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Argentina: gobierno de Cristina no despenalizará el aborto

Por Alejandra Waigandt

Una película estrenada recientemente, y un telefilme proyectado públicamente la pasada semana, abordan el tema del aborto: la rumana Cuatro meses, tres semanas y dos días, y la producción local Urgente.

Mientras el debate social no cesa, la nueva ministra de Salud, Graciela Ocaña, ya delineó el perfil de una gestión muy diferente a la de su antecesor y consonante, en cambio, con la posición de Cristina Fernández: no a la despenalización, sí al aborto legal, y una sombra sobre la entrega de las Guías de Atención para Abortos no Punibles, informa la agencia Artemisa.

Cuatro meses, tres semanas y dos días es una película rumana dirigida por Cristian Mungiu, que expone crudamente el drama del embarazo no deseado y cuenta cómo dos muchachas padecen una serie de humillaciones para que una de ellas pueda tener un aborto clandestino en Rumania, en la última etapa de la dictadura de Nicolae Ceausescu.

En el film, que se estrenó en Argentina a principios de diciembre, Gabita (Laura Vasiliu) y Otilia (Anamaria Marinca) comparten un cuarto en una lúgubre residencia estudiantil. Son amigas. Gabita se ve obligada a abortar y debe hacerlo clandestinamente. Otilia la acompaña en ese trance, que el realizador Mungiu sigue paso a paso.

Las muchachas consiguen una habitación de hotel y contactan a una persona para que realice el aborto. Es un individuo (Vlad Ivanov) que asegura que va a «ayudarlas», pero que se aprovecha de las circunstancias y de la situación de poder antes de instalar la sonda que conseguirá interrumpir el embarazo.

Efectivamente, en Rumania el régimen comunista prohibió el aborto y todo tipo de anticonceptivos en 1966. En la película estas circunstancias están reflejadas en el contexto en que se mueven las protagonistas. En entrevistas con medios de comunicación argentinos, el director rumano dijo que es una historia real y que se la contó una amiga, pero explica que «el film no sólo abarca el tema del aborto, es acerca de cómo en esa sociedad la gente se sentía vigilada, controlada, con miedo de hacer y de pensar».

Este joven realizador logra contar la experiencia durísima del embarazo no deseado y muestra como un régimen político y ciertas leyes empujan a las mujeres rumanas a situaciones trágicas. Cuando se derrumbó el comunismo, estadísticas oficiales revelaron que más de 500 mil mujeres murieron como consecuencia de abortos inseguros, cifra que no incluye a las que nunca recurrieron a los hospitales. Con el advenimiento de la democracia en 1989, Rumania volvió a legalizar el aborto.

POSTERGACIONES Y ELIMINACIONES

El estreno de Cuatro meses, tres semanas y dos días coincidió con la noticia de que Ginés González García, en ese momento ministro de Salud, aprobaba la distribución de la Guía Técnica para la Atención de los Abortos No Punibles a través del Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable.

Es un manual que contiene procedimientos clínicos y quirúrgicos recomendados por OMS para interrumpir embarazos. Es más completo que los protocolos de atención de La Pampa, recientemente vetado por el gobierno provincial, Rosario y algunos hospitales de Buenos Aires. Inclusive más exhaustivo que el proyecto de las diputadas nacionales Juliana Marino y Silvia Augsburger que debía discutir la Comisión de Legislación Penal de Diputados, pero que caducó en noviembre porque los y las parlamentarias no emitieron un dictamen en tiempo y forma.

«Esta guía viene a suplir el vacío existente», aseguró Martha Rosenberg, de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, en relación a la judicialización de los casos de aborto no punibles, que se materializan cuando la vida de la madre o su salud corren peligro y cuando el embarazo es resultado de una violación. El Código Penal excluye dichas causales de la prohibición del aborto que rige desde 1921.

En Argentina las mujeres enfrentan grandes escollos para ejercer esas prerrogativas. Hospitales y centros de salud públicos se niegan a interrumpir embarazos argumentando objeción de conciencia o desamparo legal; en la mayoría de los casos solicitan autorización judicial pese a que la norma no la exige. A través de la Guía, el Ministerio de Salud suministró también el marco jurídico para que los y las médicas se sientan respaldadas en sus prácticas.

Rosenberg dijo que esperan que la nueva ministra de Salud, Graciela Ocaña, continúe con la distribución de esta nueva herramienta. La Campaña por el Derecho al Aborto presentó a mediados de 2007 en el Congreso un proyecto de ley que propone despenalizar y legalizar el aborto, y garantizar el acceso al procedimiento en el sistema de salud pública. La dirigenta social reconoció que contaban con el apoyo de un grupo de legisladores y legisladoras, pero finalmente ninguno impulsó el tratamiento de la iniciativa. El próximo año «vamos a conversar con los viejos y los nuevos legisladores que nos apoyan. Queremos que impulsen la discusión de la iniciativa en las comisiones correspondientes».

