augurio, para las “chilangas” sería una advertencia más de que, si Morena gana la presidencia y/o la capital, viviremos más represión. Presagio o aviso, es sin duda alarmante para todas las mexicanas que gobiernos morenistas, incapaces de garantizar la seguridad ciudadana, recurran a la brutalidad policiaca contra jovencitas inermes, que fueron golpeadas, desnudadas  y vejadas a plena luz, y que gobiernos estatales dizque aliados de la “democracia” (Chihuahua, Guanajuato, Jalisco, Monterrey) se amurallen y agredan a manifestantes pacíficas.

Quienes lleguen a gobernar el país en cualquier nivel deben entender que las mujeres y chicas del siglo XXI no estamos dispuestas a callar ni a someternos a la intolerancia oficial  ni a la violencia machista, venga de donde venga.

0 FacebookTwitterRedditEmail

Como si la sobada expresión “con todo respeto” borrara los insultos y ofensas que le siguen, el presidente de la República inició así su respuesta a la periodista Jésica Zermeño, a quien asestó enseguida una retahila de afirmaciones agresivas contra ella y un conjunto indefinido de periodistas  a los que acusó de creerse “bordados a mano” y “casta divina” con derecho a “calumniar impunemente”.

Esto en uno de los países más peligrosos para el periodismo. Lejos de frenar su andanada autoritaria ante la insistencia de Zermeño en la gravedad de haber filtrado el telefóno personal de Natalie Kitroeff del NYT, el presidente se ufanó de estar por encima de la ley de transparencia en nombre de su “autoridad moral” y “política”.

Desde entonces ha proseguido con una desmesurada catarata de ofensas, en la que hay que destacar  un muy peligroso concepto de la figura presidencial, ésa sí, para él, intocable, impoluta y con la “libertad” de interpretar la autoridad de las leyes a modo, hasta anularlas en su beneficio.

Si todo esto sucediera en una nueva versión de “El gesticulador” o “Yo el Supremo”, podríamos reirnos, pero este afán del presidente de estigmatizar el periodismo crítico y de afirmar una autoarrogada superioridad ante la ley en el contexto  electoral y cuando su mandato está por terminar, presagia tiempos aún más oscuros.

Que pretenda pisotear una ley quien ya ha mostrado su desprecio por la legalidad, por la separación de poderes y, en última instancia, por la Constitución y su juramento de respetarla y hacerla respetar, confirma su talante autocrático, evidente desde hace tiempo, y ahora desbocado.

Este discurso peligroso – en cuanto posible detonador de violencia – no es solo un distractor de los urgentes problemas nacionales de los que deberíamos ocuparnos, como la crisis hídrica y ambiental, la persistencia violencia machista o la creciente violencia política, puede ser también una mascarada perversa para medir hasta dónde la sociedad aguanta la deriva autoritaria (por ahora verbal) y evaluar cuántos/as seguidores/as del predicador, por interés o fe ciega, están dispuestos/as a reproducir y ampliar su discurso engañoso y polarizador.

Más allá de las especulaciones, debe alarmarnos que estas corrosivas andanadas contra el periodismo crítico, independiente o ligado a medios no subordinados al poder; persistan y se multipliquen pese a los recurrentes informes de organizaciones nacionales e internacionales respetables, como CIMAC, Article 19 o el Comité para la Protección de Periodistas, que han documentado los asesinatos, desapariciones, desplazamiento forzado y múltiples agresiones que ponen en riesgo la vida y la seguridad de quienes trabajan con integridad para dar cuenta de la realidad e informar a la sociedad.

Peor aún cuando, además de grupos criminales o de intereses creados, las autoridades estatales, federales y municipales son responsables de la mayoría de estos agravios, que suelen quedar impunes.

También es preocupante que, ante la proximidad de la sucesión presidencial en México y en Estados Unidos, el jefe del Ejecutivo aderece su discurso prepotente contra los medios con tonalidades nacionalistas, sugiriendo que los reportajes acerca de la corrupción en su gobierno, publicados allá,  forman parte de una conjura más amplia contra él.

Plantear que la dignidad del presidente es la del país es un despropósito, más cuando la política migratoria se ha sometido a los intereses de Estados Unidos y en asuntos internacionales cruciales, como la invasión rusa de Ucrania, la política exterior se ha subordinado a las filias y fobias presidenciales.

