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Bajo amenaza, madre de niña víctima de violación

Por la Redacción
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Cuando Gabriela Sánchez López acudió en marzo de 2010 a la Agencia 08 Especializada en Delitos Sexuales del estado de Jalisco a denunciar las agresiones sexuales que su ex pareja sentimental cometió contra su hija Rosa Isela, sabía que acceder a la justicia sería un proceso largo y complicado.
 
Gabriela –quien se trasladó a la ciudad de Guadalajara en busca de mejores ingresos económicos– decidió no tomar en cuenta los señalamientos de las personas cercanas, e invirtió su tiempo y recursos para darle seguimiento al juicio.
 
A la vez que acudía a las diligencias, careos, ratificaciones, declaraciones y que llevaba a su hija –de entonces 13 años de edad– a pruebas médicas, psicológicas y psiquiátricas, Gabriela comenzó a ser víctima de amenazas, agresiones y hostigamiento constantes.
 
El agresor de su hija, Ricardo Alejandro Meneses Cervantes, en un principio fue acusado de violación sexual, pero el personal judicial encargado del proceso no incluyó todas las pruebas, y el delito fue clasificado como estupro, lo que le permitió salir bajo fianza tan sólo dos semanas después de haber sido detenido.
 
Luego de que Alejandro logró su libertad condicional, su amigo  Evaristo Chamorro Escobar comenzó a amenazar a Gabriela, quien conoció al sujeto en unos grupos de música a donde llevaba a su hija invidente y con retraso mental a fin de incrementar sus habilidades motoras.
 
A diario, Chamorro la buscaba y perseguía para decirle “que la iba a matar” y que volvería “a violar a su hija”.
 
Según consta en la averiguación previa C/R/B/3093/2011, el 6 de marzo de 2011 Evaristo Chamorro golpeó a Gabriela para después subirla a su camioneta y retenerla durante algunas horas.
 
El 8 de marzo de ese año Gabriela lo denunció. Evaristo, al ser detenido y acusado del delito de lesiones graves, reconoció “a medias” la agresión con el argumento de que Gabriela “se lo había buscado y que lo hizo enojar”. No obstante, el agresor salió bajo fianza.
 
El 23 de marzo de 2011 cuatro sujetos golpearon a Gabriela, quienes le dijeron que “ya le parara porque la tercera es la vencida”. Aunque la mujer no logró identificar a los agresores, ella afirma que están ligados a su ex pareja sentimental.
 
Nuevamente Gabriela denunció los hechos y ante el temor de que las agresiones se agudizaran decidió abandonar Guadalajara el 24 de marzo y regresar al Estado de México, de donde son originarias tanto ella como su hija.
 
Intentó continuar la denuncia desde el Edomex, pero no fue posible pues las agresiones fueron cometidas en Jalisco y como no acudió a ratificar la denuncia el caso se desvaneció.
 
DESPROTEGIDA
 
Por algunos meses Gabriela vivió tranquila y sin amenazas, pero a fines de 2011 comenzó a recibir llamadas telefónicas intimidatorias. Desconocidos le decían “que ya sabían dónde estaba”, que “la habían encontrado” y que “las iba a pagar”.
 
Intentó denunciar ante a un MP mexiquense, pero en la entidad “las amenazas no proceden”, ya que no están tipificadas como delito.
 
Para enero de 2012 Gabriela se incorporó al programa de la federal Procuraduría Social de Atención a las Víctimas de Delitos (Províctima), a través del cual hasta la fecha se le brinda atención psicológica a su hija y sus abogados dan seguimiento al caso.
 
El 23 de abril de ese año, cuando ella y Rosa Isela regresaban de una de las terapias en la Ciudad de México, un sujeto las aventó y ambas cayeron por las escaleras del Metro.
 
Aunque solicitó ayuda y denunció que su vida estaba en riesgo por las constantes amenazas, Províctima le reviró que no “se podía hacer nada” porque no había pruebas de que los casos estuvieran relacionados.
 
Durante ese periodo Gabriela se incorporó al Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad encabezado por el poeta Javier Sicilia, donde la capacitaron para detectar y evitar posibles agresiones.
 
Gabriela comenzó a retomar su proyecto de varios años atrás de crear una asociación civil para atender a madres solteras, en especial a quienes tienen hijas e hijos con discapacidad mental.
 
Gabriela cuenta que en octubre de 2012 a escasos metros de su vivienda un sujeto la encañonó en la frente y cortó cartucho para  después retirarse.
 
En esa ocasión decidió no ir al MP porque nuevamente “le iban a decir que no había delito que perseguir”, así que una vez más relató lo sucedido a Províctima para que le brindaran protección especial.
 
TEME POR SU VIDA
 
Según relata Gabriela, la subsecretaria de Asuntos Jurídicos y Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación, Lía Limón,  impidió que en su caso se activara el Mecanismo para la Protección de Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas, pues le dijo que además de que los hechos ocurrieron en Jalisco, ella “no era defensora”.
 
Desde el Movimiento por la Paz se logró que las autoridades mexiquenses le otorgaran medidas de protección y se le asignara una patrulla para vigilarla. La medida sólo opera en la entidad y para salir del estado Gabriela debe avisar con varios días de anticipación.
 
El pasado 23 abril Evaristo fue condenado a tres meses de prisión por el delito de lesiones, y el pasado 21 de junio Ricardo Alejandro Meneses Cervantes –el agresor de su hija– fue condenado a tres años y un mes de prisión, pues aunque la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Jalisco emitió la recomendación 30/2010 para que fueran admitidas todas las pruebas del caso, el sujeto fue condenado sólo por el delito de estupro.
 
Los abogados interpusieron un amparo para ambas sentencias, al considerar que “no existió una valoración real de las pruebas”.
 
Ahora Gabriela teme por su vida, pero no permite que esos miedos la derrumben y mejor toma “fuerzas de ellos para seguir adelante y algún día alcanzar la justicia”.
 
Convencida de que su experiencia puede evitar que “más mujeres, niñas y niños se vean envueltas en el sufrimiento”, buscó recursos económicos en todas partes y hoy dirige la organización Madres Afortunadas.
 
A través de ella se brinda terapia ocupacional y de desarrollo a menores de edad, principalmente con discapacidad mental o motora, y también se brinda atención y orientación a las madres solteras de estas niñas y niños. “Ya logré que me apoye un optometrista, un dentista y una psicóloga; voy poco a poco pero voy por más”, destacó.
 
13/RED

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