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Argentinas migrantes ganan menos, pero envían más remesas

Por Silvina Molina

¿Cuál es el destino que las mujeres que migraron a nuestro país dan al dinero que ganan?, ¿y cómo resuelven este tema las mujeres argentinas que emigraron a otros países?

Investigadoras e investigadores locales y dirigentes sociales hacen aportaciones a este tema, que carece de profundidad científica en Argentina, que es de incipiente análisis en países centroamericanos, y que olvida el enfoque de género.

Las remesas enviadas por los inmigrantes a sus países de origen sumaron 62 mil 300 millones de dólares en 2006, un fenómeno que se ha convertido en una importante fuente de ingresos para América Latina, y que sin embargo, todavía no ha sido estudiado seriamente. Mucho menos si se trata de diferenciar por género dichos aportes.

«Desde el punto de vista metodológico, no es un trabajo sencillo de hacer, ya que para hacerlo bien, hay que trabajar a dos puntas: desde dónde se mandan las remesas y hacia dónde llegan», señala María Inés Pacecca, antropóloga, con una vasta experiencia en estudiar el tema migratorio.

En tanto, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), agencia de la Organización de Naciones Unidas con sede en Santiago de Chile, dice que América Latina se puede clasificar en tres grandes categorías en relación a las remesas: grandes, medianos y de muy baja recepción de remesas.
Argentina se ubica en este último grupo, ya que apenas supera los 150 millones de dólares contra los 2 mil 500 de México.

Para Bernardo Kliksberg, asesor de la ONU, la CEPAL, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en la materia, concuerda en que «no hay investigaciones específicas sobre remesas en Argentina y sobre remesas y género. Pero estudios sobre administración de recursos del hogar, muestran claramente que las mujeres son mucho más eficientes para fijar prioridades; son mejores administradoras».

REMESAS SOCIALES

Investigadores e investigadoras nacionales y extranjeros concuerdan en que el tema de las remesas está en pleno debate, fundamentalmente para determinar si tienen efecto directo sobre el desarrollo de los países. También sobre las denominadas «remesas sociales». Este concepto hace referencia a la situación de la mujer migrante, que al trasladarse a otro país asume nuevas ideas, pautas y actitudes que va a transferir a su país de origen y que la ubicará en una situación de igualdad con los hombres.

La socióloga argentina Sara Poggio vive en Estados Unidos, e investiga sobre migraciones hace más de 30 años. Reconoce que no ha escrito sobre remesas con perspectiva de género, pero para su trabajo Relevamiento de madres y familias transnacionales en Baltimore, Maryland consultó a inmigrantes de Centroamérica, sobre todo salvadoreñas, guatemaltecas y mexicanas.

«La muestra no es probabilística –aclara- se entrevistaron mujeres inmigrantes de entre 19 y 45 años, con por lo menos cinco años de residencia en Baltimore, Maryland. La encuesta se hizo en una organización católica, y el motivo principal de la búsqueda de datos era el relevamiento de madres con hijos todavía viviendo con familiares en el país de origen. Las mujeres respondieron que enviaban dinero y que la cifra no superaba los 200 o 300 dólares por mes. Lo enviaban para pagar la escuela de los hijos, la comida, la construcción de la casa de los padres…»

Consultadas sobre los hombres, las encuestadas dijeron que tanto sus maridos y otros hombres que conocían, envían más dinero si tienen toda la familia en el país de origen, y menos dinero si sólo tienen uno o dos hijos. Además, sostienen que los hombres mandan más dinero, pero no todos los meses.

Poggio dice que es muy común que los hombres se asocien a clubes de salvadoreños en el exterior, y envíen sumas colectivas a sus pueblos para obras comunitarias, para comprar una ambulancia, o para levantar un salón en una escuela.

«Mi interpretación, que coincide con otras investigaciones de migrantes en el país, corresponde a una división de género en las remesas. Las mujeres no son heroínas, porque mandan poco, pero los hombres mandan cuando es público y reconocido socialmente».

«Las mujeres ponen en la remesa el valor del esfuerzo de la migración»

Gabriela Liguori es la coordinadora general de la Comisión de Apoyo al Refugiado (Caref), coincide en que no hay datos estadísticos confiables sobre remesas desde y hacia Argentina. Pero cree que nuestro país no es netamente emisor de remesas como años atrás, sobre todo desde la última crisis de 2001. «Recién ahora se comienza a hablar a nivel gubernamental de la importancia de las remesas», afirma.

— En Caref trabajan con mujeres migrantes de la región, sobre todo peruanas, bolivianas y paraguayas, ¿hay características propias de la mujer cuando se habla de envío de remesas? –le preguntamos.

— Las mujeres sostienen el compromiso de enviar el dinero a través del tiempo, sobre todo si hay hijos. Y aunque no los haya, igual. Ponen en la remesa el valor del esfuerzo de la migración, para que los hijos accedan a lo que ellas no pudieron acceder.

–¿Qué destino le dan al dinero que envían?

— Creo que las migrantes en Argentina envían el dinero para sus familias, para la subsistencia. Y para comprar el terreno o hasta una casa. En la migración regional –que es lo que caracteriza a Argentina- las mujeres van y vienen, y pueden llegar a acceder a una casa acá y otra en su país de origen.