¿Qué dignidad defiende el presidente cuando la continua violación de los derechos humanos de las personas migrantes a manos del crimen organizado y agentes estatales queda impune? ¿Qué “autoridad moral” puede estar por encima de las leyes de transparencia, de la libertad de prensa o del derecho a la información? ¿de la legalidad misma?

En vez de dejarnos embaucar en mascaradas distractoras, urge reorientar el debate público – y electoral-  hacia los terribles problemas que nos aquejan y reafirmar el valor de la legalidad, las libertades ciudadanas y la democracia frente a  los sueños absolutistas. No merecemos semejante pesadilla.    

0 FacebookTwitterRedditEmail

Empeñado en imponer un tren cuyo trazo, aún incompleto, se confirma kilómetro a kilómetro como catástrofe en ciernes, el presidente anunció el domingo que inaugurará el tramo de Cancún a Playa del Carmen el 29 de febrero. 

Como sus ocurrencias son órdenes para el Ejército que construye ese segmento, es probable que, como en otros tramos, la prisa favorezca nuevas fallas de construcción que pueden tener graves consecuencias. Según documentó Proceso en noviembre, la participación de las fuerzas armadas en los tramos 5 norte, 6 y 7 ha estado plagada de vicios, desde acoso laboral y abuso sexual contra trabajadoras y trabajadores hasta pagos incompletos de salarios, y construcción deficiente de la base que sostendría al tren, aunado todo esto a la devastación ambiental de la península, prevista desde el inicio y corroborada por expertos y defensores del territorio

Lejos de reconocer los daños medioambientales que conlleva esta obra, el presidente insiste en que “van bien” e ignora, entre otros, el accidente sucedido el 10 de febrero cuando colapsó un muro de contención hiriendo a tres trabajadores.

A sabiendas de los despojos y daños que ha provocado su capricho neoporfirista, el Ejecutivo se empecina en sostener un proyecto que amenaza al sistema de cuevas, cenotes y ríos subterráneos, segunda fuente de agua dulce del país y esencial para toda la península.

La semana pasada, la organización Sélvame del Tren, denunció la contaminación de aguas subterráneas por la oxidación de los múltiples pilotes que horadan cuevas y cenotes, y la criminal invasión del subsuelo por un río de cemento. También se ha denunciado la misteriosa desaparición de vestigios arqueológicos. Supervisar las obras desde un helicóptero o desde las pantallas de una presentación oficial, como lo ha hecho el presidente, no preserva sino la ilusión de “hacer historia”, así sea sembrando ruina.

A la vez que, por decreto, este megaproyecto devasta el paisaje, pone en cuestión a las fuerzas armadas en cuanto su desempeño como contrastistas, capataces y constructores deficientes y opacos del “tren militar”mina la confianza que todavía tiene en ellas parte de la población. 

Si solo se tratara de un problema de imagen, quizá quienes por ley están subordinados a su “Jefe máximo” podrían alzarse de hombros. No se trata, sin embargo, solo de obras hechas al vapor. Además de corrupción y manipulación de la ley, diversos medios y ambientalistas han denunciado graves daños como el que tendrá la construcción de un hotel, caminos y otras obras en la Reserva de la Biósfera de Calakmul, declarada como Patrimonio Mundial por su riqueza cultural y su biodiversidad.

¿Por qué instalar ahí un hotel, con alberca además, que producirá basura, contaminará el medioambiente y se tragará el agua de la que dependen comunidades agrícolas, la flora y la fauna del lugar? ¿Por qué degradar el entorno que  sostiene una apicultura de excelencia que da ingresos y orgullo a la población local? ¿Por qué se favorece la rapiña del turismo masivo y no el ecoturismo sustentable? ¿Acaso sobrevivirán la población y la naturaleza sin agua?

Lo mismo podemos preguntar acerca de las vías que atravesarán Quintana Roo hacia Chetumal. En vez de aprender del evidente deterioro ecológico de Cancún, donde los huracanes han estrechado las playas y frente a lujosos hoteles se amontonan sacos de arena o capas de sargazo, se favorece la saturación de la zona de Tulum a Chetumal, pasando por la ya deslavada laguna de Bacalar, como si someter a la población al servicio del turismo devorador –  y el dominio creciente del crimen organizado- representara “progreso”.

¿Qué cuentas rendirán las autoridades federales y locales cómplices en la degradación social y ambiental de éste y otros estados?  ¿Acaso confían en una opacidad perpetua?

Si ni la sustentabilidad ni la seguridad humana ni la preservación del patrimonio cultural le importan a este gobierno, la crisis del agua debería movernos a detener esta peligrosa devastación.

