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Aprovechar el Día del padre para reflexionar sobre la paternidad

Por Rafael Maya

Con el acuerdo de que los hombres «somos unos cabrones estructurales» y de que falta mucho para que los varones asuman un rol favorable a la equidad y la paz, dos especialistas en masculinidad y género disertan sobre la paternidad («la marca fundamental del hombre de verdad»), sus mitos y su papel de dominación, con los que mantienen el sometimiento de las mujeres y de las y los hijos.

Daniel Cazés, director del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la UNAM, y Nelson Minello, profesor e investigador de El Colegio de México, han estudiado desde hace por lo menos 25 años «con una visión masculina» el rol dominante de los varones que impide el desarrollo de una cultura de equidad de género, y tiene a la paternidad como una de sus facetas más crudas y opresivas.

ANTECEDENTES

De acuerdo con ambos especialistas, la reflexión desde las ciencias sociales sobre masculinidad –y la paternidad como una de sus aristas– tiene su origen formal en Estados Unidos y Europa, luego de que los movimientos feminista y lésbico-gay obligaron con sus reivindicaciones y demandas de la década de los setenta a un sector de la academia a que estudiaran los significados de ser hombre y de su sometimiento hacia las mujeres, lo mismo que su descendencia.

Los estudios sobre masculinidad tienen más de 20 años en el mundo anglosajón. En México, la discusión es más reciente: apenas en 1993 el Programa Universitario de Estudios de Género de la UNAM comenzó el Proyecto de estudios de la masculinidad y sus implicaciones sociales.

No obstante, Daniel Cazés comenta que desde 1975 él formó parte de un grupo de hombres que reflexionaba sobre la condición masculina. De ahí surgiría a principios de 1990 el Colectivo de Hombres por Relaciones Igualitarias (Coriac), de los pocos en México que hacen trabajo entre la población masculina para erradicar la violencia de género y construir relaciones más equitativas y respetuosas entre los sexos.

MASCULINIDAD Y PATERNIDAD

Mientras el sociólogo uruguayo Nelson Minello, autor de La masculinidad en México al fin del milenio, asegura que la definición de masculinidad se mantiene borrosa, toda vez que no hay un concepto universal al respecto sino masculinidades distintas según las sociedades; Cazés prefiere hablar de condición masculina, a la que define como «una marca de género que ubica a los hombres de cualquier origen y desarrollo en una posición de poder y dominio frente a las mujeres».

El también doctor en lingüística por la Universidad de la Sorbona sintetiza que la condición masculina es universal: no es ni natural ni voluntaria sino que es una construcción social y cultural. Cazés explica que según las diferentes culturas hay diversas masculinidades que se manifiestan como realidades concretas; dentro de estas culturas entran los factores como edad, clase social, religión y lengua.

El maestro en ciencias políticas por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, Nelson Minello, señala que la paternidad es una de las dimensiones de la masculinidad que no aparece necesariamente en todos los hombres, «aunque tiene mucha importancia en términos de dominación».

«Tanto las entrevistas que les he hecho a diferentes grupos de hombres, como las novelas, las canciones como los corridos u otras melodías urbanas o rurales, para todos lo importante es tener hijos varones. Según Freud y el sicoanálisis el problema de la paternidad tiene que ver mucho con el problema de la potencia, por lo tanto con el problema de la dominación y la trascendencia.»

«Claro que paternidad es ser padre, pero eso no explica nada o explica todo», prosigue el uruguayo radicado en México desde 1974, «el padre es un sujeto que cumple una función social de padre; en el sentido de la formación de un sujeto que es el hijo: no sólo el que tiene pene, esperma y embaraza a una mujer. La paternidad va mucho más allá del aspecto biológico. Hay madres que son padres, por ejemplo.»

Por su parte Daniel Cazés, autor de El tiempo en masculino, subraya que la marca fundamental que se ha construido socialmente para el llamado «hombre de verdad» es el ser padre, al igual que para la mujer es ser madre.

«La paternidad se convirtió en la máxima realización de la masculinidad ideal. Por eso la respuesta de muchos hombres cuando se les pregunta el número de hijos que tienen: Que yo sepa… Es decir, embarazar a varias mujeres y tener muchos hijos, de preferencia varones, es el orgullo machista.»

Cazés, también antropólogo por la Escuela Nacional de Antropología e Historia, asevera que ser padre es ser proveedor, controlador de la vida de otros, violento, pero también apapachón. «La paternidad debería ser un placer tanto para los padres como para los hijos, pero por la condición de dominación no es así», lamenta.

«Una de las razones por las que festejamos el día del padre, además de para enriquecer a las grandes corporaciones mercantiles, es para quitarnos una culpa con todos los viejos jubilados y pensionados que el sistema tira a la basura por ser supuestamente inservibles.»

LA DISCUSIÓN EN MÉXICO

Tanto para Minello como para Cazés hay poca elaboración teórica en México sobre masculinidad y paternidad. Ambos difieren de los alcances que han tenido esas investigaciones recientes en la construcción de una cultura de equidad de género.

