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Avances profesionales de mujeres, invisibles ante el machismo

Por Redaccion

A pesar de que el movimiento feminista ha crecido considerablemente en Latinoamérica, «los avances que han tenido las mujeres en su propio desarrollo no se reflejan en el progreso de la lucha contra el machismo».

Así lo enfatiza la psicóloga y feminista Gloria Careaga, autora de las publicaciones Ética y Salud Reproductiva y Sexualidades Diversas, aproximaciones para su análisis, entre otras, y co-secretaria general de la Asociación Internacional de Gays y Lesbianas (ILGA) para América Latina, Asia y Norteamérica.

La activista y coordinadora de la organización El Closet de Sor Juana y la Fundación Arcoiris expone, en entrevista con Jennifer Ángeles, de la Agencia NotieSe, que la incorporación de la población femenina al ámbito laboral ha sido un proceso afectado por las percepciones que tiene el mercado en México respecto a la sexualidad de la mujer.

Define al sexismo como una construcción cultural relacionada con aspectos políticos y económicos. «Las fuerzas conservadoras matizan las políticas internacionales con lo moral y religioso». Si el sexismo prevalece, explica, no se debe a una condición étnica, de clase o geográfica, sino a la carencia un Estado laico y democrático.

«La cifra de mujeres políticas en Asia y en África es, en ocasiones, más alta que en Latinoamérica. A pesar de los avances del movimiento feminista en nuestra región, el machismo es un aspecto que obstaculiza las posibilidades de desarrollo económico», señala.

EJES DE LA DISCRIMINACIÓN

Uno de los desafíos que Careaga se planteó a su llegada a la ILGA en 1991 fue que la organización tuviera la fuerza y la perspectiva política de América Latina. «Ha sido una tarea complicada», subraya, no obstante, su trabajo como secretaría general –electa en 2008– se encamina a eliminar las sanciones penales contra lesbianas y gays en Latinoamérica, Asia y África.

Lamenta que en Nigeria, Irán, Arabia Saudita, Sudán, Emiratos Árabes Unidos, Yemen y Mauritania se condene a muerte a las personas por su orientación sexual. En Jamaica, por ejemplo, «no hay pena de muerte, pero existe un culto a la homofobia; tanto gays como lesbianas son perseguidos y condenados».

La transformación del mundo por condiciones más igualitarias, señala, es un desafío que tiene que ser permanentemente vigilado, no solamente contra el sexismo, sino contra el racismo y la homofobia. Estos ejes de la discriminación, dice, han adquirido distintas manifestaciones en los procesos democráticos.

Hoy en día podemos ver cómo el sexismo baja de manera importante en ciertos lugares del mundo, específicamente en Europa, pero esto no quiere decir que el racismo desaparezca, asevera. Incluso, «la homofobia había tenido una baja importante en muchos países de Europa y hoy podemos encontrar ataques homofóbicos, por ejemplo, en Holanda, donde se suponía era el Edén de lesbianas y gays. Estas luchas son permanentes, y trabajar en una sola región no garantiza nada», destaca.

TEMA PENDIENTE EN MÉXICO

Ser la primera mexicana en ocupar la secretaría general de la ILGA estimula el compromiso de Gloria Careaga con la defensa de los derechos humanos de las mujeres y la población LGBT del país.

Como integrante de la sociedad civil reconoce algunas dificultades en ese ejercicio, tales como el estigma asociado a las sexualidades diversas en entidades como Querétaro, Guanajuato o Jalisco, donde existe una «una política de terror» implantada por el Ejecutivo federal.

El hecho de que el gobierno panista no tenga una postura clara acerca del uso del condón y promueva la abstinencia como método de protección representa «un acto totalmente violatorio a los derechos humanos», afirma.

El objetivo principal de la sexualidad, recalca, es el placer. Se complementa con otros aspectos que tienen que ver con la salud y la reproducción; por lo tanto se convierte en una parte inherente a la vida de las personas. «El derecho que tenemos sobre el cuerpo termina en el respeto de la libertad sexual de la otra persona».

Al respecto, «tenemos que garantizar el ejercicio de la sexualidad de la manera más placentera pero también de la manera más protegida». A pesar de los avances que hay en la Ciudad de México, se requiere un trabajo más consistente de los activistas de todo el país para lograr que las y los indígenas, afroamericanos, gays y lesbianas accedan a las mismas oportunidades.

La sociedad civil, puntualiza, debe impulsar cambios consistentes para focalizar esos esfuerzos en logros como el tema de la violencia conyugal, considerado ahora un problema de salud pública o la iniciativa de ley respecto al matrimonio entre personas del mismo sexo.

«Son retos que las y los activistas debemos asumir sin descalificarnos entre nosotras y nosotros. Tenemos distintas formas de trabajo y perspectivas, pero debemos cimentar esfuerzos consistentes y reconocer la manera en la que cada quien contribuye al movimiento desde su campo. No podemos considerar que vivimos en un país democrático si las personas no son consideradas como iguales entre sí», concluye.

09/JA/GG

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