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Atenco: cada vez más lejos la justicia

Por Lourdes Godínez Leal

Bárbara Italia, una de las 47 mujeres detenidas durante los operativos de San Salvador Atenco y de las 26 agredidas sexualmente por los policías el 3 y 4 de mayo de 2006, dice que las esperanzas de obtener justicia para ella y sus compañeras se agotan ante el «conflicto de intereses» que rodea a la única instancia en la que confiaron: la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos Violentos contra las Mujeres en el país (Fevim).

En entrevista exclusiva con Cimacnoticias, Bárbara Italia confiesa su decepción de la fiscalía que preside Alicia Elena Pérez Duarte, quien en repetidas ocasiones, recuerda, «nos ha dicho (a las mujeres que denunciamos) que está a punto de consignar, que ya está todo listo y entonces todo el tiempo ella habla de que está actuando de buena fe y sin embargo no sucede nada».

Bárbara Italia enfatiza que no se necesita ser muy inteligente para saber que hay «todo un conflicto de intereses en este asunto», la Fiscalía dijo, depende de la Procuraduría General de la República (PGR) y su titular Eduardo Medina Mora, ex titular de la Secretaría de Seguridad Pública y quien estuvo a cargo de ese operativo, ahora es el titular de la PGR.

No se puede ser juez y parte. ¿A quién van a consignar?, cuestiona.

-¿Por qué denunciaste ante la Fevim?

– Nosotras creímos muy importante, sabíamos que no había otra manera que se nos creyera si no hacíamos todo este procedimiento legal. Pero, por otro lado, era necesario para parar la serie de mentiras en las que estaba incurriendo el gobierno federal y estatal con sus acusaciones, que nosotras mismas nos habíamos causado las lesiones.

Todo lo que se dijo de nosotras, condenarnos y que se justificara el actuar de la policía tras considerar que era el trato que merecíamos por habernos atrevido a protestar por lo que pasaba.

¿JUSTICIA?

Para la joven, quien trabaja en una ONG que ayuda a menores de edad en situación de vulnerabilidad, es muy complicado que las mujeres de Atenco obtengan justicia: «no hay consignaciones, nadie está en la cárcel, algunas personas fueron sujetas a proceso por el delito de abuso de autoridad en el Estado de México, pero nada mas, de ahí no pasa».

«Cuando yo salí de la cárcel sabía que tenía que hacer este asunto de la denuncia porque tengo muy claro que una manera de frenar la violación a los derechos humanos, práctica ejercida en todos los movimientos sociales, es denunciando».

El problema, continúa, es que yo tenía claro que jamás voy a ver a los culpables en la cárcel, son situaciones diferentes: una cosa es frenar, que no lo sigan haciendo, pero de eso a que los implicados pisen la cárcel? no.

-¿Cuál es tu situación jurídica actual?

– Estoy procesada, tengo libertad bajo caución y enfrento el cargo de ataque a las vías de comunicación. El proceso aún continúa, pero hay muchas irregularidades en él.

Aunque obtuve un amparo, el juez que lleva los casos, Jaime Maldonado, volvió a dictarme otro auto de formal prisión (como a otros procesados).

Las audiencias son cada 15 días, lo que implica dejar de ir al trabajo, perder un día de salario y costos de transporte. Ya llevamos alrededor de 80 audiencias.

LA HISTORIA

Bárbara Italia fue detenida el 4 de mayo en un domicilio particular donde se encontraba con dos de sus compañeros de la asociación en la que trabaja. Se habían trasladado el 3 de mayo a San Salvador Atenco tras enterarse de la muerte de un menor que fue alcanzado con un petardo.

Pernoctaron el 3 de mayo en el pueblo de San Salvador Atenco – relata- para iniciar su trabajo de investigación. Y el 4 de mayo fueron detenidos por los policías y trasladados al penal de Santiaguito.

Ella permaneció en la cárcel 15 días y junto con sus compañeras estuvo en huelga de hambre, lo cual la desgastó físicamente y le impidió salir en buenas condiciones de la cárcel.

No obstante, salió del penal con mucho coraje, con mucha indignación, con mucha rabia y convencida de denunciar porque «teníamos que dar la pelea».

Bárbara Italia, igual que otras 25 mujeres, fue agredida sexualmente por los policías, quienes además le provocaron una herida en la cabeza de seis centímetros.

«Viajé todo el trayecto desnuda encima de dos personas más y sobre mi espalda y cabeza viajó un policía sentado. Hasta que llegamos al penal me permitieron vestirme».

Pese a todo, ahora está «libre» y asegura no se quedará callada, continuará al igual que sus compañeros, exigiendo la libertad de las y los detenidos aunque la justicia tal vez, jamás llegue.

07/LGL/GG

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