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A mí me duele

Por Cecilia Lavalle

Más que enojarme, angustiarme o preocuparme, a mí me duele el rompimiento con Cuba. ¿Qué significa para nosotros, el pueblo, este rompimiento? Nosotros que no somos El Gobierno, nosotros que no somos El Comandante, nosotros que no somos El Vocero, El Canciller o El Ministro, nosotros que no somos el Partido Acción Nacional ni el Partido Comunista, para nosotras y nosotros que somos sólo el pueblo, así con minúsculas, ¿qué significa este rompimiento? Tengo la sensación de que de alguna manera también nos rompemos un poco o un mucho con este rompimiento. A mí me duele.

Me puede parecer que Fidel se pasó de la raya el 1 de mayo con sus declaraciones contra el gobierno mexicano. Me puede parecer también que no es la primera vez que el presidente cubano se excede en sus declaraciones con el mexicano.

Me puede parecer asimismo, que nuestro gobierno desde hace rato le está buscando tres pies al gato (así decía mi madre cuando estaba a punto de perder la paciencia) Me puede parecer que desde el «comes y te vas», que indebidamente le espetó nuestro presidente a Fidel Castro cuando la Cumbre de Monterrey en 2002, todo ha ido de mal en peor. Me puede parecer que el actual episodio es una contienda de majaderías. Me puede parecer eso y más, pero a mí, por sobre todo, me duele.

Me pregunto ¿las declaraciones de Fidel son los suficientemente graves como para retirar a nuestra embajadora en La Habana? ¿Cuáles son esas actividades «inaceptables» que ameritaron dar 48 horas al embajador de Cuba en México para abandonar el país? ¿Por qué estas actividades «inaceptables», realizadas en abril por funcionarios del Partido Comunista Cubano, provocan semanas después la casi ruptura de relaciones?

¿Tan lentamente se procesan en el gobierno los agravios? ¿Entrevistarse con los presidentes del PRI, del PRD y de Convergencia, entre otros, es tan grave como para considerar persona non grata al consejero político de la embajada cubana y exigir su salida inmediata del país?

¿Por qué tenemos que enterarnos a través del canciller cubano con quiénes se entrevistaron los funcionarios de esa isla en nuestro país? ¿Dónde encaja el caso Ahumada en todo esto? ¿El gobierno cubano tenía que deportar el empresario? ¿No era más cortés agilizar la extradición? ¿Dónde encajan aquí los videos en poder del gobierno cubano con declaraciones de Ahumada? Me pregunto si, en fin, no hay mucho más detrás de estos desencuentros. Por encima de mis dudas, a mí me duele.

Creo que los gobiernos de ambos países han puesto, a ratos uno más que otro, a veces otro más que uno, sus granos de arena para formar esta montaña de desatinos. Creo que el papel de la política exterior de México en los últimos años ha sido más bien un papelón. Creo que, como en años anteriores, el enojo del presidente de Cuba se basa en el voto mexicano emitido en Ginebra que cuestiona la falta de derechos humanos en la isla.

Creo que, en efecto, se violan derechos humanos elementales en Cuba. Creo también que es incongruente que no se cuestione de la misma manera la violación a los derechos humanos que comete Estados Unidos en Guantánamo o en Irak. Mi abuela decía «o todos coludos o todos rabones». Creo que por encima de mis certezas, me duele.

Me preocupa que esta ruptura, o este «enfriamiento» como le han llamado oficialmente, coincida o esté siendo aprovechada por los Estados Unidos para endurecer su política intervencionista contra Cuba. «Una Cuba libre está en nuestro interés nacional, en el interés de nuestro barrio (por América Latina) y sobre todo, en el interés del pueblo cubano…» dijo Bush en la Casa Blanca al hacer el anuncio de una estrategia que incluye medidas para ahogar financieramente a la isla y para aumentar el financiamiento a grupos disidentes.

Me preocupa en boca Bush eso de «nuestro interés nacional» y eso de «nuestro barrio». Me preocupa que, como afirma el historiador y analista Lorenzo Meyer, la actual política de México en Cuba se pueda explicar desde la perspectiva de un acercamiento de México a Estados Unidos en su etapa de gran imperio global.

«Cualquier acción mexicana frente al gobierno cubano –sostiene Meyer- tiene que terminar topándose con las acciones del gobierno norteamericano». Me preocupa el pueblo cubano. Me preocupa y me duele.

Sin duda en todo este penoso episodio hay muchos desatinos, hay muchos exabruptos, hay muchas preguntas, hay muchos diálogos de sordos, hay muchos entre telones. Pero este «enfriamiento» de las relaciones diplomáticas con Cuba, a mí hoy me duele.

Apreciaría sus comentarios: [email protected]

*Articulista y periodista de Quintana Roo

2004/GV/SM

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