Entre 15 y 25 por ciento de la infancia mexicana padece estrés, especialmente las niñas y niños que viven en la ciudad de México, revela un nuevo estudio de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Benjamín Domínguez Trejo, investigador de la Facultad de Psicología de la máxima casa de estudios, coordinó la encuesta con mil 500 estudiantes de primaria en la República Mexicana, según un comunicado emitido hoy por la UNAM.
Las y los niños que padecen neurodermatitis (erupción), excoriaciones en la piel, constantes estados de nerviosismo, manos sudorosas, dolores de cabeza, musculares o abdominales, así como alteraciones en el sueño o en la atención, son niños con elevados niveles de estrés, asienta el estudio.
En la escuela, los niños estresados tienen más dificultad para concentrarse y, por lo tanto, para entender a sus profesores o simplemente adaptarse, por lo que muchas veces el menor estresado tiende a encasillarse como un niño «problema».
En el caso de los niños que padecen alguna enfermedad grave como cáncer, comentó el académico, su problema de salud se duplica si además padecen estrés.
Los estudios realizados hasta ahora por el investigador y su equipo, han descubierto que incluso en los neonatos hay estrés, a quienes se les detecta a través de mediciones de los cambios de temperatura periférica de la piel, sobre todo en los pies y en la frecuencia cardiaca.
Indicó que es importante detectar el estrés en los menores a tiempo para que éstos aprendan a manejarlo y así evitar la llegada a la adolescencia con otros problemas de salud como gastritis, cefalea tensional, úlcera o presión arterial elevada.
Por su parte, Consuelo Hernández Troncoso, investigadora también de la UNAM, indicó que el límite del estrés puede estar determinado por cada individuo y los niños tienen que aprender a mediar cuando existen situaciones que alteren su entorno.
Al respecto, expuso que la experiencia con pacientes que padecen dolor crónico permitió establecer un programa preventivo para el manejo y control del estrés en menores, al evaluarlo por medio de encuestas y mediciones electrónicas de sus cambios fisiológicos.
2003/LGL/MR
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