–¿Qué las diferencia de los hombres?

— Las lógicas más comunes que diferencian a hombres y mujeres son que ellas son más regulares, saben que la familia espera con ansiedad ese dinero. Es casi opresivo para algunas, y necesitan responder aún a costa de más sacrificios que los varones. Y una se pregunta ¿qué es la remesa, un ahorro o una limitación? Las mujeres quieren mejorar el estándar de vida de las familias que quedaron en sus países, pero también intentan ahorrar para traerlos. Y si logran juntarse con sus hijos, en la mayoría de los casos siguen enviando dinero, menos cantidad, pero siguen aportando.

En los hombres está la lógica machista que recarga a las mujeres. Incluso las mujeres suelen enviar el dinero a otras mujeres (madres, tías, hermanas) porque no confían tanto en los hombres. Se ven casos de hombres migrantes que conforman nuevas familias acá, y se olvidan de la que dejaron en su país. Arman una historia sin pasado.

Hay que tener presente que la mujer, aún a la distancia, ejerce el rol materno y suma el de proveedoras.

«MUJERES CON HIJAS E HIJOS REMESAN SIEMPRE»

Las antropólogas María Inés Pacecca y Corina Courtis realizaron una serie de entrevistas a mujeres migrantes de países vecinos, que se desempeñan como trabajadoras domésticas en el área metropolitana de Buenos Aires. «Lo que siempre aparecía era que la remesa era lo primero que se hacía –cuenta Pacecca-. En general, lo que se observa es que las mujeres son más constantes que los varones en el envío de remesas; tal vez no manden mucho, pero mandan siempre».

— ¿No hay desconfianza sobre el uso que se da al dinero?

— Nunca, en ninguna entrevista, escuché a ninguna mujer dudar sobre el uso o el destino de la remesa; siempre confiaban de manera absoluta en el criterio de la mujer que la administraba. Además, muchas veces las remesas se complementaban con cosas en especies: ropa, calzado, juguetes, etc.

–¿Influye que sean madres?

— Se asocia al hecho de que en la mayor parte de los casos, esas mujeres remesan para hijas e hijos en un contexto de desvinculación conyugal: es decir que si ellas no envían plata, no pueden confiar en el padre de las y los niños para que cubra los gastos necesarios. Esto también está ligado a quién decide cómo se gasta la plata de la remesa. Generalmente es la propia madre de la mujer -la abuela de las y los niños- o alguna hermana. Las mujeres que dejan hijas o hijos remesaron siempre.

WESTERN UNION MERMA LA REMESA

Sin embargo, las empresas de transferencia de dinero, como Western Union, son un obstáculo para que la remesa apoye a quienes la reciben. Viviana Rennella emigró a Estados Unidos en 1979, luego de que su padre fuera detenido durante la dictadura militar argentina. Hoy está a cargo de la Dirección de Programas Transnacionales del Instituto Trasnacional para la Investigación y Acción de Base.

Junto con 158 grupos de inmigrantes lanzaron en septiembre pasado un boicot contra la firma de transferencias de dinero Western Union, para que tenga en cuenta las necesidades de esa comunidad, y no sólo sus propios intereses económicos.

La acción contra la compañía Western Union se centra en pedidos concretos: que la empresa reduzca sus tarifas, que ofrezca una tasa de cambio justa, que comprometa 1 dólar de cada transacción a un fondo de inversión comunitaria que controlen los remitentes, y que adopte reglas de derechos humanos en sus prácticas de inversión.

TIGRA (por sus siglas en inglés) es una red nacional de más de 100 organizaciones de inmigrantes unidos para mejorar las prácticas de la industria de envíos de dinero y asegurar inversiones comunitarias.

«Un trabajador inmigrante que gana un salario mínimo tiene que trabajar una semana entera para poder pagar lo equivalente a un año de tarifas y comisiones que cobra Western Union. Aunque un envío de dinero individual le cuesta a Western Union menos de 5 dólares (que se reduce a $3.27 dólares por trámites subsiguientes), la compañía cobra más de $20 dólares.

Hay estudios que indican que si las tarifas de envío de dinero, o remesas, fueran reducidas por la mitad, 33 millones de personas podrían salir de la pobreza en los países en vías de desarrollo.

Western Union consistentemente cobra entre el 10-15 por ciento más que sus competidores, con sus tarifas altas y tasas de cambio bajas. Estas tarifas contribuyen a un margen de ganancia considerable, del 30 por ciento, mucho más que su próximo competidor, Money Gram», expresó Viviana Renella al explicar por qué el boicot a esta compañía y agregó: «el Banco Mundial calcula que Western Union podría rebajar sus tarifas en un tercio, y todavía mantener ganancias comparables a sus competidores».

TIGRA considera que el sistema de remesas «es la nueva frontera en la lucha por la justicia económica que une los problemas domésticos con los globales».

Si bien no hay información certera sobre el aporte diferenciado por género, se presume que las mujeres migrantes, si bien ganan menos que los hombres, envían a sus familias una porción mayor de sus ingresos en remesas.
07/SM/GG

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