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Aprender a vivir con el VIH

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Hemos nacido en un mundo eminentemente machista, donde los roles de sumisión de la mujer han perdurado en muchas generaciones, gravando acciones, pensamientos y sentimientos «específicos» de la mujer.

Hemos crecido en este mundo machista lleno de supersticiones de poderío masculino, donde a la mujer le ha costado sobrevivir a costa de su prestigio y valor, afirma María Eugenia Gilligan de la Red Argentina de Mujeres Viviendo con VIH-Sida.

Y en esta creación de un sistema machista hemos crecido sin recibir información a tiempo, por el tan mentado tabú del crecimiento de nuestro cuerpo de mujer y su correspondiente fisiología. Nos hemos desarrollado física, mental y «moralmente» según los cánones de esta sociedad.

Cuando el VIH-Sida irrumpió en Argentina, muchas de nosotras seguimos los parámetros de aforismos mezclados de información mal intencionada, nos adherimos sin mayores reflexiones a la discriminación de infectados de «ciertos grupos de riesgo».Uniéndonos con sentencias a la fabricación de un mundo que era destinado a la gente de «malos actos», a los que seguramente les pasaría eso por sus acciones desencajadas de las buenas costumbres.

Y obviamente alejamos ese mundo elaborado para otros, ya que no había posibilidades de que nos pasara, porque muchas de nosotras no usábamos drogas, porque no teníamos relaciones con personas «apenas conocidas», porque no ejercíamos el trabajo sexual, porque no éramos hemofílicas, porque nos «portábamos bien», porque era mal visto que una mujer comprara un preservativo.

Pero ocurrió lo inimaginable: el test de VIH fue positivo. Y tuvimos el pasaje directo a ese mundo de discriminación y exclusión, que nosotras mismas habíamos ayudado a crear, con el «agravante» de ser mujer.

Nos sentimos aisladas, eliminadas de lo común donde habíamos vivido, con miedo a hablar, a hacer, a sentir, privadas de esperanzas y futuro, porque en el mundo creado para los «que tienen eso» había que cumplir con la sentencia de muerte, porque nos mostraron en el otro mundo (el de los buenos y sanos) fotos y videos de personas muriendo de sida, pero NUNCA nos mostraron cómo se vive con VIH.

Sentimos miradas inquisidoras por la simple sospecha de lo que llevamos en la sangre, vimos a una persona limpiarse la mano después de habernos saludado rozando apenas la nuestra, estuvimos con personas que nos dijeron «estás muerta en vida». Y lo creímos.

Fue mucho el tiempo que pasó con la incertidumbre, con el miedo y la angustia.

Fue todo un proceso. Quizás hubiera sido más fácil si nos hubieran explicado que se puede vivir con VIH, que se es una persona como todas, que existen personas que te ayudan a sobrellevar los primeros momentos, que existe una medicación adecuada para mejorar la calidad de vida. Que se puede VIVIR. Pero nos llevó demasiado tiempo descubrirlo y casi morimos en el intento.

Lo que más nos costó descubrir fue que ese mundo inventado para otros era eso, un invento, es un mismo mundo en el que conviven la discriminación y la aceptación, la esperanza de vida y el veredicto de muerte, los pensamientos abiertos y cerrados, los sentimientos de ayuda y respeto y los de prejuicio y exclusión.

Hoy trabajamos junto a otras personas, no sólo para colaborar a que la pandemia no se siga extendiendo, sino también para que las personas que vivimos con VIH podamos sentir que no estamos en un mundo ajeno a nosotras, distinto del que hemos nacido, sino el mismo en el que convivimos con personas que también han tenido información deficiente de apelación al miedo, que no han reflexionado sobre sus actitudes y que también conviven con el virus del VIH pero fuera de su cuerpo y que les cuesta entenderlo y aceptarlo.

Hoy nos consideramos mujeres íntegras, no porque alguien nos lo diga, sino porque lo somos y así lo sentimos; tenemos familia, amigos, algunas trabajo. Exactamente lo mismo que antes de haber adquirido el VIH.

Hemos tenido muchos logros personales, y el gran placer es VIVIR y nuestro mayor deseo es que algún día podamos decir «soy una persona viviendo con el VIH» sin que nadie se asombre, nos mire con recelo o con lástima, y sabemos que vamos a lograrlo.

05/GM

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