África también tuvo su Juana de Arco en Beatriz del Congo, pero a diferencia de la heroína francesa, quien luchó en el siglo XV contra los ingleses que invadieron su país, la africana enfrentó la brutalidad del colonialismo impuesto a su patria por Portugal, informa Prensa Latina.
Existe cierta semejanza en el transcurso de la vida de esta intrépida africana con la de la francesa llamada también la Doncella de Orleáns, en cuanto a creencias y voluntad de expulsar a los extranjeros que hollaban el suelo patrio.
Fue en 149l cuando los lusitanos llegaron a la capital del Congo, y convencieron al rey Mwenw Kongo, para bautizarse él y toda su familia, lo cual comenzó la decadencia del reino.
El soberano africano tomó el nombre de Alfonso I del Congo. Esta fue una estratagema de los colonialistas, quienes inducían a los nativos a cambiar sus centenarias creencias autóctonas por una religión y nombres extranjeros, haciéndolos creer que esos actos los convertían en iguales al colonizador.
Al principio Alfonso I fue tratado de igual a igual por el rey de Portugal Pedro IV, y más cuando un hijo del recién convertido soberano fue nombrado obispo, lo que teóricamente significaba una equiparación con cuanto acontecía en la metrópoli.
Pero no tardó mucho tiempo en cambiar la situación y el dignatario africano se vio forzado a aceptar la posición del rey portugués, obligado a pagar impuestos consistentes en esclavos y parte de la riqueza del país.
Pronto los nativos comprendieron que quien mandaba era el rey europeo y no su soberano.
BEATRIZ DEL CONGO
La historia de Beatriz del Congo (1682-1706), Kimpa Vita, su nombre africano, es la de otras muchas mujeres del continente que, armadas de gran tenacidad e inteligencia, supieron ponerse al frente de sus pueblos para luchar contra la opresión extranjera.
Conocida a veces por su nombre occidental Beatriz y otras como Kimpa, empezó su predicación en la ciudad de la antigua capital del reino Mbanza Kondo, nombrada entonces San Salvador, y decía era voluntad de Dios que fuera restituido el nombre africano de la capital.
Su llamado a la unidad encontró un gran apoyo en el campesinado, el cual acudía a la ciudad para escuchar las prédicas. Ella proclamaba que Jesús, María y los Discípulos eran congoleses.
Esta mujer inició una cruzada para liberar a su pueblo de la influencia extranjera. Sus prédicas, afincadas en las raíces religiosas y africanas, le ganaba progresivamente el apoyo popular.
Sectores importantes de la población se sentían atraídos por su forma sencilla pero convincente de explicar que la presencia extranjera era contraria a las aspiraciones de vivir libre, sin el tutelaje de hombres llegados desde lejos para esclavizarles.
Los colonialistas portugueses, que ya habían conquistado extensos territorios desde la actual Angola hasta la hoy República Democrática del Congo, comenzaron a inquietarse ante las prédicas de Beatriz porque calaba profundo en el pueblo.
Portugal intuía que tarde o temprano las aspiraciones de justicia reclamadas por Beatriz conducirían a un enfrentamiento con la población, la cual acudía masivamente a escucharla.
En consecuencia prepararon su eliminación física. Para lograr tal objetivo, se valieron de los servicios de un sacerdote capuchino, a fin de convencer a las autoridades autóctonas de que Beatriz era una bruja, lo cual en la época significaba inevitablemente la muerte.
Acusada de brujería, fue sentenciada a la hoguera y murió a la edad de 24 años, quemada viva, acompañada de su hijo en brazos, igual que la francesa, quien tras victoriosos combates liberó Orleáns.
Convertida en una mártir, su memoria ha perdurado durante siglos como símbolo de la independencia del pueblo Kongo, finaliza Prensa Latina.
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