Inicio Brasileñas: entre violencia intrafamiliar y acoso sexual

Brasileñas: entre violencia intrafamiliar y acoso sexual

Por la Redacción

Brasil declaró el 2004 Año de la Mujer en medio de muchas promesas, algunas medidas positivas ya adoptadas en su favor y un gran número de reclamos por discriminaciones, violencias y necesidades insatisfechas.

El presidente Luiz Inacio Lula da Silva, que oficializó esa designación, dijo confiar en «vivir el tiempo suficiente para ver a las mujeres ser tratadas en igualdad de condiciones con los hombres en Brasil y en el mundo», al dedicarles a ellas su programa radial quincenal conmemorando el Día Internacional de las Mujeres.

Las múltiples actividades realizadas este año en todo el país demostraron que las féminas brasileñas tienen poco para celebrar y mucho para reclamar, en especial por la violencia en el hogar y en las calles, que las deja sin esposos, hijos y hermanos.

Además de festejos también hubo exigencias de empleo y salarios justos, mejor atención a la salud, acceso a la tierra y al crédito en áreas rurales, todo esto como parte de una lista interminable de reclamos.

A fines de noviembre, el mandatario se reunió con las dirigentes del movimiento de trabajadoras rurales Marcha las Margaritas, a quienes prometió soluciones para 140 reclamos presentados, y les pidió que le exijan su cumplimiento.

Junto con el anuncio del 2004 como año de las mujeres brasileñas se presentó un Pacto Nacional para reducir la mortalidad materna y neonatal en 15 por ciento hasta finales de 2006, pues actualmente, mueren 75 mujeres por cada 100 mil nacidos vivos, mientras que el padrón aceptado por la Organización Mundial de la Salud es de 20 decesos por 100 mil.

Lula también anunció la reglamentación en 30 días de la ley que obliga a los hospitales y puestos de atención medica a comunicar a la policía la internación sobre mujeres víctimas de agresiones.

Según el Centro Feminista de Asesoría, en Brasil una mujer es agredida en su hogar cada cuatro minutos por una persona con quien tiene lazos afectuosos. Las estadísticas disponibles indican que 70 por ciento de estos incidentes ocurren dentro de la casa y que el agresor es el marido o compañero de la víctima.

Más de la mitad de las brasileñas han sufrido algún tipo de violencia física, psíquica o sexual, frente a lo cual el gobierno creó centros para atención psicológica, jurídica y social a las mujeres agredidas, además de casas de abrigo para éstas y sus hijos cuando corren riesgo de muerte, como último recurso.

El acoso sexual afecta a por lo menos 11 por ciento de las trabajadoras brasileñas, según un estudio de la Fundación Perseu Abramo, la cual considera que el porcentaje real es mucho mayor. Muchas víctimas prefieren no denunciar los hechos ante las dificultades para comprobar la conducta inadecuada de sus jefes, o por temor a perder el empleo.

Según la central obrera Fuerza Sindical, este es el segundo mayor problema de las trabajadoras, después de los bajos salarios. En agosto, al poner en marcha el Programa de combate a la violencia contra la mujer, Lula dijo que «necesitamos de una legislación más rigurosa, pero también de la educación para cambiar los hábitos y el comportamiento».

De otro lado, el Ministerio de Justicia desarrolla un programa de prevención del tráfico de seres humanos, que se inició en el estado de Goiás por registrar el mayor número de brasileñas prostituidas en el extranjero.

En un año, esa iniciativa debe realizar un diagnóstico de las condiciones en que las autoridades combaten el tráfico internacional femenino con fines de explotación sexual, y en una segunda etapa debe capacitar a los agentes públicos y aumentar las coordinaciones en la Justicia para enfrentar esa práctica ilegal.

En noviembre, la Cámara de Diputados modificó el Código Penal para tipificar el delito de violencia doméstica y eliminar el término mujer honesta para casos de abuso sexual, lo que aún debe ratificar el Senado.

La abogada Leila Linhares, directora de la organización no gubernamental (ONG) Cepia, consideró positivas esas modificaciones porque, según los cánones establecidos, hombre honesto es el que no roba, aunque tenga diversas relaciones amorosas, mientras «la mujer para ser llamada honesta necesita tener una vida sexual con un solo varón «.

En su programa radial, Lula recordó que su gobierno ya adoptó diversas iniciativas en favor de la mujer, como la apertura para de créditos de apoyo a la agricultura familiar.

2004/BJ

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