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Cada vez más jóvenes las mujeres que emigran

Por la Redacción

De acuerdo con el reciente informe “Las jóvenes en movimiento: mujeres adolescentes y migración en el mundo en desarrollo”, a nivel global las migrantes son cada vez más jóvenes: niñas y adolescentes que a partir de los 10 años abandonan su lugar de origen en busca de trabajo u oportunidades de estudio, y en algunos países representan 30 por ciento del total de la población femenina migrante.
 
En México, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi, 2010), la mayoría de las mujeres y hombres que salieron del DF estaban en edad reproductiva. Un 33.4 por ciento de las y los migrantes capitalinos salió cuando tenía entre 15 y 24 años; 34.6 por ciento de 25 a 44, y 19.9 por ciento de 35 a 49 años.
 
Otro ejemplo de esta situación ocurre en el municipio de San Miguel del Valle, en el estado de Oaxaca, donde hasta hace algunos años las jóvenes se dedicaban a los telares.
 
Desde niñas se dedicaban elaborar tejidos de lana, pero el trabajo se fue “deshilvanando” y Ana, a sus 17 años, decidió emigrar sola a la Ciudad de México. No sabía leer ni escribir, ya que nunca fue a la escuela. Empacó sus pocas pertenencias y se fue.
 
De acuerdo con datos del municipio de San Miguel, unas 300 mujeres jóvenes se han ido, muchas a la capital del estado, unas más a otras entidades para trabajar como niñeras y empleadas del hogar. La mayoría se fue para convertirse en el principal sostén de la familia.
 
Tiempo atrás, recuerda Ángel Hernández López, síndico auxiliar municipal, la migración era exclusiva de los hombres padres de familia. Con el paso de los años la migración envolvió a las y los jóvenes y a familias enteras que viajaban a Estados Unidos.
 
Este año, el Día Internacional de la Juventud –que se conmemora hoy 12 de agosto– tiene como tema central la migración juvenil.
 
El secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, emitió un mensaje en el que aborda los motivos de las y los jóvenes para emigrar.
 
“Algunos huyen de la persecución, otros, de las dificultades económicas. Unos están solos, otros, con sus familias (padres, hermanos e incluso hijos propios). Algunos cuentan con comunidades en las que integrarse, mientras que otros tienen que entablar relaciones nuevas.
 
“Tanto en tránsito como en su destino final, muchos jóvenes migrantes se enfrentan a amenazas similares o incluso peores, como el racismo, la xenofobia, la discriminación y las violaciones de los Derechos Humanos. Las jóvenes, en particular, se exponen al riesgo de la explotación y el abuso sexuales”, alertó.
 
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