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Alejandra: el alcohol como escape ante una sociedad exigente

Por Gladis Torres Ruiz

Cuando desperté, no sabía dónde estaba. Miré las sábanas y me di cuenta que era un hotel de paso, no estaba en mi casa. Había un hombre a mi lado con el cual, de haber estado sobria, nunca habría dormido. Me dolía mucho la cabeza y no podía recordar casi nada. Esta escena no era nueva, se había vuelto cotidiana en mi vida.

Es el testimonio de Alejandra P., de 29 años, integrante de un grupo de autoayuda para personas alcohólicas en la Ciudad de México, a donde asiste cinco días de la semana desde hace cuatro años.

«Empecé a tomar cerveza a los 19 años en la preparatoria, nunca imaginé lo que se desencadenaría en mi vida después de esa primera cerveza, ya que después fueron cosas más fuertes: licor, tequila, drogas, juntas y combinadas. Ahora sé que lo único que buscaba era sentirme integrada, acompañada, querida», cuenta.

Alejandra, quien en la actualidad trabaja como socióloga, narra a Cimacnoticias con voz firme cuál ha sido su experiencia en las adicciones:

«Ya no paré, llegué a la universidad y no había fiesta que me perdiera, ni hombre que no consiguiera. Me iba con todos. Era tan diferente cuando bebía, nada me importaba, sólo quería ser aceptada, además no se veía mal que las mujeres tomaran, las que eran libres lo podían hacer».

«En el círculo de amistades que tenía –recuerda Alejandra– si no tomabas eras una tonta, una mojigata y tener sexo sin compromiso era algo que hacían las mujeres «inteligentes». Yo quería ser eso, quería demostrar que podía hacer lo que fuera, pero cuando me di cuenta ya estaba hundida en el alcohol y muy sola, había perdido a todas esas amistades que ya no me llamaban inteligente, ni libre sino borracha y puta».

Dos años después de haber terminado su carrera universitaria, «y de haber vivido en un mundo de dolor, señalamientos y tristeza», decidió buscar ayuda. Una ex compañera de la Universidad la llevó a un grupo de Alcohólicos Anónimos (AA). Llegó al grupo «totalmente destrozada y cansada de todas esas personas que se ensañaron conmigo y me señalaron».

LAS Y LOS OTROS

Dice que estaba cansada de la doble moral que impera en gran parte de nuestra sociedad, donde por el sólo hecho de ser mujer todo lo que hagas es juzgado con mayor fuerza, donde nadie te dice que estás enferma, sino te dice que eres una borracha, donde por el hecho de ejercer tu sexualidad como mejor te plazca te pone una etiqueta que dice «puta».

Estaba cansada, «de esa sociedad que te exige más cada día, si quieres sobresalir en lo profesional y eres mujer es más difícil, quieren mujeres perfectas, la mejor en el trabajo, la mejor hija, la madre modelo, la mejor amiga, compañera, etcétera, quieren todo esto en una sola mujer y créeme eso es imposible», enfatiza Alejandra.

Te presionan demasiado hasta que te das cuenta que no puedes cumplir con todas sus exigencias y si no sabes manejar el asunto terminas con problemas emocionales muy fuertes, frustrada por no poder cumplir con todo lo que los demás esperan de ti y te refugias en lo que sea, en mi caso en el alcohol, o te deprimes y te matas, explica. «Para que después esa misma sociedad te diga que estás loca, que estás en tus días y te señale sin compasión alguna».

En el grupo de AA me ayudaron mucho, agrega Alejandra, todo lo que yo había buscado lo encontré en ese lugar, lo más importante es que me encontré a mí misma y me di cuenta que «soy una enferma de alcoholismo, una enfermedad que es emocional, que con el alcohol y las drogas quise llenar un vacío muy grande que había en mi vida».

Ahora tengo 4 años en AA y me gusta pasar el mensaje, como nosotros decimos, con mi historia quiero que las jovencitas que se encuentran en alguna de las situaciones que yo viví se den cuenta que siempre hay una salida y que no destruyan su vida. Ya que aunque muchos no lo queramos ver, en las preparatorias y la universidades hay demasiado consumo de alcohol.

Además «se piensa que las mujeres que estudian son mujeres más inteligentes, que no podemos cometer ningún error, no podemos caernos, como si fuéramos maquinas sin sentimientos ni emociones y eso no es verdad, sólo somos mujeres».

EL CONSUMO FEMENINO

Las mujeres de nuestro país están consumiendo drogas en diversas etapas de su vida y es significativo el número de mujeres que a menor edad comienzan a drogarse, los principales motivos de este problema son dos; uno es la relación experimental con el grupo de amigos y el otro es mitigar el dolor emocional, indica el libro titulado Mujer y Droga, coordinado por Kena Moreno.

El documento, editado por los Centros de Integración Juvenil (CIJ), detalla que la adicción es un fenómeno en el que intervienen diversos factores no sólo del propio individuo, sino del ambiente social y familiar en que se desenvuelve, por lo que es necesario comprender que la dinámica de la mujer adicta se encuentra ligada con los nuevos papeles que desempeña en la sociedad.

«Ya que estamos frente a un ser que ha logrado enormes transformaciones, incorporándose a nuevas fuentes de empleo, con mayor nivel educativo, con una mayor participación social, con más autoestima», dice el libro.

Sin embargo, todo esto se ha venido a sumar a lo que tradicionalmente le corresponde por «ser mujer». En la familia tiene la responsabilidad de preservar la armonía, que ésta sea funcional; es la depositaria de la educación y el cuidado de las y los hijos; es suya la obligación de mantener la salud, el equilibrio emocional y afectivo de la familia, abunda el documento.

Mujer y droga enfatiza en que la multiplicidad de responsabilidades de las mujeres, sus propias expectativas y las de los otros, las llevan a situaciones de agotamiento, cansancio, estrés, conflicto, confusiones, ansiedades y depresión.

En el caso de las jóvenes actuales que viven inmersas en un proceso de transformación social, sostiene, «encontramos la relevancia que adquiere el ser aceptadas por el grupo de amigos, las adolescentes de hoy, que se muestran indiferentes a los valores de los adultos construyen sus propias normas (mamá y papá dejan de ser los únicos modelos a seguir), siguen los valores que toman fuerza en el grupo», aún cuando se trate del consumo de drogas.

Los CIJ es una asociación civil no lucrativa, incorporada al Sector Salud. Las actividades que realiza están encaminadas a la prevención, tratamiento y rehabilitación e investigación científica sobre el consumo de drogas en México.

En 1969 un grupo encabezado por Kena Moreno se organizó para responder al creciente consumo de drogas que desde estos años afectaba a la sociedad, particularmente a las y los jóvenes. Sus acciones se vieron consolidadas en la fundación de un Centro de Atención para Jóvenes Drogadictos, diversos organismos y personas se sumaron a esta causa, entre ellas autoridades federales y la comunidad en general, indica la página Web de CIJ.

ALGUNOS DATOS

En México, según datos del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), en México 215 mil 634 adolescentes, entre 12 y 17 años han usado alguna vez drogas, de los cuales 48 mil 49 son mujeres y167 mil 585 hombres.

El grupo de edad con mayor índice de consumo es el de adultos jóvenes, que representa un millón 795 mil 577, de los cuales un millón 351 mil 138 son hombres y 449 mil 439 mujeres.

De acuerdo con datos de los CIJ, el consumo de drogas entre estudiantes demuestra que cada vez hay menos diferencias entre mujeres y hombres en el consumo de sustancias perjudiciales, así como en la edad que comienzan a utilizarlos.

07/GT/GG

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