Inicio Asesinar periodistas significa la muerte de la sociedad, de nuestra libertad

Asesinar periodistas significa la muerte de la sociedad, de nuestra libertad

Por Anayeli García Martínez
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“Nos están matando”, “No al silencio”, “No nos va a callar”, fueron las frases repetidas ayer frente a la Secretaría de Gobernación (Segob) en la capital del país,  durante un plantón que se convirtió en velada en memoria de los periodistas asesinados en México. 

El reclamo social lo desató el reciente asesinato del corresponsal del periódico La Jornada y director del semanario Río Doce, Javier Valdez Cárdenas, ocurrido el 15 de mayo a plena luz del día en Culiacán, Sinaloa, así como el homicidio de la también corresponsal de ese medio y reportera de la desaparecida agencia Norte, Miroslava Breach, cometido el 23 de marzo en la ciudad de Chihuahua. 
 
Desde las siete de la tarde y hasta las diez de la noche, reporteros de medios impresos, de portales, de radio y de televisión, se mantuvieron de pie frente a la puerta del edificio ubicado en la calle Bucareli, colonia Juárez, exigiendo un basta a los crímenes contra la libertad de expresión porque “en este país están matando periodistas, en este país están matando defensores de Derechos Humanos, en este país no aguantamos más”.
 
JAVIER, MIROSLAVA, REGINA, RUBÉN…
 
Por Javier, por Miroslava, por los seis periodistas asesinados este año, por la corresponsal de Proceso, Regina Martínez, asesinada en Veracruz en 2012; por Rubén Espinoza, asesinado en la Ciudad de México en 2015, por la subdirectora del semanario “El Costeño”, de Jalisco, Sonia Córdova, quien sufrió un atentado el 16 de mayo y la dejó mal herida; por todos aquellos que recibieron una bala por informar lo que sucede el país, por develar la corrupción, por hablar de las víctimas. 
 
Por ellas y ellos, por quienes fueron asesinados, pero también por los que viven con amenazas, la periodista Lydia Cacho trepó las rejas del edificio y junto con sus compañeros colocó una gran bandera coloreada en un negro de luto y cuya águila quedó de cabeza porque, al fin de cuentas, un país donde se mata al mensajero es un país que está al revés. 
 
Cacho, también amenazada, torturada y detenida en 2005 por descubrir una red de trata de personas leyó: “… pero aun así, hacerlo, salir al terror y a la cerveza bajo el gruñido del sol, a tomar la foto incómoda y avanzar con la denuncia y aferrarse de un pellejo de esperanza para crear un poco de conciencia, una área de sensibilidad en los ojos y en el alma…”, ideas escritas por Javier Valdez en su libro Narcoperiodismo. 
 
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Frente a esa oficina, donde despacha el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong  -que apenas hoy dijo que “repudia y condena las cobardes agresiones contra periodistas”- se colocaron los carteles con las imágenes de Javier y Miroslava, las frases de “Nos están matando”. Y ya entrada la noche, las personas alzaron antorchas improvisadas que llenaron el ambiente de un olor a combustible. 
 
Mientras los portadores de cámaras, micrófonos y grabadoras se congregaban hasta casi llenar la calle de extremo a extremo, el periodista y director el periódico Unión de Periodistas, Jorge Meléndez Preciado, reclamó que hoy, como hace 30 años cuando  mataron a Manuel Buendía, los funcionarios pretenden culpar a la víctima y pese a ello, dijo, nunca van a cejar en la exigencia de justicia.
 
MATARON A JAVIER POR SU TRABAJO
 
Quién también respondió al llamado de solidaridad fue Carmen Aristegui, periodista censurada en la radio comercial, en W Radio y MVS Radio, quien fue enfática en señalar: “que lo escuche Gobernación, que lo escuche Peña Nieto, que lo escuche el procurador y que lo escuche quien lo quiera escuchar en este país y fuera de él: este asesinato es un asesinato producto del trabajo de Javier, respuesta al trabajo de Javier, respuesta criminal”.
 
Al hablar de su colega, Aristegui aseguró que muertes como la de Javier, la de Miroslava, la de Regina y  de tantos otros debe significar para la sociedad, “tenemos, nosotros comunicadores, tenemos nosotros periodistas, tenemos –los que se supone usamos la palabra– que convencer a la sociedad de que esto es importante, tenemos que convencer a la sociedad de que la muerte de un periodista es la muerte de la sociedad, es la muerte de nuestra libertad, es la muerte de un intento de democracia y de vivir en armonía. 
 
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Estuvo también como oradora la defensora de Derechos Humanos María Herrera, representante de esa parte de la sociedad que ya se hizo presente, mujeres y hombres que encontraron en los medios una caja de resonancia para sus voces. Tomó la palabra para mostrar su cariño y solidaridad por Javier y por quienes con su pluma han sido compañeros en su búsqueda por conocer la verdad.
 
“Su lucha no va a quedar ahí, la lucha de Javier va a seguir junto a nosotros, nos arrebataron su cuerpo… Esa familia que está sangrando ahorita de dolor y sufrimiento, tenemos que ser una fortaleza para ellos, así como Javier lo fue para todos nosotros”. Y como mensaje, esta mujer que lleva más de ocho años buscando a sus hijos, dijo que aunque esta sea una señal de que hay que parar, lo que se debe hacer es seguir con más fuerza.
 
A pesar de no estar incluidos entre los oradores, algunos periodistas desplazados tomaron la palabra para hablar de una realidad, esa que no es ajena al gremio: de cómo es vivir atemorizado, recibir amenazas y ser obligados al exilio. Conforme avanzaba el relato el rostro desencajado, las manos temblorosas y la voz entrecortada de cada uno de ellos se transformó en una postura rígida y la fuerza se recobraba con el “No nos vamos a callar”.
 
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Como una forma más de pedir justicia para las y los periodistas asesinados, un grupo de reporteras, reporteros y activistas publicaron un pronunciamiento donde pidieron que se integre una comisión de expertos internacionales para que acompañe las investigaciones, una idea que, dijo Carmen Aristegui, queda en el aire y hay que dar seguimiento porque quizás este crimen no sea el último.
 
Mientras una mujer recorría la velada con incienso en mano y mujeres y hombres prendían velas para iluminar el camino de Javier y mantener viva la esperanza, sobre las paredes de la Segob se proyectaban imágenes del periodista asesinado, los rostros de otros colegas ultimados. Y, como remate de una protesta por el derecho a saber, la frase de Javier: “(Soy periodista) Porque me interesan las personas, me atañen sus ilusiones, dolores, esperanzas, tristezas…”.
 
GALERÍA FOTOGRÁFICA:
 
Jornada de protestas por el asesinato de #JavierValdez y #MiroslavaBreach
 
17/AGM/GG

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