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Aznar en la calle

Por Teresa Mollá Castells*

Para todas aquellas personas que tuvieran añoranza de la presencia de José María Aznar en los medios, estarían encantadas de ver cómo salió a la calle para protestar contra la próxima aprobación de la Ley de Salud Sexual y Reproductiva y de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE).

Y es que para este político, la protección de la vida es algo fundamental, según sus palabras. Pero por lo visto se le olvidaron las vidas de los más de cien soldados españoles que las perdieron por su culpa, al haber comenzado una guerra ilegal en Irak y en Afganistán.

Pero es que para él y gentes como él, la vida tiene importancia cuando todavía no se sabe si es vida, pero sobre todo cuando va ligada a los derechos de la madre. Y me explico.

Al parecer, que las mujeres podamos aumentar nuestros derechos con respecto a nuestra propia salud sexual y reproductiva o, incluso decidir cuando queremos o no, ser madres, resulta atentatorio contra el resto de la humanidad, puesto que con nuestra decisión dejaremos al mundo mundial sin descendencia y además la lujuria nos corroerá profundamente puesto que reivindicamos nuestro cuerpo, también, para el goce sexual.

Y es que la gente que está en contra de la aprobación de la ley antes mencionada, como el propio Aznar, pretenden «vender» el mensaje de que a partir de su aprobación, las mujeres, al parecer, quedarán obligadas a interrumpir su embarazo. No plantean el tema de la interrupción del embarazo como un derecho personal de cada mujer. No, lo plantean como un genocidio de seres generalizado que, como las mujeres no sabemos lo que queremos, no nacerán.

Y es que hay que fastidiarse con los planteamientos que hay que escuchar en boca de determinados personajes, arropados, eso sí, por la curia católica, apostólica y romana, para seguir defendiendo la falta de derechos de las mujeres.

Porque, en definitiva, eso es lo que piden cuando gritan que se retire el texto que se va a aprobar. Piden dejarnos, de nuevo a las mujeres, en una situación de indefensión jurídica, sin derecho a tomar nuestras propias decisiones sobre nuestro propio cuerpo y, por tanto, sin poder decidir si queremos ser madres o no.

Y al mismo tiempo piden también, que se nos siga tratando como menores de edad y que sea el Código Penal el que resuelva sobre algunos aspectos de nuestra propia vida al despenalizar sólo tres supuestos y dentro de unos tempos marcados por ellos y, por supuesto, sin tener en cuenta la evolución social ni personal de los últimos veinte años.

Hablan y se les llena la boca de palabras como vida, dignidad, amor, etc., pero yo me pregunto ¿qué vida le puede esperar a una criatura no deseada, cuya familia no la puede mantener con dignidad? O ¿qué vida le espera a una adolescente de dieciséis o diecisiete años , o incluso más jóvenes, que quedó embarazada sin desearlo, por falta de información o falta de acceso a métodos anticonceptivos, y que ya no va a poder continuar con su formación y su crecimiento personal de una forma adecuada al tener que ocuparse de una criatura?

Las vidas de las madres también existen. Y ellas, las madres, o no madres, las mujeres en general, tenemos derechos antes de la concepción y después de la misma. Y esos derechos son los que esta marabunta de gente gritando quieren negar.

Derecho a una vida en libertad, a decidir cómo vivir, a decidir si queremos ser madres o no. Derecho a decidir sobre nuestras relaciones, a casarnos con quien queramos sea mujer u hombre, a no casarnos. Derecho a tener los mismos derechos y en las mismas condiciones que la otra mitad de la población: los hombres.

Derecho a disfrutar de nuestro cuerpo cómo y con quien nos plazca. Derecho a una formación integral que incluya la prevención en todos los sentidos y el cuidado de la salud, también en todos los sentidos. Y así una larga ristra de derechos que se quieren frenar e incluso negar cuando gentes como Aznar afirman que lo primero es la protección de la vida.

Seguramente las familias de los muertos en la guerra ilegal que usted permitió tendrán otro concepto de lo que significa proteger la vida.

Una vez más a la gente más reaccionaria le da miedo que se aumenten los derechos civiles de las personas, sobre todo cuando somos mujeres las beneficiarias. Y si no recordemos la postura de los de las faldas largas y negras, de la mano siempre del Partido Popular en temas como la Ley de Igualdad o la ley que permitía los matrimonios entre personas homosexuales.

A veces pienso si esas gentes tendrán miedo a que las personas seamos felices dentro de esta relativa libertad en la que vivimos, puesto que eso es lo que con sus actos nos demuestran a quienes pensamos de forma diferente.

Afortunadamente, también somos muchas las gentes que pensamos que cada vez que se amplían derechos a las mujeres, el conjunto de la humanidad sale beneficiado.

Feminista de Ontinyent
[email protected]

09/TMC/LGL

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