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El mundo de naranja en México

Por Teresa Ulloa Ziáurriz*
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Pese a las cifras gubernamentales con intenciones propagandísticas, pese los discursos, a los convenios, al optimismo y a la moda institucional por la igualdad de género, poco se comprende desde el punto de vista estructural las múltiples y terribles formas de violencia contra mujeres y niñas que prevalecen en México.
 
Por tanto, no es fortuita la campaña anual que las organizaciones de mujeres, el Secretario General de las Naciones Unidas e infinidad de organismos gubernamentales impulsan cada año para poner fin a la violencia contra las mujeres. Se trata de la campaña “16 Días de activismo contra la violencia de género”, y resulta ocasión propicia para no quitar el dedo del renglón y seguir impulsando acciones para erradicar la violencia contra las mujeres y las niñas.
 
Hacer visible que en México prevalece una situación general de desventaja, desigualdad y discriminación para mujeres y niñas resulta el paso imprescindible para obligar a Enrique Peña Nieto a acatar lo que ha comprometido en representación del Estado mexicano ante la ONU.
 
LOS COMPROMISOS
 
Por ejemplo, este 2015 durante la reunión de líderes mundiales de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer, se adoptaron compromisos a favor de tomar medidas para cerrar las brechas que impiden el progreso de las mujeres y las niñas, derivando éstos en una nueva agenda para el desarrollo sostenible, que por primera vez incluyó metas e indicadores específicos para eliminar la violencia contra las mujeres y las niñas. Esto sustituye a los Objetivos de Desarrollo del Milenio y da paso a los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS).
 
Así, el ODS 5 determina dos metas globales: Una, poner fin a todas las formas de discriminación contra todas las mujeres y las niñas en todo el mundo; y dos, eliminar todas las formas de violencia contra todas las mujeres y las niñas en los ámbitos público y privado, incluidas la trata, la explotación sexual y otros tipos de explotación.
 
Para nadie es un secreto que en México al menos 7 de cada diez mujeres y niñas han sufrido violencia física, psicológica y/o sexual.
En la vida diaria persiste el miedo a denunciar, principalmente porque no hay un estado de derecho que otorgue la protección y el firme cumplimiento de la ley. En pleno siglo XXI siguen existiendo ministerios públicos que se niegan a atender una denuncia y regresan a las mujeres a sus casas (donde generalmente se encuentra el agresor), o piensan que una niña o adolescente desaparecida se ha escapado con el novio, y no que fue engañada y secuestrada con fines de explotación. En resumen, las autoridades en México no están del lado de las mujeres, empezando por la formación y sensibilidad que se requieren.
 
El ODS 10 se refiere a reducir la desigualdad en y entre los países, ya que ésta creció (y va en aumento), incluso entre los que gozan de altos índices de crecimiento económico.
 
Actualmente hay más mujeres en el mercado laboral, en la política, en puestos de liderazgo, mujeres que rompen estereotipos y tabús sociales. Sin embargo, la discriminación por motivos de género hace que las mujeres sean propensas a sufrir disparidades más acentuadas. Pero además la ONU señala que aun cuando las constituciones de 143 países (de un total de 195) garantizan la igualdad entre mujeres y hombres, la discriminación contra ellas persiste de manera directa o indirecta a través de leyes y políticas, estereotipos por razones de género, o normas y prácticas tradicionales o sociales.
 
Acerca de esto último, ONU afirma que “las normas sociales que tratan a las mujeres como ciudadanas de segunda categoría en muchos casos se traducen en obstáculos estructurales al progreso, por ejemplo, en el caso de leyes que no castigan a los agresores que ejercen violencia de género. A veces también en presupuestos que no financian los servicios que más necesitan las mujeres”.
 
En México por ejemplo, el asunto de la asignación de presupuesto dedicado a la prevención, combate y erradicación de la violencia de género constituye uno de los principales botines políticos para nuestros gobiernos, que se encuentran lejos de mostrar un interés mínimo en las víctimas de trata, que es una de las formas extremas de violencia.
 
16 Días de Activismo es la muestra de que la igualdad de género está muy lejos de convertirse en una realdad cotidiana para mujeres y niñas. México es, con toda seguridad, uno de los países con mayor número de violaciones a sus derechos y con más rezago en el cumplimiento de sus compromisos internacionales como los enunciados en este espacio, aunque no son los únicos. La Alerta de Género se ha convertido en un tema de mero trámite que no llega a culminar con la erradicación de la violencia. Por ello nos sumamos #orangetheworld #16Days
 
*Directora Regional de la Coalición contra el Tráfico de Mujeres y Niñas en América Latina y el Caribe (Catwlac, por sus siglas en inglés)
Twitter: @CATWLACDIR
Facebook: Catwlac Directora
 
15/TUZ/GGQ

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