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2015, año electoral

Por Teresa Mollá Castells*
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Como es bien sabido por la ciudadanía, a lo largo de este año casi recién estrenado (aprovecho para desear lo mejor durante 2015 a toda la buena gente) se darán varias citas electorales.
 
El último domingo de mayo serán las elecciones municipales en todo el Estado español y también autonómicas en la mayoría de las Comunidades, y a finales de año si el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, no las adelanta, serán las generales.
 
No voy a entrar en el llamado fenómeno electoral que presumen las encuestas porque realmente lo que digan me importa poco. Los únicos resultados que me importan son los que salgan de las urnas.
 
Pero lo que sí me importa es recordarles a los partidos políticos que pretenden gobernar cualquier institución que deben incorporar a sus discursos, pero sobre todo a sus prácticas y a sus agendas, las reivindicaciones de la mitad de la población que somos las mujeres de toda edad y condición.
 
Incorporar reivindicaciones feministas a los programas electorales y luego a la praxis política cotidiana implica ser conscientes de que vivimos en una sociedad donde las desigualdades todavía persisten y, por tanto, implica que hay voluntad de corregirlas. No podemos perder de vista que con una igualdad efectiva toda la sociedad sale ganando.
 
Recientemente la ONU le dio un varapalo al desgobierno de Rajoy por su pasividad e ineficacia en la prevención del terrorismo machista, puesto que de las primeras partidas que se recortaron cuando llegaron al poder fueron de éstas.
 
Asimismo, también la ONU recomienda no tocar la vigente ley del aborto. Pero al parecer el nuevo ministro del ramo no está por la labor de hacer caso a tales recomendaciones y ya ha anunciado que modificará de inmediato dicha ley para impedir a las mujeres jóvenes y menores de edad que puedan interrumpir su embarazo sin el consentimiento expreso de sus madres y padres.
 
Igualmente se ha constatado por el propio Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad un descenso de un 3.3 de los abortos respecto del año anterior. Y concretamente en el grupo de edad de las mujeres de 19 años y menores de esta edad, el porcentaje ha caído en más de medio punto.
 
Pero incluso estos datos del propio Ministerio le importan un pimiento a su titular, Alfonso Alonso, a quien lo único que le preocupa son los votos. Y digo esto porque en sus recientes afirmaciones se refirió al “compromiso que hay que cumplir” como si el compromiso con los Derechos Humanos de las mujeres jóvenes fuera un asunto menor. O como si las recomendaciones de la ONU también fueran temas menores.
 
Pero los votos del sector más reaccionario de su electorado que no les perdona la retirada de la propuesta de reforma del ex ministro de Justicia Alberto-Ruiz Gallardón, les presiona demasiado y hay que complacerles.
 
Del mismo modo que hay que complacer a la Conferencia Episcopal, cuyos hombres de faldas largas y negras claman por la retirada de la propuesta Gallardón, pero ni una sola palabra de la situación en la que queda la vida de estas mujeres, por ejemplo.
 
Dependiente del mismo Ministerio y de las Comunidades Autónomas es la situación de falta de protección de tantas y tantas niñas y niños que están pasando hambre. Y eso es imperdonable desde cualquier ámbito. Y está ocurriendo mientras las grandes fortunas no dejan de crecer.
 
Y estas niñas y niños ¿también vivieron por encima de sus posibilidades? Seguramente sus familias formarán parte de esa cada vez mayor burbuja de gente que ha agotado todas las prestaciones y que sólo gracias a las redes familiares y de alguna ONG puede subsistir.
 
Una reforma laboral que empobrece cada día más a la clase trabajadora e incluso condena a situaciones de exclusión a gentes que están trabajando, mientras favorece el aumento de los beneficios patronales, nunca puede ser una buena reforma laboral.
 
Y si además se recortan las prestaciones en número y tiempo de percepción, la intención es clara: que la explotación vaya en aumento y la pague la misma gente de siempre, la gente más vulnerable.
 
Y no podemos olvidar para quién está gobernando esta gente del Partido Popular. Gobierna para su beneficio propio y de la gente cercana. Pero no voy a entrar en el tema de la corrupción, que me da tanto asco. Ni en el dinero robado y defraudado que podría aliviar la crisis de forma importante.
 
Pero sí voy a formular una serie de temas sobre los que creo es interesante reflexionar de cara a las próximas elecciones. Ya he comentado algunos, como el exagerado aumento de la pobreza infantil, pero esa pobreza también va ligada a la educación.
 
