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Alto a genocidio indígena

Por Miriam Ruiz

Con un llamado a los gobiernos y la comunidad internacional para poner un alto a la violencia y genocidio indígena a través de la esterilización forzada, concluyó hoy aquí la Tercera Sesión del Foro Permanente Indígena de la Organización de Naciones Unidas (ONU), donde también se demandaron servicios de salud acordes a las necesidades de esta parte de la población.

El presidente del Foro, Ole Henrik Magga, detalló que las recomendaciones discutidas a lo largo de las pasadas dos semanas por cerca de mil 500 representantes indígenas, funcionarios de la ONU y algunos representantes oficiales, «se enfocan principalmente hacia las mujeres», tema de la sesión.

En conferencia de prensa y con su tradicional casaca saami, el lingüista destacó el contenido del punto cinco del documento conclusivo, en donde se exige investigar las prácticas en contra de las etnias como la esterilización forzada, las pruebas nucleares en zonas indígenas o la investigación de nuevos medicamentos en estas poblaciones.

El grupo de relatores especiales de la ONU, que incluyó al mexicano Rodolfo Stavenhagen y a la nueva relatora sobre violencia hacia las mujeres, Yakin Erturk, conminó a los gobiernos a investigar a fondo las agresiones que se cometen en contra de mujeres indígenas por las fuerzas armadas.

A nombre de medio millar de pueblos representados en este foro que inició el pasado 10 de mayo, Ole Henrik Magga, se pronunció por mayor participación de mujeres indígenas en todos los procesos internacionales, incluyendo la evaluación a diez años de la Cuarta Conferencia Mundial de la Mujer, conocida como Pekín+10.

Los trabajos se vieron enriquecidos por las y los participantes que trajeron sus historias lejanas y vestimentas exuberantes hasta en el seno de las Naciones Unidas. En el mundo se estiman hay 170 millones de indígenas.

En el marco de la conferencia final, la activista del pueblo Kankanaey-igorot de la cordillera filipina, Victoria Tauli-Corpuz -que se integrará formalmente al secretariado del foro en 2005-, reiteró el incremento de la violencia hacia las mujeres por los Estados, las fuerzas militares y paramilitares en todo el globo.

Paradójicamente, agregó la directora de la Fundación Tebtebba, las mujeres han demostrado tener un papel crucial en las negociaciones de paz. Los pueblos indígenas «no disfrutamos los conflictos, somos gente que aboga por la paz» pese a la escalada de violencia acendrada por la llegada de compañías que construyen presas.

GARANTIAS A LA SALUD

El documento final consigna una recomendación para la que la Organización Mundial de la Salud (OMS), diseñe programas sanitarios que consideren la experiencia de la medicina tradicional y la diversidad cultural de los pueblos.

Acceso a los servicios, respeto a los derechos sexuales y reproductivos –incluyendo a la información y consentimiento–, además de programas para fomentar la educación de las niñas indígenas, son otros de los puntos en los que hubo consenso.

Magga, representante del pueblo saami de los países nórdicos explicó a la prensa que si bien la fuerza del documento es moral, puesto que son recomendaciones, esperan que tanto los gobiernos como las Naciones Unidas sigan prestando oídos a estas voces.

Como instancia de la ONU, el Foro Permanente Indígena es nuevo, desconocido para varias instancias de este organismo, incluyendo los estados miembro. Cuenta con un magro presupuesto anual completado con contribuciones voluntarias, abundó el vicepresidente del foro Parshuram Tamang, del pueblo con el mismo nombre en Nepal.

En Mexico, la tlapaneca Valentina Rosendo, recordó que en febrero del 2002, fue agredida por un grupo de soldados del Ejercito Mexicano, sin que hasta hayan recibido castigo sus agresores. Un caso similar es el de la también tlapaneca, Inés Fernández, agredida un mes después en situaciones similares.

Está pendiente el caso de las tres hermanas tzeltales violadas tumultuariamente por soldados, en medio del conflicto zapatista en 1995.La escena se repite por los más apartados rincones del mundo, con distintas estadísticas y virulencia.

El informe «Licencia para violar», detalla 173 incidentes de violación y otras formas de violencia sexual hacia 625 niñas y adultas del pueblo Shan en la frontera de Burma y Tailandia entre 1996 y 2001. Una de cada cuatro murió como resultado de las agresiones.

Tres de cada cuatro agresiones fueron tumultuarias y, en algunos casos. Ellas fueron secuestradas y violadas hasta por cuatro meses por los cuales se han señalado como responsables a integrantes de 52 batallones pero solamente se ha castigado a un agresor, informó la Red de Acción de las Mujeres Shan.

2004/MR/GV

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