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Abuso a trabajadoras del hogar, oculto bajo la alfombra

Diversos convenios internacionales hablan de la necesidad de prevenir y crear conciencia de la problemática que representa para las mujeres emplearse como trabajadoras del hogar.

Hablan, incluso, de la necesidad de crear «una fiscalización en los centros de trabajo», pero, «existe la necesidad de respetar la intimidad de la casa, por lo tanto, no pueden entrar inspectores», indica la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Las casas son diferentes a las fábricas, indica.

Así que uno de los puntos difíciles en las condiciones laborales de las empleadas del hogar se ubica en la relación con sus empleadoras o empleadores.

Doreen Mattingly, profesora de Estudios de la Mujer en la Universidad de San Diego, dice al respecto: Cuando las trabajadoras domésticas y las mujeres empleadoras empiecen la discusión para encontrar un balance en el trabajo de casa, entonces podrán cambiar los términos del debate y juntas mejorar sus vidas de todas las mujeres trabajadoras».

En el informe de Human Rights Watch (HRW) «Oculto bajo la alfombra. Abusos contra las trabajadoras domésticas en todo el mundo» se señala que «millones de mujeres y niñas recurren al trabajo doméstico por ser una de las pocas oportunidades económicas con las que cuentan», sin embargo, «los abusos tienen lugar con frecuencia en hogares particulares y están totalmente ocultos al público».

La OIT dice que hay más niñas menores de 16 años trabajando en «lo forzoso, en condiciones similares a la esclavitud».

En Indonesia viven esta situación 700 mil niñas. El Salvador 20 mil. En Medio Oriente y Asia, viven entre el 60 y 75 por ciento mujeres procedentes de Filipinas, Indonesia y Sri Lanka que se ubican dentro del trabajo doméstico.

FALTAN DENUNCIAS

Faltan mecanismos de denuncia, por o cual se hace difícil estimar la proporción de los abusos. Pero HRW explica que en Singapur, 147 trabajadoras domésticas murieron por caídas, resultado de peligrosas condiciones de trabajo, o por suicidio.

Y podría decirse que solo Hong Kong se salva. «Constituye un ejemplo positivo: la trabajadora doméstica tienen derecho a salario mínimo, un día de descanso a la semana, permiso de maternidad, y fiestas no laborales».

De ahí la necesidad de una legislación laboral con leyes penales que permitan el enjuiciamiento de delitos, tales como: el abuso físico, psicológico o sexual, el trabajo forzado; y la trata de personas, aconseja HRW.

De ser así, los empleadores de Hasana, niña empleada doméstica que empezó a trabajar a los 12 años en Yogyakarta, Indonesia, habrían sido castigados por el trato inhumano que le dieron.

Relató Hasana a HRW, en 2004: «Como trabajadora doméstica, no tienes control sobre tu vida. Nadie te respeta. No tienes derechos. Este es el tipo de trabajo mas bajo».

«Era duro trabajar para ellos (los empleadores) porque no había suficiente comida. Me daban comida una vez al día. Si cometía un error? (mi empleador) no me daba comida durante dos días. Me trataban así con frecuencia. A veces sucedía durante uno, dos, tres días. Como estaba hambrienta, robaba comida de la casa. Por eso, el empleador me daba duras palizas».

En la misma precariedad estaba Arianti Harikusomo, trabajadora doméstica Indonesia de 27 años, Kuala Lumpur, Malasia, quien relató a HRW, en 2004:

«Si hacía algo que a la empleadora no le gustaba, me agarraba del pelo y me golpeaba la cabeza contra la pared. Decía cosas como: «¡No te pago para que te sientes a ver la TV! ¡No lavas bien los platos! ¡Le pagué mucho dinero a tu madre y no haces nada [para merecerlo]!»? Una vez olvidé la ropa en la lavadora y empezó a oler, así que me agarró de la cabeza e intentó metérmela en la máquina de lavar».

Saida B., niña trabajadora doméstica de 15 años, en Casablanca, Marruecos, relató en 2005 su vida dentro de la agencia que la contrató y cómo las salidas a su situación de abuso son, hasta ahora, extremas:

«Estuve encerrada en la agencia durante 45 días. Éramos indonesias y filipinas, 25 en total. Solo nos daban de comer una vez al día. No salíamos nunca. La agencia nos dijo que les debíamos 1.500 dirham ­ tres meses de salario. Cinco de nosotras huimos; usamos una sábana para escaparnos desde el segundo piso. Cuatro de nosotras salimos lesionadas».

07/LPB/GG

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