En el contexto del mes en que se festeja a la niñez, es necesario recordar las condiciones de inseguridad, naturalización de la violencia y criminalización en que vive la infancia y adolescencia ante la ola de violencia en Ciudad Juárez.
Una ciudad que desde el 2004 encabezó la lista de las 43 ciudades con niveles elevados de violencia en el país, según un análisis del programa Hábitat de la Secretaría de Desarrollo Social
En tres años han muerto al menos 110 niñas y niños en la línea de fuego, entre las fuerzas federales y los cárteles de la droga, de acuerdo con la Red por los Derechos de la Infancia en México. Y en Chihuahua, de acuerdo con un conteo del diario Reforma, 50 jóvenes han muerto en hechos relacionados con el narcotráfico.
«El 79.3 por ciento de los homicidios registrados entre 2008 y 2009 son atribuibles a la delincuencia organizada. Si los decesos por la causa de pandillas se suman, como parte del crimen organizado, la cifra alcanzaría 84 por ciento, quedando solamente el 16 por ciento de los asesinatos con una relación directa a la riña, el robo, la venganza y el conflicto de intereses» refiere Nashieli Ramírez, directora de Ririki Intervención Social.
NATURALIZACIÓN DE LA VIOLENCIA
Además, la naturalización de la violencia en la primera infancia es evidente en niños como Irvin, de 8 años de edad. Ganar significa dice Irvin, «un hotel para narcos con perillas doradas», donde él pueda nadar en una alberca.
Los medios de comunicación refuerzan la visión sobre un «triunfador» en el país y «presentan a los líderes de los carteles perfectamente vestidos, con trajes de marca, con relojes Rolex, zapatos Gucci, para que veamos cuál es la ruta permisible para ser triunfadores», añade Ramírez.
Cuando la guerra marca la cotidianeidad de la infancia de manera directa mediante la pérdida de sus padres o familiares, el confinamiento o el impacto de ser testigo de algún enfrentamiento los marca con miedo, dice Nashieli Ramírez.
Pero también hay una marca indirecta, indica la directora de Ririki, «es la imposibilidad de salir a la calle, de jugar en un parque por el miedo a la violencia que no cesa o también por la escucha permanente de los medios de comunicación de estos conflictos, de esta violencia que es ya co-habitual».
Ciudad Juárez padece una herida psicosocial. Según algunos estudios de niñez vinculada a conflictos, «estos hechos traumatizantes pueden llevarla a desarrollar un patrón relativamente estable de insensibilidad emocional a protegerse del dolor». «¿Te da miedo el muerto? No».
CRIMINALIZACIÓN DE LA JUVENTUD
El asesinato de 16 jóvenes, estudiantes de bachillerato, en Villas de Salvárcar, durante un festejo de un campeonato deportivo escolar el 31 de enero de este año, es un ejemplo de la criminalización de la juventud de Ciudad Juárez.
«Es mi deber iniciar esta rueda de prensa, condenando el asesinato de un grupo de jóvenes estudiantes menores de edad, en México, en Ciudad Juárez, en Chihuahua, que fueron cobardemente asesinados, probablemente por otro grupo con quien sostenían, es una de las hipótesis que se investigan, ciertas rivalidades», declaró Felipe Calderón desde Japón.
Patricia Mayorga, integrante del Colegio de Periodistas del estado de Chihuahua, afirma que esta criminalización se debe al «empeño de las autoridades de englobar un acontecimiento trascendente que los sobrepasa».
«Es una actitud o comportamiento donde la víctima resulta denigrada o su imagen es desvirtuada, para minimizar el hecho o justificar que la víctima se merecía lo que le sucedió».
Y concluye la periodista, «la mayoría de los medios, en su afán por ser ‘cuidadosos’ con la información y no correr riesgos, reproducen la versión oficial y siguen su agenda, no cuentan con una propia ni con un abordaje crítico de los temas, cercano a la sociedad».
A este entorno hay que sumar la tragedia y crisis humanitaria: exposición a condiciones de exclusión social y desigualdad en el acceso de oportunidades.
10/ERA/LR/LGL