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A cuentagotas, participación política femenina en Somalilandia

Por Katie Riordan*
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Bar Seed es la única mujer en el Parlamento de Somalilandia, con 82 legisladores. Pero las defensoras de la igualdad de género trabajan para que las próximas elecciones nacionales pongan fin a su aislamiento.
 
Las activistas de este país, autoproclamado independiente el 18 de mayo de 1991, renuevan la presión para lograr una cuota femenina en el gobierno que lleva una década de gestación.
 
“La opinión del público cambia”, comentó Seed con esperanza.
 
Somalilandia, reconocida por la comunidad mundial como una región de Somalia y no como un Estado autónomo, tiene sus propias elecciones y su presidente.
 
Incluso suele considerársela como una democracia en ciernes que eludió al fallido Estado de Somalia. Pero es notoria la ausencia de las mujeres en los procesos de decisión, en perjuicio del desarrollo del territorio, como arguyen las activistas.
 
Con Seed como única parlamentaria, ninguna mujer en la Cámara de Ancianos, conocida como Guurti, y sólo dos ministras y dos viceministras, las activistas sostienen que se necesita una ley que consagre una cuota política para corregir la desigualdad de género.
 
“Nadie va a tomar una bandeja de plata y dársela a las mujeres”, remarcó Edna Adan, ex ministra de Relaciones Exteriores de Somalilandia. “Ya no somos tímidas, decimos: ¿quieres mi voto? Gánatelo”, desafió Adan, también fundadora del Hospital Universitario Edna Anan, dedicado a cuestiones de género como la lucha contra la mutilación genital femenina.
 
Adan ha sido testigo desde hace años de cómo evolucionó el debate sobre las mujeres en el gobierno y se desarrolló como un juego, a menudo lleno de promesas vacías sobre la designación de mujeres en cargos de poder y de decisión.
 
La medida para promulgar una cuota de la participación política de las mujeres ya fracasó dos veces en la Legislatura de Somalilandia, una vez frustrada por el Parlamento y otra, obstaculizada por la Guurti.
 
Pero Adan cree que la situación maduró como para que las mujeres hagan un último esfuerzo de presión para lograr una cuota, pues están más organizadas y tienen una mejor estrategia.
 
La iniciativa recibió críticas de algunas activistas que las acusan de quedarse con la demanda actual de 10 por ciento de asientos reservados, es decir que las mujeres deberán competir entre sí por ocho escaños, pero Adan considera que en este momento no es realista colocar la barra más alta.
 
Además de promover esta cláusula de 10 por ciento en una ley electoral, que el Parlamento tendrá que revisar y debatir en los próximos meses, las activistas también abogan por que los partidos políticos establezcan sus propias cuotas voluntarias para la lista de candidatos al Parlamento fuera de la cuota reservada especialmente a las mujeres.
 
En general, en los países que han promovido cuotas de género para impulsar la participación femenina en los poderes de elección, colocan su piso en 30 por ciento.
 
La controvertida decisión de posponer las elecciones presidenciales, parlamentarias y locales en Somalilandia, adoptada en mayo, hasta por lo menos fines de 2016 o como mucho la primavera boreal de 2017, enfadó a la comunidad internacional y a gran parte de la sociedad civil, entre las que destacan organizaciones que defienden la cuota política para las mujeres.
 
Los críticos sostienen que la postergación pone en duda el compromiso de Somalilandia con un proceso verdaderamente democrático.
 
Pero el tiempo adicional puede resultar beneficioso para las defensoras de la cuota política para las mujeres, pues les puede dar cierto margen para forzar a los dirigentes a demostrar su adhesión a la construcción de un gobierno inclusivo al mostrarse favorables frente a su electorado y a la comunidad internacional a presionar para que haya más mujeres en el gobierno.
 
“Las mujeres amenazaron a los partidos de que si no las apoyan, entonces ellas tampoco los apoyan”, señaló Seed, integrante del Partido Waddani, uno de los dos opositores que hay en Somalilandia.
 
Aunque es común que los partidos respalden públicamente ideas y mecanismos favorables a la igualdad de género, pero luego no actúen acorde a sus compromisos, explicó. En muchas formas no se vieron obligados porque, históricamente, las mujeres no votaron por sus congéneres en términos significativos.
 
“Saben que, en cierta forma, es una amenaza vacía, pero algunos están asustados” de perder votos femeninos, acotó.
 
Otro obstáculo al que se enfrentan las mujeres en Somalilandia es el sistema tribal y de clanes, que está profundamente arraigado y que eclipsa a la política.
 
Para ganar las elecciones, los candidatos necesitan el apoyo de los líderes de los clanes que inciden en el número de votos de su grupo, explicó Seed. Y como se considera a los hombres candidatos más fuertes, las mujeres rara vez reciben el respaldo del clan.
 
La posición de las mujeres es única, pues suelen pertenecer a dos clanes, al de nacimiento y al de su marido, pero esto rara vez supone una ventaja para ellas.
 
“Si una mujer termina siendo ministra, ambos clanes la reclaman, pero si pide ayuda, ambos le dicen que le pida al otro”, se lamentó Nura Jamal Hussein, activista que evalúa la posibilidad de presentar su candidatura.
 
La Red Nagaad, dedicada a empoderar política, económica y socialmente a las mujeres, ha sido el puntal de la presión para la ley de cuotas. Su actual directora, Nafisa Mohamed, dijo que convencer a las mujeres, 60 por ciento del electorado, según algunas estimaciones, votar a sus congéneres será crucial para desafiar el estatus quo.
 
Dadas las barreras culturales y religiosas a las que deben hacer frente las mujeres, será increíblemente difícil cambiar el sistema, indicó.
 
Mohamed cuenta los pequeños logros como un cambio en la prédica religiosa conservadora que denunciaba la presencia femenina en el ámbito político. Mantener un intercambio personal con los líderes religiosos para lograr su apoyo resultó provechoso.
 
Pero el poder de la religión moldeando a la opinión pública es palpable.
 
Mohamed Ali ha ocupado un asiento en el Parlamento desde que fue elegido por primera vez en 2005 y está a favor de que haya una ley de cuotas que garantice la presencia femenina en el Poder Legislativo.
 
Pero cuando se le consultó si una mujer podría llegar a la Presidencia, respondió que sería contrario a las enseñanzas del Corán (el libro sagrado del Islam), una visión compartida por muchos legisladores consultados por Cimacnoticias/IPS.
 
Si bien reconoció dudoso que podría cambiar su opinión, dijo que si aboga para que una mujer sea presidenta lo acusarían de “no conocer su religión”.
 
Los detractores de la ley de cuotas sostienen que es una importación de Occidente y una medida innecesaria que provoca un cambio que el país puede no estar dispuesto a asumir. Otros, incluso, dudan de si la medida logrará su efecto deseado de que la mayor participación política permee a otros aspectos de la vida.
 
La empresaria Amina Farah Arshe cree que si hubiera un mayor interés por el empoderamiento económico de las mujeres, naturalmente habría mayor representación política.
 
“Odio las cuotas. Quiero que las mujeres voten por ellas mismas sin eso”, reconoció. “Pero la situación actual no lo permite, así que las necesitamos”, añadió.
 
*Este artículo fue publicado originalmente por la agencia internacional de noticias IPS.
 
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