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Acertijos de la política social

Por Carmen R. Ponce Meléndez*

De acuerdo con el primer informe trimestral sobre la tendencia laboral de la pobreza (ITLP), elaborado por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política y Desarrollo Social (Coneval), durante los últimos seis años el porcentaje de población a la que no le alcanza su ingreso laboral para comprar una canasta alimentaria creció 16.9 puntos porcentuales, su alza récord fue de 19.4 por ciento en el segundo trimestre de 2009.

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Este índice se conforma a partir del ingreso laboral de las familias y los precios de los alimentos. Su crecimiento es mayor en el ámbito urbano. A nivel regional cuatro son las entidades con incrementos más significativos: Nuevo León, Baja California, Tlaxcala y Quintana Roo.

El caso de Nuevo León es relevante ya que registraron una pérdida de 80 puntos porcentuales en su poder adquisitivo: con su actual ingreso laboral sólo pueden comprar el 20 por ciento de los alimentos que adquirían en 2005.

Las líneas de bienestar mínimo –tanto urbana como rural– están por debajo del índice nacional de precios al consumidor, es decir con pérdidas significativas en el poder adquisitivo de la población.

Respecto a 2005 y durante este primer trimestre el ingreso laboral per cápita, deflactado con el índice de precios de la canasta alimentaria, muestra un alto retroceso del 27.2 por ciento (datos de Coneval).

¿Cómo afecta esta situación a las mujeres? Desde varias aristas: en función del nivel de desempleo, lo precario de sus ingresos, la desigualdad entre hombres y mujeres en el ámbito familiar y por último, la propia política social que refuerza esta desigualdad.

La mayoría de los programas que atienden los problemas de pobreza, los de la política social, constituyen una forma velada de trabajo no remunerado de las mujeres pobres y reproducen los roles tradicionales de una familia, donde además de su carga de trabajo doméstico, la mujer se encarga de gestionar los recursos que reciben en los programas sociales para todos los miembros de su familia.

Por lo que hace al desempleo femenino y conforme al primer reporte trimestral de INEGI, la Tasa de Desempleo Abierto nacional (TDA) fue de 4.89, pero a nivel regional es mucho más alta (ver gráfica).

En entidades como BC y Tlaxcala alcanzó más de 8 puntos porcentuales, lo mismo sucede en otras cinco entidades del país donde se registraron niveles de desempleo femenino que oscilan entre 7.76 al 6.78. Coincidentemente todos presentan importantes incrementos del índice de tendencia de pobreza laboral de Coneval.

Además, el nivel de ingresos de las mujeres empleadas es muy bajo, 6 de cada 10 trabajadoras se ubican en un salario mínimo promedio de 3 mil 493 pesos, enfrentando incrementos constantes en los precios de los alimentos; por lo consiguiente el volumen de mujeres afectadas por la pobreza es muy amplio, eso explica los incrementos en el índice de pobreza laboral.

La disparidad en los ingresos totales de los hogares y los efectos de la crisis económica se conocerán con mayor exactitud el próximo mes de julio cuando se den a conocer los resultados de la Encuesta Nacional de Ingresos de los Hogares, 2010 (ENIGH-Inegi).

Bienestar y género en la unidad familiar es una falacia ya que disfraza o niega el ejercicio de la autoridad masculina ante la presencia de claros prejuicios de género en la distribución intradoméstica de los bienes y servicios (Nallely Pérez Barceló, 2010).

Es el caso de las mujeres beneficiarias de programas de la política social como «Oportunidades» (educación, salud y alimentación). Generalmente sus titulares son «madres de familia» que se ven obligadas a realizar trabajos tales como: Participar en los Comités de Promoción Comunitaria con trabajo voluntario; registrarse en las unidades de salud y acudir a las citas médicas; mensualmente asistir a las pláticas educativas de salud; certificar que los niños y jóvenes estén inscritos en planteles educativos y regularmente acudan a la escuela.

Todo ello en plena congruencia con el rol tradicional que socialmente se les ha asignado a las mujeres como cuidadoras de los hijos, los ancianos, los enfermos, la pareja y la casa. ¿A qué hora van a poder obtener ingresos en un empleo de medio tiempo o tiempo completo y así mejorar su nivel de ingresos, con semejante carga de trabajo no remunerado?

[email protected]
twitter @ramonaponce

* Economista especializada en temas de género

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