Si no hay comedores, la infancia no se alimenta correctamente durante el día, con lo cual su rendimiento es menor. A esto hay que sumarle un aumento del alumnado por aula, lo cual empobrece la atención que cada docente puede dedicarle a cada estudiante. Y la reforma educativa impuesta por esta gentuza que, además, empobrece la calidad de la enseñanza. ¿Se merecen de nuevo nuestra confianza? La mía desde luego no.
 
Otro tema es la situación en la que han dejado a la propia democracia con la reciente aprobación de la ley mordaza que impide que les digamos de la manera que creamos conveniente en cada momento que no nos gusta lo que hacen por mucha mayoría absoluta que obtuvieran (mediante engaños y promesas incumplidas, hemos de recordarlo) hace tres años.
 
La libertad de expresión no se puede matar como acabamos de comprobar en Francia, pero estos hipócritas con varas de medir diferentes según sus intereses se rasgan las vestiduras cuando algo ocurre allende nuestras fronteras, pero aquí establecen restricciones de todo tipo para amordazar las opiniones divergentes.
 
Además de aplicar de forma absolutamente restrictiva el derecho a la huelga. ¿Votaría a quien me amordaza o me impide expresarme en la forma que sea de forma libre, cuando me están pisoteando derechos y recortando recursos? Pues evidentemente no.
 
Las medidas para recortar en sanidad pública son sencillamente escandalosas, sobre todo cuando condenan a la muerte segura a pacientes con hepatitis C o a personas que por falta de medios han fallecido impunemente. “No hay dinero”, nos dicen. Como si la vida de las personas tuviera precio.
 
Pero a esta gentuza no les faltan recursos para seguir viviendo del dinero público años y años a través de sus sueldos públicos y viviendo de espaldas a la realidad de la gente de la calle. Es intolerable desde cualquier punto de vista.
 
Y a todo esto, responsabilizando a las familias del cuidado de las personas enfermas. Y a las mujeres de esas familias condenándolas a renunciar a sus vidas laborales para ejercer un cuidado de personas enfermas, mayores, menores de edad y dependientes, porque el dinero para dependencia y cuidado de personas ya no existe o se ha recortado hasta extremos vergonzosos.
 
¿Desde cuándo un gobierno permite la muerte de personas consciente de ello y a pesar de ello sigue recortando recursos? Pues este desgobierno lo está haciendo.
 
Se quedan muchos, muchísimos temas en el tintero de hoy. Pero tenemos tiempo para ir recordándolos y dejando claros los motivos por los cuáles no merecen seguir al frente de las instituciones del tipo de que sean.
 
No han sabido defender como corresponde al gobierno de un Estado que aspira a estar entre los grandes del mundo, la vida de las personas y su bienestar como sociedad. Los asesinatos de mujeres por ser mujeres, los malos tratos continuados que reciben miles de ellas, el aumento de la pobreza infantil, el hambre de las y los niños, la caída en picada de ayudas y prestaciones a familias con todos sus componentes parados, la congelación de las pensiones, la reforma laboral que condena a salarios de miseria y al miedo continuado a perder empleos que no se pueden considerar decentes, la falta de implicación para evitar los desahucios, y los consiguientes suicidios que han conllevado mientras los bancos eran ayudados con dinero público, la promoción encubierta de redes de corrupción continuada que han expoliado las arcas públicas, la privatización de servicios públicos para permitir el enriquecimiento de gente amiga, la manipulación continuada de los medios de comunicación públicos para pervertir la realidad, y así un largo etcétera llevan a la desilusión de mucha gente por acercarse a las urnas.
 
Pero hay que hacerlo. Hay que ir a votar para echarles de ayuntamientos, gobiernos autónomos y todo tipo de instituciones en los que estén presentes, porque con sus actuaciones han demostrado lo que son. Y para mí han demostrado ser mala gente, que es el peor de los calificativos con el que puedo definir a las personas.
 
Quedan unos meses para las elecciones municipales y autonómicas y desde este espacio de una forma u otra voy a alentar un voto de castigo importante para quienes nos vienen castigando en algunos casos desde hace demasiados años.
 
Los argumentos los conocemos, ahora falta ir levantando un viento suave para que poco a poco se convierta en huracán el día de las elecciones y les lleve lejos, muy lejos de los gobiernos y de los espacios de la toma de decisiones que ocupan actualmente.
 
Yo por ello voy a seguir trabajando desde este espacio. Y, por supuesto, voy a seguir llamando a todos los partidos para que incluyan en sus programas las propuestas igualitarias que lanzamos desde el feminismo. Con mayor igualdad todo el mundo sale ganando.
 
[email protected]
 
*Corresponsal en España. Periodista de Ontiyent.
 
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