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Anorexia, enfermedad de transmisión publicitaria

Por la Redacción

Cada año millares de niñas, adolescentes y mujeres adultas jóvenes de América Latina encuentran la muerte al someterse a extensos periodos de hambre sin pausa, en aras de la esbeltez y la belleza, ideales impuestos por doquier por la publicidad y la moda.

La preocupación por la anorexia salió de los consultorios médicos. El aumento de casos entre las adolescentes de todo el mundo ha llevado a que varios gobiernos y entidades privadas tomen medidas de prevención en grupos de población cada vez más grandes, informa en su portal Mujereshoy.

Este tipo de ayuno voluntario y malsano, conocido como anorexia, ha adquirido oficialmente características epidémicas y apenas ahora las autoridades de salud en países como Colombia, Argentina, Estados Unidos y España comienzan a entender y a combatir esta moderna enfermedad que podría describirse como de transmisión publicitaria y cultural.

Un primer estudio colombiano hecho por el Grupo Académico de Trastornos de la Conducta Alimentaria de la estatal Universidad de Antioquia, en la ciudad de Medellín, basado en una encuesta entre 972 niñas y adolescentes de escuelas públicas y colegios privados de esa ciudad, reveló que un 35 por ciento tenía conductas anoréxicas, un 33 por ciento experimentaba sentimientos de culpabilidad después de comer y el 46 por ciento hacía ejercicios físicos combinados con ayuno severo en busca de una silueta ideal.

LA GLOBALIZACION DE LA CULTURA

La sicóloga bogotana Camila Pombo, quien vivió bajo los rigores de la anorexia y desde hace cuatro años estudia y trata la enfermedad, explicó que en ciudades como Bogotá y Cali los índices pueden ser superiores a los de Medellín, y aseguró que este mal es una amenaza innegable para las niñas, adolescentes y mujeres jóvenes en todas las ciudades latinoamericanas. Es una consecuencia de lo que describió como «la globalización de la cultura».

De acuerdo con Pombo, la información disponible indica que en el mundo muere al menos un 10 por ciento de las mujeres que padecen el mal.

Frecuentemente, el rechazo a los alimentos comienza cuando el padre o la madre sugiere a sus hijas que han excedido el peso de las modelos de las propagandas o a partir de comentarios mordaces de enamorados o esposos que quieren ver en ellas el reflejo de los símbolos sexuales del momento.

Luego viene la atribulada imposición de una dieta y el desarrollo de una distorsión sicológica. La pérdida de peso es alabada por la familia y las amistades y la testarudez por alcanzar la perfección física hace que la chica se vea obesa en el espejo, aun cuando su aspecto real sea de raquitismo y de desaliento. La sensación de hambre desaparece y la nutrición llega a depender escasamente de la ingestión de agua y de algunos pocos vegetales.

MEDIDAS DE TALLA

Camila Pombo sostiene que la propagación de la anorexia por el mundo ha causado alarma en países como España, donde las autoridades sanitarias prohibieron la venta de tallas pequeñas de ropas destinadas a satisfacer la obsesión por la esbeltez y en los desfiles de moda no está permitida la participación de modelos cuyo peso sea inferior al que les corresponda por naturaleza. El cálculo, según dice, «es masa corporal por peso al cuadrado», y esa información se cruza en una tabla de equivalencias según la edad.

Lucrecia Ramírez, esposa del alcalde de Medellín, encabeza una cruzada similar a la española y está consiguiendo que los empresarios acepten rechazar a modelos de extremada delgadez y más aún con síntomas visibles de la enfermedad. Aunque la anorexia se está imponiendo como uno de los primeros problemas de salud pública entre la juventud, en Colombia todavía no hay prohibición legal de tallas.

La anorexia es una enfermedad sicológica y puede llegar a ser incurable, como el alcoholismo y la drogadicción. En sus inicios, las chicas consumen los alimentos en la mesa familiar o escolar y al terminar la cena se esconden para vomitar, una enfermedad paralela conocida como bulimia.

Padres, madres y profesorado recién ahora comienzan a entender los peligros de estas conductas y los estragos que ocasionan.

Médicos, sicólogos y psiquiatras siguen recibiendo a chicas y a mujeres jóvenes que solicitan asistencia para controlar síntomas como desmayos o desarreglos en la menstruación, pero no revelan el estado de ayuno en que se encuentran para contrarrestar la idea trastornada de sentirse y verse gordas.

El espectro epidémico de la anorexia en Latinoamérica está afectando también a las chicas de los estratos sociales más bajos, en cuyo entorno cultural la escasez general de alimentos y los bajos niveles de nutrición lindan con la miseria absoluta. Y todo por la vanidad y una belleza impuesta, en cuyo nombre las chicas parecen estar listas a cometer cualquier disparate.

EFECTOS QUE TRASCIENDEN

La sicóloga Camila Pombo cuenta que esa búsqueda viciosa de la esbeltez no demora en crear estragos «como, por ejemplo, osteoporosis temprana: el calcio no se adhiere a los huesos. La mayoría de estas niñas tiene amenorrea (ausencia de la menstruación). El corazón pierde tamaño y pierde su función natural, lo cual es bastante grave. De hecho, muchas de las pacientes que pierden la vida por esta anorexia, mueren por una falla cardiaca. Los músculos, el sistema nervioso, el pelo, todo se va deteriorando porque el cuerpo necesita alimento».

Gempler relata que existen niñas y mujeres anoréxicas, por ejemplo, con 45 kilos de peso, aunque su edad y su estatura exijan mucho más y, aun así, exclaman: «quiero bajar a 43. Cuando llegan a 43 se siguen viendo gordas. Bajan a 40 y se siguen viendo gordas. Nunca hay un límite, por eso es tan peligroso».

En su consultorio, Gempler ha recibido chicas escuálidas que han dicho: «Estoy gordísima, yo no creo que quepa en esta silla», cuando, en verdad, «son niñas que están pesando 34 kilos y están en los huesos».

05/GM

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