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Arqueólogas y antropólogas son estigmatizadas por ser mujeres

Por Angélica Jocelyn Soto Espinosa

A la par, trabajadoras no calificadas y profesionistas padecen desigualdad de género porque el mercado de trabajo las estigmatiza con estereotipos, dijeron expertas.
 
Esa fue la hipótesis que antropólogas y arqueólogas expertas en estudios de género sostuvieron durante la conferencia “Género y trabajo. Una mirada antropológica”, que se llevó a cabo ayer en esta capital.
 
La arqueóloga Jezabel Luján Pinedo, quien coordina un proyecto de investigación con la empresa AUDI, que está explotando una zona arqueológica en el estado de Puebla, explicó que en su profesión aún se expresa “mucho machismo”.
 
Esto porque a las mujeres se les relega a los laboratorios y no se les permite hacer trabajo de campo, ya que se considera que ellas “no pueden” usar herramientas pesadas o contratar trabajadores.
 
Por eso, algunas de las arqueólogas que asumimos participar directamente en campo, reveló la experta, tenemos que participar en “ritos de paso”, como beber a la par que los compañeros, ocultar emociones o “no quejarnos”.
 
Quienes se oponen a que las arqueólogas prefieran estas dinámicas a seguir en el laboratorio les roban las herramientas, se llevan a todos los trabajadores, les dejan a los peones más complicados o no les dan transportes.
 
La experta relató que cuando asumió la coordinación del proyecto se encontró con trabas y desigualdades incluso dentro de la comunidad en la que trabaja, ya que como mujer es más difícil que lo trabajadores varones le hagan caso, además de que cuestionan en todo momento que sea soltera y no tenga hijos.
 
Recordó que una de sus propuestas al iniciar el proyecto fue el de contratar a trabajadoras en lugar de varones para que hicieran las faenas; pero el académico que dirige el proyecto le negó la posibilidad porque dijo que “no podían cargar cubetas pesadas”, a pesar de que ellas están acostumbradas a llevar mucho más sobre sus hombros y por varios kilómetros para llevar agua hasta sus casas.
 
No obstante, dijo Jezabel Luján, algunas mujeres que están rompiendo con los roles tradicionales que se les impuso en esa comunidad se acercaron para pedir empleo luego de comprobar que las mujeres pueden desempeñar cualquier trabajo, e incluso asumir liderazgos.
 
La arqueóloga, quien también realizó entrevistas a las trabajadoras de la empresa AUDI, dijo que todas ellas señalaron experimentar discriminación por género en el trabajo. Lo cual se expresa en sueldos desiguales, no poder ocupar puestos de decisión o que se les nieguen algunos derechos que sus pares varones sí tienen.
 
Por ejemplo, de ocho arquitectos que trabajan en el proyecto sólo una es mujer; a ella le pagan el 60 por ciento menos que a su pares varones y le negaron una camioneta que los otros sí obtuvieron.
 
Las trabajadoras también señalaron en las entrevistas que preferirían a un hombre como jefe en lugar que a una mujer, porque en muchas ocasiones ellas reproducen un liderazgo “patriarcal incluso más violento y competitivo que el de los varones”.
 
Por esto, señaló la arqueóloga, es necesario trabajar el liderazgo desde el feminismo para no construir el que tradicionalmente impera, lo cual implica ser sensible, respetuosa y escuchar las necesidades de las otras.
 
La doctora Pilar Martínez, socióloga de la Universidad Autónoma de Puebla, señaló que el trabajo es un espacio social sobre el que se generan desigualdades que impactan de manera directa la autonomía y el desarrollo económico de las mujeres.
 
Esto porque la división del trabajo proviene de valoraciones sociales –percepciones y prejuicios– sobre las condiciones sociales de las personas, en detrimento para las mujeres.
 
La especialista explicó que la desigualdad se genera porque los empleadores siguen valorando aspectos como la edad, el grupo social, la raza, la etnia y, en especial, el cuerpo de las y los sujetos para otorgar un trabajo o designar salarios.
 
En el mercado de trabajo, agregó, la producción y la reproducción se asumen como valores contrarios, ya que los empleadores consideran que al contratar a una mujer en edad reproductiva tendrá que “lidiar” con licencias de maternidad y flexibilidad de horarios. 
 
Por ejemplo, explicó Martínez, las mujeres casadas y con más de dos hijas e hijos participan menos en el mercado laboral que la población femenina soltera, mientras que los hombres en esta condición participan igual que sus pares solteros y sin hijos.
 
Además, las mujeres participan más en el trabajo no remunerado, el cual se refiere al trabajo del hogar, de cuidado y comunitario; a la par, las mujeres que participan en el trabajo remunerado trabajan más horas que los varones y también desempeñan labores sin paga.
 
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