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Atacan autoridades mercado negro de documentos

Por Leticia Puente Beresford

Al incierto avance de la reforma migratoria se suma el problema del mercado negro de la venta y robo de identidades de estadounidenses, al cual recurren indocumentadas e indocumentados con tal de encontrar trabajo.

En Marshalltown, Iowa, informa el New York Times, hay dos mujeres con el mismo nombre: Violeta Blanco. Nunca se han conocido, pero por mucho tiempo han compartido el nombre, la fecha de nacimiento y utilizado el mismo número de Social Security.

Una de ellas, es inmigrante indocumentada mexicana y trabajaba rebanando puercos en la planta procesadora de carnes Swif Company, luego de que su esposo la abandonara con sus tres hijos.

La otra Violeta es una ciudadana americana que radica en California, nunca ha trabajado, padece de adicción a las drogas y está peleando con el Estado para la custodia de sus hijos.

Con poco en común, expresa el NYT, pero compartiendo la misma identidad, las dos mujeres están, sin darse cuenta, vinculadas en un ilícito trato, el cual es foco de atención en la fracturada ley migratoria con inmigrantes.

La mexicana trabajadora fue detenida durante la redada el 12 diciembre pasado y admitió que usó la identidad de la californiana para obtener trabajo.

Ahora, confronta cargos de felonía y su juicio iniciará este lunes en Does Moines.

Las autoridades migratorias, que realizaron redadas en seis plantas de la Swif Company y recientemente otras en Michigan, Florida y Arizona, se han enfrentado a este tipo de negocio y de encargarse de los y las inmigrantes indocumentadas que recurren a ello con el propósito de encontrar trabajo.

El diario también da cuenta de que los empleadores, debido a la agresiva persecución que realizan las autoridades en su contra para que no contraten trabajadores indocumentados, están examinando más cuidadosamente los documentos.

Pero los inmigrantes invierten cada vez más dinero en obtener mejores documentos, dijo Julie L. Myers, oficial de Immigration and Customs Enforcement. «Más y más incluye las identidades de ciudadanos estadounidenses y de inmigrantes legales».

Eloísa Núñez Galeana, el verdadero nombre de la inmigrante mexicana que adoptó la identidad de Violeta, explica: «jamás pensé hacerle daño a nadie». Ella sólo quiere trabajar.

Obtuvo la copia certificada de acta de nacimiento y Social Security por medio de una señora que tocó a su puerta ofreciéndole los documentos y le pagó por ellos 800 dólares.

Ganaba 11.50 dólares la hora. Tienen tres hijos. Los dos más grandes están en la preparatoria. Pero a su hijo de dos años lo dejó al cuidado de su hermana desde que la aprehendieron. Ella no habla inglés.

«Yo sólo pido permiso para trabajar honestamente», agrega.

El mercado negro de robo y venta de identidades es un tema que las autoridades están tratando. Y casos como el de Núñez se repiten, porque detrás de cada identidad puede haber más de una persona. Así, no sólo hay una doble de Blanco, sino al parecer existen otras más en otros estados del país.

El NYT encontró que los documentos de identidad de las personas aprehendidas junto con Núñez no fueron utilizados para abrir cuentas de banco o tarjetas de crédito o para cometer otros crímenes, sino para obtener trabajo.

No obstante, las autoridades dijeron al NYT que 326 estadounidenses reportaron problemas y «estas sufriendo reales consecuencias».

Mientras tanto, quienes se dedican al tráfico de identidades, buscan la manera de hacerse de documentos auténticos en la frontera con México. Es menos riesgoso que negociar con tarjetas de crédito robadas.

Algunas personas norteamericanas, como sucedió en Corpus Christi, Texas, indica el rotativo, venden sus documentos en 100 dólares, o como en Michigan, donde un burócrata robó información confidencial de identidades para proporcionárselas a inmigrantes que buscan trabajo.

Lo cierto es que ese mercado existe. La compra de documentos falsos u oficiales se presenta en toda la Unión Americana. En la zona triestatal del norte (Nueva York New Jersey y Conneticut), hay quienes llegan a pagar de 500 a mil dólares, incluyendo identificaciones de licencias.

Otro caso en similar al de Núñez es el de Lorena Andrade Rodríguez, de 34 años de edad, también mexicana, quien fue declarada culpable y apeló a la corte.

«No soy una mala persona. Mi record está limpio. Mi único error fue el trabajar duro a nombre de otra persona», dice preocupada.

07/LP/GG

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