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Avasalladora violencia de narcotraficantes y policías

Por Sara Lovera

Narcotraficantes y policías han inaugurado una violencia específica y duradera contra las mujeres: ellos mandan, ellos prohíben, ellos violan, ellos disminuyen la dignidad humana de las mujeres en forma exponencial y creciente.

Los traficantes se adueñan de los pueblos, fuerzan a las niñas, disponen de las vidas de todas las personas.

La exposición de Amalia E.Fischer cae lentamente en la mesa de participación política del Seminario Internacional contra la Violencia de Género: Amores que mata, ¿Terrorismo de género o violencia doméstica? Perspectivas para el Nuevo Milenio. Ahogan las discusiones, se tiende su relato, lento, contundente frente a las discusiones que tuvieron un primer resumen esta mañana en la Universidad Jaime I.

«Dentro de la favela la violación es continua. Cuando llega el carro blindado de la policía militar , las cosas se vuelven peores, tiran para todo lo que se mueva y nosotras tenemos mucho miedo» Es el testimonio de una chica que habla con un grupo de feministas que han llegado hasta allá, en las zonas de producción para ver cómo el crimen organizado está afectando a las mujeres.

Y éstas parecen ser las nuevas realidades en medio de una discusión de violencia doméstica. Esta es igual dice Amalia a la de los fundamentalistas talibanes, las prohibiciones vienen de los narcos y militares sin que nadie lo sepa, lo oiga, los analice. Su queja es profunda.

En su análisis señala que las causas de la violencia urbana y de la guerra no declarada afecta a las principales ciudades brasileñas y están ligadas a la globalización, las políticas neoliberales, la desigualdad, el desempleo, la impunidad. Pero al descontrol del tráfico de drogas se suma el desconocimiento.

En este contexto de tráfico y crimen se usa a las mujeres como botín para supuestamente vengarse de los traficantes. Son los policías militares y los que están en la guerra por el control de la favela de producción de amapola.

Y sigue, esta guerra o reconocida como tal, afecta a la población en general, pero sobre todo a las mujeres. Y sobre la violencia contra las mujeres derivada de esta guerra, casi nadie habla, nadie se preocupa, no se vislumbra que en esa guerra entre traficantes y policías, las que más sufren las consecuencias de la violación de derechos humanos por parte del poder patriarcal mas brutal que existe, que es el de la fuerza física y la de las armas. Se trata de niñas, chicas y mujeres. Se trata de nosotras.

El testimonio que presentó continua lentamente entre las mujeres azorada, las europeas y latinoamericanas que no piensan o que prefieren no hacerlo acerca de esta realidad que puede estar en Oaxaca o un campo en Guatemala:

«Nosotras tenemos mucho miedo, no podemos llevar a nuestras hijas o hijos a la escuela, pues al mandato del tráfico se cierra todo, el toque de queda es todos los días a las 7 de la noche».

«Con el pasar de los años los traficantes se han vuelto peores, cuando ven a una chava bonita van sobres y si se les mete en la cabeza que aquella será suya, pobre de ella».

La expositora en la mesa de participación política donde se sugiere que las mujeres que lleguen al congreso se comprometan con las mujeres o se habla de cómo los centros integrales de protección femenina en Cataluña depende del dinero que tengan las consejalas de la mujer, decía, la expositora afirma en el fondo nosotras vivimos en un círculo de miedo, incertidumbre e interdependencia, nos ahoga la realidad que se vive en el mundo signado por la guerra y el crimen organizados, mientras la economía se concentra y existen relaciones personales cada vez más complejas.

La cuestión de la violencia contra las mujeres es mucho más amplia y tremenda, agrega, de lo que puede pensarse.

Estar en una favela en Brasil hace peligrar la integridad de las mujeres más que nunca en estos tiempos. Pero la pregunta es quién va a investigar a fondo que sucede en el día a día de estos pueblos, donde las mujeres pobres y aisladas no tienen los medios de comunicación y los apoyos institucionales de otros espacios y lugares.

El balde de agua se ha inflingido en esta reunión que intenta verificar si algunas de las acciones paliativas contra la violencia realmente están resolviendo el problema; si se puede pensar en éxitos mientras crece el horror y muestra nuevas caras del fenómeno.

Y aunque el tema no es violencia general contra las mujeres, porque el subtítulo de la reunión es Amores que Matan, de la teoría a la práctica, las revelaciones de Amalia Fischer han quedado como una huella para mirar el siglo XXI.

Es esta, además dijo la expositora, una muestra de la enfermedad que cunde en las zonas rurales de la región latinoamericana donde militares y traficantes hace tiempo se enfrentan, o se hacen socios, o se matan por doquier lesionando la vida cotidiana.

2004/SL/LR/SM

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