Debe mandarse al demonio el proyecto de reforma de la Ley Federal del Trabajo (LFT) de Abascal, pidió el jurista Néstor de Buen quien dijo que los cambios a la legislación laboral deben discutirse públicamente.
De Buen, autor de la propuesta de Acción Nacional para reformar la LFT, presentada en 1995, criticó que la iniciativa de Abascal cuente con el respaldo del sindicalismo corporativo, por lo que insistió en que la reforma laboral deben discutirla todos los actores involucrados.
Durante el análisis del bautizado proyecto Abascal en la Cámara de diputados –a iniciativa del Partido de la Revolución Democrática (PRD) – Arturo Alcalde, asesor jurídico de la Unión Nacional de Trabajadores (UNT) calificó como endemoniado el proyecto negociado en la Secretaría del Trabajo.
Más aún, el laborista consideró que se ha perdido una gran oportunidad para diseñar un modelo laboral serio y responsable. Simplemente, dijo, el proyecto Abascal constituye un retraso pues se trata de «una jalada del sector empresarial».
Por su parte Alfredo Sánchez, del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, criticó la falta de exposición de motivos en el proyecto de reforma a la LFT de Abascal: que explique qué parte de la legislación busca modificar y con qué fines, expresó.
De esta forma, estimó que la reforma es dolosa, carece de fundamento, hace a un lado el derecho social y no plantea un modelo nacional de relaciones laborales.
El investigador también opinó que el proyecto Abascal plantea nuevas formas de empleo que desestabilizan el trabajo, sin tomar en consideración la crisis del modelo sindical.
Sánchez se pronunció por negociar una reforma laboral entre los sindicatos, los trabajadores y las empresas, además de abandonar proyectos partidistas o unilaterales que respondan a intereses de un solo grupo y no fomenten el desarrollo económico y social.
Enrique de la Garza, Premio Nacional de Economía, fue más allá y aseguró que el proyecto de reforma laboral consensuado en la Secretaría del Trabajo se fundamenta en la doctrina social de la iglesia católica, «los patrones y obreros tienen la misma esencia humana», consideró, por eso deben compartir su interés en pro de la competitividad.
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