0 FacebookTwitterRedditEmail

Si usted ha tomado el metro o el metrobús en meses recientes, le habrá llamado la atención la abundancia de carteles verdes que publicitan a RT Noticias

Quizá se haya preguntado qué medio es ése, por qué han proliferado sus anuncios, omnipresentes en algunas estaciones del Metro y con pantallas de noticias en directo en las del Metrobús. Cuando la mayoría de los medios nacionales (y muchos internacionales) enfrentan escasez de recursos, resulta sin duda extraño que RT en Español gaste tanto en publicidad y más si es el único anunciante en una sola estación, como sucede en la del Auditorio.

La extrañeza desaparece cuando se sabe que RT Noticias es propiedad del gobierno ruso y forma parte de la “maquinaria de propaganda y desinformación” que éste suele activar en época electoral para influir en la decisión ciudadana y favorecer a candidatos/as afines al Kremlin, como documentó el lunes 5 de febrero Dolia Estévez (Eje Central).

La actual campaña masiva en el transporte público, explica la periodista, fue autorizada por Martí Batres y la SEDUVI. Esta publicidad invasiva resulta muy lucrativa para el gobierno local. Nos corresponde entonces preguntar por qué se autoriza tanto espacio a un solo anunciante y, sobre todo, qué ganan Batres y el gobierno local con esta transacción, además de dinero.

Según Estévez, hay quienes piensan que el gobierno ruso favorecería un triunfo de Sheinbaum, hipótesis plausible aunque no comprobada. Sea como fuere, las autoridades están cobijando a un medio cuya señal ha sido prohibida en la Unión Europea, en el marco de las sanciones a Rusia, por ser precisamente un instrumento de propaganda y noticias falsas.

Habrá quienes minimicen esta estrategia mediática con el argumento de que otros medios internacionales también manipulan a la opinión pública. Medios como Fox News ciertamente desinforman y dañan los principios democráticos. Antes, La Voz de América, financiada por el gobierno de E.U.A., pretendió “alentar la democracia”, con sesgos diversos, durante la Guerra Fría o la Revolución Cubana. Hoy  podemos reconocer sesgos oficialistas en diarios antes críticos como La Jornada, periódico favorito del gobierno, o antigubernamentales (pero no antidemocráticos) en otros medios.

La recurrencia de la manipulación política de la realidad no justifica, sin embargo, la tolerancia, o más bien complicidad, de las autoridades capitalinas con la desinformación rusa que favorece a regímenes autoritarios y, para justificar la política de Putin, manipula la historia y escamotea los hechos, muy al estilo estaliniano.

Así, según RT, la invasión de Ucrania no es tal sino una “operación militar especial” contra un régimen de “nazis y neonazis. Cuando retoma un artículo del Financial Times sobre la “resiliencia de  la economía rusa” pese a las sanciones occidentales, elude el tono crítico del texto original y sugiere que Putin es tan listo que ha burlado las trampas de Occidente.

La forma de presentar las noticias y las palabras que usa o evita un medio dejan ver el sesgo de quien “informa”. Para RT, Nayib Bukele es “uno de los líderes más valorados del mundo” que,  para reelegirse, cumplió con la condición de “no ejercer el poder seis meses antes de la elección”. 

Aunque menciona las violaciones de derechos humanos que conlleva su política de “mano dura” y reproduce un tuit del medio crítico El Faro, RT repite que El Salvador se ha convertido en “el país más seguro” de América Latina, sin ahondar en el afán represivo y las maniobras ilegales del dictador (RT, 4 y 5 de febrero).

En contraste con la Unión Europea, los gobiernos latinoamericanos no han tomado medidas para limitar los daños que puede causar esta propaganda. Puede costarles caro ignorar que RT en Español tiene el mayor público fuera de Rusia y ha logrado su mayor popularidad en América Latina (Wilson Center, 2023).  

No es mera coincidencia que RT enEspañol busque mayor alcance en México justo cuando se inician procesos electorales aquí y en Estados Unidos. La complicidad implícita del gobierno capitalino con esta fuente de desinformación y propaganda autoritaria es un riesgo para nuestra vida democrática. Como ya han pedido algunos opositores, el gobierno local nos debe una explicación de esta (no tan extraña) complicidad.  

