Unicef advirtió ayer que la malnutrición infantil que hoy afecta a 8 de cada 10 menores salvadoreños aumenta de manera alarmante en zonas de este país centroamericano, debido a la crisis de los precios del café que ha dejado sin empleo a miles de familias.
Según Juan Carlos Espinola, representante del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) en El Salvador, el nivel de malnutrición en este país centroamericano, debido a la crisis cafetalera, pasó de 15 por ciento a 65 por ciento de la infancia y en algunas zonas supera el 80 por ciento.
«En algunos cantones de los departamentos de Aguachapán y Sonsonate, y en particular Juayua, se han encontrado niveles preocupantes de desnutrición en el que en algunos caseríos se llega a que ocho de cada diez niños y, en algunos casos, como en Aguachapán, ha habido algunas muertes», dijo Espinola.
Advirtió que de no tomarse medias inmediatas, la crisis que vive esta población se agudizará aún más.
Para el representante de la instancia internacional, el cese de actividad en las plantaciones de café, desde hace un año, afecta a casi 40 mil familias y se suma a los problemas que está causando en las cosechas la sequía en la zona este de El Salvador.
En los últimos años, la zona occidental de El Salvador ha sido tradicionalmente la más afectada por desastres naturales, sequías e inundaciones.
La zona oriental ha dependido de la producción del café, pero el mercado de este producto ha experimentado una reciente baja que ha repercutido en el ingreso y alimentación de la población, siendo los más afectados la población menor de 5 años.
La crisis del café ha provocado que 25 millones de familias indígenas de América central y del sur, África y Asia padezcan hambre y vivan en la pobreza extrema.
La caída en los precios del café (la peor en los últimos 30 años) afecta ya a 100 millones de personas de 45 países, incluido México, que producen el grano, y los ha llevado a la ruina.
Las cuatro empresas más grandes del mundo, Sara Lee, Kraft, Procter & Gamble y Nestlé, acaparan casi la mitad de la cosecha mundial del café, pagando precios ridículos. Mientras los consumidores de los países ricos pagan cerca de 3.70 dólares por una libra de café, los agricultores reciben tan sólo 24 centavos por esa misma libra; o sea una diferencia de mil 500 por ciento.
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