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La Bachata, escenario masculino con audaces canta autoras

Por Carolina Velázquez, enviada

Aún cuando hay quienes consideran que por el contenido de sus letras la bachata, ritmo musical de origen dominicano, es una puerta de expresión sólo de sentimientos masculinos, con escenarios como la barra, el bar, el burdel y su catalizador el alcohol, las mujeres han incursionado en él como intérpretes y compositoras.

El estudioso dominicano Teofilo Barreiro afirma que la bachata es un fenómeno del siglo XX típicamente urbano, de patio, que expresa el amargue y la angustia del individuo que batalla y quiere conseguir una mujer y no lo logra. Sin embargo, en los años sesenta hubo audaces canta autoras, como Mélida Rodríguez, que hablan de otros temas y con sus letras desafían, incluso, la doble moral de la época.

En la historia reciente, con la producción Bachata rosa, grabada en 1990 por Juan Luis Guerra y sus 4-40, la bachata alcanzó fama mundial, el amor y la relación amorosa ocuparon un lugar central, y con ello este canta autor «conquistó la presea de la permanencia» para el género.

Así lo consideran Carlos Velázquez y Alejandro Ureña, autores del libro «De Santo Domingo al mundo. El merengue y la Bachata» (Nueva York, 2004).

En el texto se exponen distintas versiones respecto al origen de la bachata. No obstante, afirma, las y los estudiosos coinciden en que fue inmediatamente de la desparecida dictadura de Trujillo, en 1961, con la migración masiva de población campesina a las ciudades más grandes (especialmente Santiago y Santo Domingo) cuando este fenómeno musical apareció, al menos, como lo que modernamente se identifica como este ritmo.

Deborath Pacini Hernández confirma esta fecha y define la bachata como una música popular dominicana autóctona que tiene como base las músicas latinoamericanas tocadas con guitarra, como bolero, ranchera y son. El típico conjunto de bachatas se compone de dos guitarras, maracas, sustituidas recientemente por la güira, y el bongó, que ocasionalmente se suple por la tumbadora, apunta.

La especialista, citada en «De Santo Domingo al mundo…, menciona a varias bachateras: Carmen Francisco, Alida Liranzo («La chiquitita del Norte»), Leonida Alejo y Carmen Lidia Cedeño («Zonagis la Soberbia»), también está Aridia Ventura (quien convierte el despecho en humor), Carmen Francisco (que hace gala de la rivalidad entre mujeres) y, aunque anterior, especialmente Mélida Rodríguez.

Pacini asegura que la bachata jugó un papel distinto al merengue en los años de grandes transformaciones en la sociedad dominicana, a la caída de la tiranía de Trujillo.

«Mientras las orquestas de merengue servían como agentes de socialización, guiando a la clase media en un mundo de consumo cada vez más sofisticado y sirviendo como un icono a la cada vez más cosmopolita identidad nacional», expone.

La bachata introducía a sus oyentes, especialmente gente campesina y de origen rural, que residían en zonas urbanas marginales con pocas oportunidades de participar en un mundo ostentoso –representado por las orquestas de merengue— «en los valores urbanos que necesitaban para sobrevivir» en la sociedad de las ciudades dominicanas.

¿QUÉ ES UNA MUJER MALA?

Mélida Rodríguez tuvo su auge en la misma década en que falleció, los años sesenta, en plena juventud. Fue compositora y cantante. Dueña de una voz poderosa «no se guarda sus sentimientos ni se ciñe a la queja» y en canciones como La sufrida, de su autoría, «sintetiza en una respuesta desafiante la furia femenina por la doble moral sexual», señalan Velázquez y Ureña.

«¿Qué es una mujer ‘mala’ y qué es una mujer ‘buena’? En la época, una mujer que se atrevía a reivindicar el dominio sobre su sexualidad debía considerarse ‘muy mala», agregan.

Actualmente, en www.youtube.com aparecen dos videos de Mélida Rodríguez con los temas Recordarás (versión original) y La sufrida (para karaoke), ambos colocados en el sitio el 22 de octubre de 2009.

Para los autores «De Santo Domingo al mundo… La sufrida es, sin lugar a dudas, «un temprano duelo feminista surgido de las entrañas del pueblo marginado. Voz que se expresa desde la doble marginalidad (social y sexista)».

Esta es la letra: «Ya no me importa/que me digan que soy mala/en esta vida yo me siento feliz./En la otra vida/que es la que llaman la buena/yo sufrí mucho/y por eso la cambié./Ahora me culpan/mis amigos porque ignoran/lo sufrida que yo he sido/por ser buena./Yo sólo sé la amargura que me pasa/siendo buena y que me culpen de mala./Yo soy mala/y seguiré siendo mala/porque es mucho/que sufrí por ser buena./Es mejor ser mala/y parecer buena/que ser buena/y que me culpen de mala».

Como bachatera con perfil propio que no se contenta con el desafío, definen a Mélida Rodríguez Velázquez y Ureña, «en su impulso de transgresión, asume roles masculinos, como puede verse en sus composiciones Esta noche me quiero emborrachar y La transnochadora».

AÑOS RECIENTES

Otras voces y otros nombres aparecen en los años ochenta, noventa y más recientes. En De Santo Domingo al mundo… se menciona al menos tres: Sonia Silvestre, el dúo de Monchy y Alexandra y Bernadette Hernández.

Luego de incursionar en la Nueva Trova, en los años setenta, destaca Sonia Silvestre como intérprete de la bachata, quien al igual que Juan Luis Guerra, gana un público más amplio para este ritmo atrayendo a población que se había mantenido al margen de esta expresión musical.

Acerca de sus inicios, en la Web (www.grandesestrellas.com) se informa que Sonia Margarita Silvestre Ortiz nació en San Pedro de Macoris, el 16 de agosto de 1952, y se crió en Hato Mayor hasta el año de 1963, fecha en la cual su familia decidió mudarse para la ciudad capital.

En el nuevo ambiente, siendo adolescente Sonia se puso en contacto con el rock, el movimiento hippie, las protestas contra la guerra de Vietnam, la guerra de abril de 1965 en Santo Domingo, la doctrina social de la Iglesia Católica y sus movimientos juveniles, los Beatles, la rebelión de la Sorbona de París y la izquierda de los años setenta.

Su trabajo en la bachata lo ha realizado junto con Luis Díaz, de quien ha interpretado cinco piezas, con arreglos de Jorge Taveras, a las que se ha calificado de «tecnoamargue», una iniciativa de Cholo Brenes, sociólogo y productor comprometido con el destino del pueblo dominicano, quien organizó en 1974, el evento Siete días con el pueblo, se informa en «De Santo Domingo al mundo…

De su trayectoria hablan Velázquez y Ureña: «Quiero andar es la (pieza) que logra mayor aceptación del público por su lírica con transfondo de aventura y libertad, así como por la intensa fuerza expresiva que Sonia logra comunicarle a la composición, la cual combina a la perfección con los aires de cambio en las expectativas y roles de las dominicanas en los ochenta».

Por último, entre las que tienen una ruta musical que ha ganado mercado local en república Dominicana y en Estados Unidos, en el 2002, están Alexandra y el dueto que hace con Monchy (con Hoja en Blanco y Confesiones) y una bachatera más reciente Bernadette Hernández, también conocida como Brenda «La consentida de la bachata», intérprete y compositora que también se ha desarrollado en el merengue.

10/CV/LR

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