0 FacebookTwitterRedditEmail

El derecho a la salud ha sido de los derechos más vulnerados en este sexenio. No es que antes se garantizara para todos pero este gobierno tampoco ha cumplido sus promesas de cambio, ni en los grandes proyectos ni en “pequeños” detalles que mejorarían nuestra calidad de vida.

Cuando hablamos de las principales fallas de este régimen en este tema, suelen mencionarse la desaparición del Seguro Popular y el fracaso del INSABI, el pésimo manejo de la Pandemia, el desabasto de medicamentos, la falta de material médico indispensable en hospitales públicos, o la megaburla de la megafarmacia.

Mucho de esto se debe, según expertos, a ineptitud administrativa, afán centralizador y… corrupción. Suponiendo sin conceder que diseñar, planear e instrumentar una política pública “transformadora”resulta demasiado complejo para estas autoridades, pensemos en medidas más básicas, como el acceso a medicamentos y la calidad de servicios de emergencia, en concreto las ambulancias.

En ambos casos el Estado debería tener la capacidad de regular y asegurar el apego a

normas básicas, así como evitar la corrupción. Este no es el caso.

Aun si es usted derechohabiente de un sistema público de salud, más de una vez habrá tenido que comprar medicinas por su cuenta y comprobado su alto costo. Si, además, padece alguna enfermedad que requiere de medicamentos de uso diario, habrá notado la sorprendente regularidad con que su precio aumenta.

¿No le resulta extraño que un gobierno tan preocupado por el pueblo no haya

intentado o logrado regular los precios de medicinas que, en los hechos, la mayoría de la población paga de su bolsillo? ¿Por qué suben mes a mes? ¿Por qué incluso llegan a ser más caras que en España o Brasil? Allá las farmacias también son negocio.

Si esta idea le parece radical, pensemos en un servicio básico, imprescindible, que, en una sociedad justa o siquiera decente, debe ser accesible y seguro para cualquier persona y, por tanto, deben regularse: las ambulancias.

Si por desgracia, sufre usted un accidente en la calle o en su casa y recurre al 911 – servicio de emergencias que debe enviarle la ambulancia más cercana- y no llega el ERUM o la Cruz Roja o alguna empresa privada seria, corre el riesgo de caer en la trampa de la extorsión.

Tirado en el piso, herido o retorcido de dolor, verá llegar a un equipo sin uniforme paramédico, nadie le tomará sus signos vitales y, antes de depositarlo en una camilla en la parte trasera de una camioneta, intentarán convencerlo de ir a una clínica (sin nombre) “por su economía” y no al hospital que usted (o su acompañante) mencionó.

Si pregunta por el costo de la ambulancia, le contestarán que depende del tiempo de traslado y que luego le dicen, “no se preocupe”. En ese estado de emergencia, no le quedará más remedio que confiar en su buena estrella y esperar que lo lleven a buen destino. Si no ha perdido la conciencia, en el trayecto le extrañará el aspecto despojado de esta camioneta con sirena donde nada sujeta su camilla y no hay asientos en la parte trasera ni equipo médico. De pronto querrán inyectarle quien sabe qué.

Si se defiende, le insistirán porque “ya abrimos el sobre” y se lo van a cobrar. Sentirá gran alivio al llegar al hospital y entrar a urgencias. Afuera, estos buenos samaritanos le cobrarán a su acompañante el doble de la tarifa máxima con médico especialista. Si quiere facturar, deberá pagar el IVA.

Si esta historia le parece exagerada, usted no ha sido víctima de las “ambulancias” irregulares que circulan por nuestra capital, con extraño acceso al 911, pleno conocimiento de las autoridades y opacas alianzas con la policía, como documentan múltiples reportajes que narran verdaderas historias de terror. Léalos y agradezca no ir solo ni haber perdido la conciencia.

Pero no se preocupe, este primero de febrero se iniciará otro “nuevo” programa de regularización en la capital. La próxima vez, como recomiendan las autoridades, fíjese en las placas y el holograma. O, mejor, encomiéndese a la Divina Providencia. O siga esperando la Transformación.

0 FacebookTwitterRedditEmail

Este domingo 14, se escucharon en México y Guatemala dos discursos en defensa de la vida democrática. En contextos distintos, ambos  marcados por la sombra del autoritarismo,  Xóchitl  Gálvez y Bernardo Arévalo hicieron una defensa clara de las instituciones electorales y de la Corte Suprema como contrapeso a los afanes regresivos del Ejecutivo.

