El sistema inmunológico es la fuerza de seguridad de nuestro «yo soy corporal». Su tarea es patrullar todo el cuerpo y protegernos contra la invasión del exterior y la subversión del interior.
Para que nuestras defensas inmunológicas realicen esta labor, es necesario que dos aspectos vayan de la mano en nuestra práctica de vida diaria: la alimentación y el ejercicio. Los alimentos son el combustible que utilizamos para mantenernos vivos y con el ejercicio creamos la energía que consume ese combustible.
Durante mucho tiempo, la gran mayoría de los seres humanos teníamos una manera de vivir que permitía equilibrar casi de manera automática la adquisición y el gasto de energía; un asunto que al parecer forma parte del pasado. Quemando calorías manteníamos la temperatura del cuerpo y realizábamos tareas físicas. Hoy en día, la situación es otra.
Cada vez requerimos de menor esfuerzo para satisfacer nuestras necesidades básicas. Existe una mayor oferta de comida -aun cuando no todos podemos adquirirla y consumirla en la misma proporción- en la que predominan los alimentos ricos en calorías y grasas; las viviendas son más cómodas -poseemos aparatos electrodomésticos- y caminamos menos (tenemos trabajos sedentarios).
De esta manera, hemos destruido en nuestro «yo soy corporal» el equilibrio entre el suministro y la demanda de energía.
A la alimentación y su importancia hemos dedicado ya varias entregas. Ahora hablaremos del ejercicio, sus posibilidades y alternativas en el mercado, buscando ofrecer a nuestras y nuestros lectores algunas bases que les permitan «abonar» un terreno corporal con mayor equilibrio.
Nunca se podrán exagerar las ventajas de practicar algún ejercicio regularmente, sostiene Alix Kirsta en su práctico libro Superar el estrés. Como relajarse y vivir positivamente (1986).
«El ejercicio fomenta el bienestar físico, aumenta la energía y tiene un efecto inmediato en la ansiedad y las preocupaciones. Es casi imposible seguir preocupado, irritado o ansioso cuando tu mente y tu cuerpo están realizando una actividad física», señala.
Otra de sus ventajas, agrega, es que constituye «la manera ideal de liberarse de la tensión acumulada, la agresión reprimida y la frustración, pues neutraliza el estrés mental y el muscular».
Pero, ¿cuál es el mejor tipo, la rutina o el método de ejercicios a seguir? Depende qué necesites. Sobre esto hablaremos en la siguiente entrega.
*Periodista mexicana con especialidad en terapia Gestalt
05/CV/YT