Graciela Ocaña ya adelantó los ejes de su gestión, bien diferentes a los de su antecesor Ginés González García, en una entrevista dada al diario Página 12 el domingo 16 de diciembre. Allí dijo «nosotros vamos a cumplir con nuestra Presidenta» y recordó el rumbo marcado por Cristina Fernández de Kirchner para este tema: no a la despenalización y sí al aborto legal.

Sobre las Guías Técnicas aprobadas por la gestión de Ginés Gonzáles García, Ocaña dijo que «están en estudio» y no garantizó su difusión. O sea que una herramienta indispensable para el acceso a la información de las mujeres, y que podría prevenir las muertes por abortos mal realizados, quizá quede en la nada.

VIOLENCIA, ABUSO Y ABORTO

La Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito promovió el pasado 12 de diciembre la proyección del telefilm Urgente, codirigido por la realizadora Albertina Carri y la actriz Cristina Banegas. La historia nace a partir del cimbronazo que les causó a ambas la noticia de una niña violada y embarazada que se suicidó en el baño de un colegio de Jujuy con su propio guardapolvo.

La película denuncia el abuso sexual infantil y la violencia contra las mujeres, pero también plantea la discusión sobre el aborto. El film muestra que una niña (Luciana Rodríguez) de 11 años es violada por el sobrino (Luis Ziembrowski) de un cura (Enrique Liporace) que se erige autoridad de un pueblo pequeño y muy humilde. La menor de edad vive con su abuela (Cristina Banegas), que es partera, su mamá (Analía Couseyro), que se encarga de la limpieza de la iglesia, y su tía (Alejandra Flechner), una enfermera en el hospital de la ciudad.

Cuando estas tres mujeres descubren que la niña está embrazada, la discusión se centra una vez más en el tema del aborto. El cura lo considera un delito, la directora de la escuela (María Inés Aldaburu) apoya esa moción, la maestra (Rosario Bléfari) titubea, la madre no sabe qué hacer, la tía insiste en que es un tema privado y la abuela menciona al violador, interrogando sobre el daño que le hicieron a su nieta. Nadie advierte la presencia de la niña, que escucha la discusión. Más tarde, mientras todos duermen, se suicida.

«La niña se suicida no sólo porque sufre discriminación en la escuela y represión de la iglesia, sino también porque algo ocurre en la familia. Hubo algo que no pudo ser escuchado. Hay una abuela que se presenta como heroica, pero que sin embargo también decide sobre el cuerpo de otro», cuenta la actriz María Inés Aldaburu.

«El aborto tiene que ver con una muerte. La sociedad lo sabe y las mujeres lo saben. Es una decisión muy compleja. Despenalizarlo no significa que va a estar todo bien, seguirá siendo una decisión que tiene una responsabilidad terrible», continuó la actriz, quién espera que a partir de esta película el tema se discuta más.

Desde su silla y señalando su embarazo, Analía Couseyro aseguró que el hijo que está esperando lo deseó desde el principio y que esa experiencia es muy intensa, por eso entiende mejor la angustia de un embarazo no deseado. «No se trata de discutir si estamos a favor o en contra del aborto, sino de debatir sobre cómo garantizar las condiciones para que las mujeres puedan elegir. El nacimiento de un hijo tiene que elegirse», enfatizó.

MUEREN LAS POBRES

El reclamo por la legalización del aborto, que incluye a muchas otras organizaciones e individuos, tiene también un objetivo «urgente» y es que las mujeres que deciden interrumpir su embarazo no mueran en procedimientos inseguros. Además sostiene que el Estado debe legislar sobre una práctica existente y al mismo tiempo dar garantías de justicia social a las mujeres de escasos recursos.

Según un informe de la Unidad de Terapia Intensiva de la Maternidad Sardá de Buenos Aires, se realizan en Argentina más de 600 mil abortos por año y de cada 100 mil mujeres que se someten al procedimiento, mueren entre 350 y 400 en el quirófano, la mayoría son pobres y sin acceso a servicios de obstetricia especializada.

La relación entre aborto clandestino y clase social es abordada en la producción cultural británica Vera Drake (2004-Mike Leigh) conocida en algunos países como El secreto de Vera Drake, pero situó la historia en la Inglaterra de 1950, cuando abortar era una práctica ilegal.

Al igual que el rumano Cristian Mungiu, Leigh denuncia la diferencia de derechos y posibilidades dependiendo de las clases sociales y unas leyes que agravan la injusticia social en perjuicio de las que cuentan con menos recursos. También existen coincidencias con las directoras argentinas, pero en el plano de la realización: el director británico trabajó sin guión, dando cabida a la improvisación de los y las actrices.

Hay otras producciones cinematográficas, como la francesa Un asunto de mujeres, dirigida por Claude Chabrol y protagonizada por Isabelle Huppert, que se acercan a la problemática del embarazo no deseado y el aborto. ¿Cuántas producciones harán falta para que los gobiernos se den cuenta de que realidad y ficción van de la mano?

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