Nelson Minello acota: «En México hay mucha investigación empírica, tanto cualitativa (entrevistas, observación participante), como cuantitativa, que se refleja en una gran cantidad de encuestas sobre masculinidad y paternidad».

«Aunque no estén de acuerdo muchos colegas conmigo», recapacita unos segundos y añade «es necesario estudiar las dimensiones, los conceptos y los indicadores de la masculinidad y paternidad en términos del sujeto masculino.

«Como sociólogo mi preocupación es la generalización, por eso creo que no podemos estudiar mucho sobre el tema hasta que no tengamos investigaciones que nos permitan generalizar el problema y tomen en cuenta el imaginario social mexicano. Así también sabremos qué teorías llegadas del exterior nos sirven y cuáles hay que corregir.»

En un recuento de los actores del tema, Minello destaca con reserva los aportes del investigador Javier Alatorre Rico porque «no han sido trabajos críticos», pero ha hecho estudios sobre la paternidad como parte del Programa Universitario de Estudios de Género; en tanto el Coriac «hace fundamentalmente trabajo de asistencia».

«Creo que Coriac no elabora completamente de manera teórica el material con el que cuenta, el cual debe ser muy importante.»

Por su parte Daniel Cazés manifiesta que sus trabajos teóricos se han enfocado a las ciencias sociales aplicadas, por lo mismo de muchos de ellos han salido propuestas para políticas públicas como la Ley de sociedades de convivencia –que se discute en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal– y la llamada Ley Robles, que reformó los códigos penal y de procedimientos penales sobre la ampliación de las causales de aborto y su reglamentación, en casos de violación.

EL NUEVO HOMBRE

En años recientes en Europa y Estados Unidos surgieron teorías sobre la nueva masculinidad que pregonan un nuevo papel de los varones con el supuesto objetivo de conseguir mayor equidad de género.

Sobre esas nuevas teorías Cazés es demoledor: «Quienes sostienen esa visión son neomisóginos disfrazados que quieren recuperar al hombre salvaje que ha sido aplastado por la educación de las madres y las hermanas.»

Sin embargo, reconoce que de acuerdo con sus estudios existen hombres que realmente quieren cambiar sus actitudes machistas, pero que lo hacen impulsados por el temor de que sus compañeras los abandonen.

«Ese es un problema grave que se debe al dilema de los hombres que, aunque quieren cambiar sus patrones de conducta, viven en la incertidumbre de cómo lograr ese objetivo. Los varones estamos atrapados en una estructura de poder que dificulta cambios tangibles.»

«No creo que exista eso que llaman el nuevo hombre», arremete por su parte Nelson Minello, quien explica que una forma completamente distinta de ejercer la masculinidad y la paternidad todavía no existe, ya que la identidad masculina es muy compleja y la sociedad no es todavía lo suficientemente amplia en América latina como para tener un nuevo hombre.

«El problema es que no basta un esfuerzo individual porque en el fondo todos los hombres somos cabrones estructurales, por lo que no importa que algunos seamos más sensibles que otros: eso no modifica el asunto de la dominación masculina. Y es que en el fondo y en el frente de este problema está la cuestión del poder.»

HACIA DÓNDE VAMOS

Minello y Cazés coinciden en que los patrones de masculinidad y paternidad han cambiado al paso de los años en México y en el mundo, tanto por las transformaciones estructurales como por la presión de los movimientos feministas y lésbico-gay.

También están de acuerdo en que esas modificaciones «son mínimas» y que aún falta mucho por hacer.

Minello considera indispensable que haya un diálogo entre las personas que estudian la masculinidad y las que estudian a las mujeres, a fin de construir un aparato teórico que explique el problema de la dominación de género en lo social, no sólo en lo individual.

El especialista advierte que no todos los cambios serán positivos, ya que «el mundo está girando hacia la derecha y difícilmente el tema de género progresará». Sin embargo, considera: «Los cambios también deben darse en las políticas públicas, en la impartición de una educación de género, en la legislación y en los medios de comunicación, como diversas maneras para romper el desequilibrio del dominio masculino».

En contraparte Cazés resume que desde el lado teórico falta la construcción de una metodología que defina qué es ser hombre y cuáles son sus privilegios, para desde ahí comprender, con más ángulos, la complejidad de las relaciones sociales de género.

«Los cambios deben partir de la concepción de que los hombres no somos malos. Habemos hombres buenos, convencidos de que la relación con las mujeres es más interesante y con nuestros congéneres aburrida y fatigante, a causa de la violencia y la competencia.»

Lo cierto es que ambos especialistas llaman a que el día del padre sirva como pretexto para debatir en la sociedad lo que significa de verdad la paternidad, en términos de equidad de género, además de reflexionar en qué hacer para construir relaciones más justas y equitativas en los individuos y en la sociedad.

       
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