Aunque un discurso de cierre de precampaña y una toma de posesión presidencial no son equivalentes, en el ambiente general de polarización y ataques a la democracia, en América Latina y en el mundo, ambos invitan a reflexionar sobre lo que se  pierde cuando  los gobernantes buscan debilitar o eliminar los contrapesos o, como en Guatemala, boicotear o anular una sucesión legítima. 

El largo proceso electoral en Guatemala culminó la madrugada del lunes, tras un tortuoso intento oficial de desconocer la legalidad del Movimiento Semilla y del voto ciudadano que se extendió hasta el día mismo de la toma de posesión del presidente y la vicepresidenta electos.

Como reconoció el propio Arévalo en su discurso, la participación popular, la rectitud del Tribunal Electoral y la Corte Constitucional, así como el apoyo de altos representantes de la comunidad internacional, fueron decisivos para evitar el descarrilamiento democrático. En alusión al régimen anterior – y a la dolorosa historia de Guatemala- Arévalo declaró un “nunca más” al autoritarismo y a la violación de derechos humanos,  un “no a la violencia como medio para agendas políticas”, a  la arbitrariedad y al “doblegamiento de las instituciones ante la corrupción y la impunidad”.  

Lejos de polarizar, llamo a  cultivar “unidad y armonía”, a aceptar y valorar las diferencias. Sin duda conocedor de los retos que enfrenta Guatemala, ofreció  promover el desarrollo en electricidad, salud, educación, empleo; integrar a las poblaciones migrantes, y reconoció “el desafío del cambio climático”.

Declaró también que “no puede haber democracia sin justicia social” ni ésta prevalece sin aquélla, afirmación que en México podemos leer como clara advertencia contra la justificación del autoritarismo en nombre de una “justicia social” ausente.

Por su parte, Xóchitl Galvez pronunció un discurso inteligente y  esperanzador que entusiasmó  a sus oyentes.  Con una retórica directa y acertada, habló de la pérdida del  valor “de la vida, la verdad y la libertad” en los últimos cinco años, aseveración que ilustró con datos y referencias a la vida cotidiana.

Condenó la pérdida de más de un millón de vidas por  la pandemia, la criminalidad y el desabasto de medicinas, la indiferencia gubernamental ante  las masacres y la pretensión de borrar a los desaparecidos.  Señaló que “no hay libertad” si no se puede salir de noche ni circular en carretera con seguridad, ni “cuando se deja que el  gobierno amenace la democracia”, en alusión  a los intentos de minar al INE, al TEPJF y a la SCJN. 

Incluso expresó confianza en las autoridades electorales al pedirles que saquen “al presidente y a los gobernadores de Morena de las elecciones”  (empezando, añadiría yo, por quitar la imagen de AMLO de la propaganda de Sheinbaum). 

Tras este breve y contundente diagnóstico, ofreció trabajar por un futuro con “igualdad en dignidad y derechos para todos,“seguridad y justicia para todos”, por construir un país de “clase media fuerte”, donde los pobres dejen de serlo.  

Invitó a luchar para “traer la vida, donde hoy se pasea la muerte”, verdad, “donde reina la mentira” y libertad, “donde hoy gobierna el miedo”.  En clara alusión a las andanadas estigmatizantes que han padecido medios, periodistas, intelectuales, los invitó a que “no ayuden a afilar la guillotina que después usarán en su contra”. 

Desafortunadamente, al día siguiente muchos destacaron el uso del teleprompter e ignoraron el meollo de este mensaje. Ojalá gobierno y medios reconozcan y respeten el derecho de la ciudadanía a estar informada, a leerla o escucharla y decidir si Gálvez le convence o no, a votar en libertad.

La sociedad guatemalteca y sus instituciones ha dado un ejemplo de firmeza democrática. En México es preciso garantizar un proceso electoral pacífico y transparente, el respeto absoluto al voto libre e informado y sus resultados, gane quien gane. El autoritarismo no es opción aceptable.

0 FacebookTwitterRedditEmail

Este Web utiliza cookies propias y de terceros para ofrecerle una mejor experiencia y servicio. Al navegar o utilizar nuestros servicios el usuario acepta el uso que hacemos de las cookies. Sin embargo, el usuario tiene la opción de impedir la generación de cookies y la eliminación de las mismas mediante la selección de la correspondiente opción en su Navegador. En caso de bloquear el uso de cookies en su navegador es posible que algunos servicios o funcionalidades de la página Web no estén disponibles. Acepto Leer más

-
00:00
00:00
Update Required Flash plugin
-
00:00
00:00
Ir al contenido