Como consecuencia de las guerras civiles o las luchas internas, son las mujeres y los niños (casi 75 por ciento de las poblaciones de refugiados) los que más padecen, según datos de la Organización Mundial del Trabajo (OIT).
A decir de la OIT, la naturaleza indefinida de los conflictos recientes ha ampliado la magnitud de la violencia hacia la población civil: tan sólo durante el genocidio que tuvo lugar en Ruanda en 1994, de 250 mil a 500 mil mujeres y niñas fueron sometidas a torturas, abusos físicos y violaciones.
En uno de los últimos informes de la OIT relativo a asuntos de género y conflictos armados, el organismo revela las crudas estadísticas de guerra junto con las complejas estrategias que adoptan las mujeres, obligadas a afrontar enormes peligros para supervivir.
Como parte de esas estrategias dentro de la guerra y los conflictos, las mujeres tienen que hacerle frente a un miedo muy especial: su temor va más allá de la muerte, de las heridas y de la destrucción de sus hogares.
En un ambiente de conflicto social, el destino a menudo les depara violaciones, torturas, esclavitud –sexual o económica– y relaciones o matrimonios forzados. La pérdida de sus maridos, de sus familias y de su fuente de ingresos económicos es su maldición; se lee en el documento del organismo internacional.
En el informe de la OIT también se explica cómo la naturaleza indefinida de los conflictos recientes ha ampliado la magnitud de la violencia. A diferencia de las guerras anteriores, que consistían en combates bien delimitados entre ejércitos nacionales, los problemas actuales no sólo abarcan países o comunidades enteros: ahora alcanzan un nivel de brutalidad sin precedentes contra los no combatientes.
La organización no gubernamental «Women for Women International» asegura que, además de los traumas emocionales y físicos causados por las violaciones, muchas mujeres se vieron obligadas a dar a luz hijos de sus violadores; en tanto muchas otras sufrieron problemas ginecológicos y enfermedades de trasmisión sexual como el virus de inmunodeficiencia adquirida.
De acuerdo con la OIT, en Bosnia han sido violadas entre 20 mil y 50 mil mujeres, e incluso algunas veces los ataques han servido para aterrorizar a las comunidades y asaltar la identidad étnica.
En Afganistán, por otro lado, es evidente que el abuso de los derechos humanos de las mujeres forma parte de un panorama mucho más amplio que se ha ido perfilando a lo largo de 23 años de conflicto.
La OIT plasma en su informe que, como resultado de la viudez y los desplazamientos, cada vez son más las mujeres que están al frente de sus hogares debido a la ausencia de los varones por tener que participar en las luchas. Por esta razón las mujeres tienen nuevas esferas de responsabilidad.
Además, el acceso a los servicios de atención a la salud y a la educación en los campamentos de refugiados, en algunos casos ha propiciado un cambio de actitudes y de aspiraciones.
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