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Breves apuntes sobre la homosexualidad en los países árabes

Por Teresa Mollá Castells*

Hace unas semanas llegó a mi correo electrónico la convocatoria para una conferencia-debate sobre Diversidad afectivo-sexual y derechos humanos en los países árabes, con Nisreen Mazzawi miembro de Aswat-Palestinian Gay Women. No pude asistir, pero el tema en sí me llamó la atención.

Sin perder de vista que sólo hace dos años y medio que en el Estado español se aprobó una ley que igualaba los derechos civiles de todas las personas, independientemente de su orientación sexual, y que soy de las que piensa la igualdad real pasa por que este tipo de desigualdades desaparezcan de la faz de la tierra, me puse a buscar por Internet.

Y me encontré con material variado sobre el tema. Así descubrí que las únicas mujeres (al menos que yo sepa) que han alzado la voz para reivindicar su condición de lesbianas han sido las palestinas que se han organizado a través de la asociación Aswat-Palestinian Gay Women.

El resto de informes y de material que he encontrado son siempre referidos a hombres. Así Cogram (Colectivo de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales de Madrid), en junio pasado presentó un estudio sociológico y jurídico sobre homosexualidad y mundo islámico, en el que la muestra se basó sobre la vida de once personas (diez hombres y una mujer transexual).

Evidentemente y basándonos en dicho estudio, las condiciones de vida de las personas homosexuales en el mundo árabe son demoledoras. Desde la pena de muerte que se aplica en varios países como Arabia Saudí, Mauritania o Yemen hasta largas condena de prisión en otras zonas de ese entorno como Argelia, Jordania, Kuwait, Libia, Marruecos, Siria y Túnez.

Así las cosas se me ocurre pensar hasta qué punto las personas, todas y de toda la geografía, somos prisionera de las distintas culturas en las que nos hemos socializado. Hasta qué punto las grandes (y supongo que las pequeñas también) religiones influyen en nuestro mundo más íntimo y personal como lo es nuestra propia sexualidad, pero sobre todo y pensando en las mujeres, hasta qué punto esos mensajes han calado en todos los rincones del mundo mundial hasta el punto de habernos arrebatado a todas, en algún momento histórico o en la actualidad, el control sobre nuestro propio cuerpo y sobre nuestra propia orientación sexual.

De esa forma no han convertido en elementos necesarios para la reproducción pero se nos ha negado cualquier otra posibilidad dentro de lo que la a la sexualidad se refiere.

Y, si en nuestro cómodo mundo occidental del bienestar social, acomodado y bienpensante, siguen levantándose ampollas cada vez que se habla de la orientación sexual y de los derechos civiles de TODAS las personas más allá de su orientación sexual, que no estará ocurriendo en otras partes del mundo en donde las mujeres o tienen ni siquiera derecho a opinar ¡¡¡sobre su propia vida!!!

«El Estado no es el único que pone en práctica la represión. Las comunidades y las familias también cumplen su rol. En las Filipinas, por ejemplo, en 1998, la milicia musulmana inició una campaña contra la comunidad gay en la isla de Mindanao, en la que los musulmanes gay fueron amenazados, golpeados, y se les ordenó dejar el lugar o ser castrados», según nos relata Anissa Hélie en su artículo «¿Odio santo? Sanciones por homosexualidad en los países musulmanes»

Anissa Hélie es militante feminista y de la defensa de los derechos humanos. Desde hace más de 15 años integra la Red de Solidaridad Internacional Red Mujeres que viven bajo Leyes Musulmanas.

Escuché con perplejidad al presidente de Irán en su visita reciente a Nueva York afirmar que en su país no había homosexuales. Lo dijo sin parpadear y sin tener en cuenta que el tema no es una cuestión banal, que es, al menos desde mi punto de vista, una cuestión de derechos humanos, como lo son los derechos sexuales y reproductivos de TODAS las mujeres del mundo.

No quiero ni imaginar las condiciones de vida de las mujeres lesbianas en alguno de estos países.

La nota positiva de todo este desolador panorama es que no dejan de fundarse nuevas asociaciones de solidaridad y de apoyo aunque éstas tengan que ocupar espacios virtuales o alejados físicamente del entorno en donde nacieron. Bienvenidas sean todas esas organizaciones solidarias y todas las mejoras que, sobre todo para las mujeres, puedan suponer.
[email protected]

* Periodista y feminista española en Ontinyent, Valencia.

07/TM/GG

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